George Saunders - El día de la liberación

domingo, 5 de octubre de 2025



► Título original: Liberation Day
► Traducción: Javier Calvo
► Año: 2022
► Edición:  Seix Barral (2024)
► Páginas: 344


Desde que cayó en mis manos el primer cuento de George Saunders (Amarillo, 1958), tengo la sensación de que el mundo no es real. Sí, algo sobre parques temáticos en ruinas y gente atrapada en cámaras de plexiglás ha hecho que viva instalado en la más absoluta paranoia. Y todo es culpa de Saunders. Porque después de Saunders, nada te vuelve a parecer auténtico. Saunders, ese loco profético que puso un pie fuera de la caverna y me señaló con el dedo una realidad trucada, hecha de sombras. Saunders, cuyas píldoras de ficción especulativa son más potentes que un jeringazo de fentanilo. Ahora, años después de ese laureado idilio con la novela que fue Lincoln en el BardoGeorge Saunders está de vuelta en el terreno de la narrativa breve con El día de la liberación, una colección de relatos demencialmente brillante donde el escritor norteamericano revalida, con aplastante mayoría, su mandato como el rey indiscutible del formato corto.

Aunque las historias recogidas en este volumen son tan dispares y excéntricas como los miembros de una boyband coreana, no resulta complicado agruparlas todas bajo el paraguas de la incorrección ética y la turbulencia política. En su variante más distópica, Saunders cuestiona el papel de la tecnología como herramienta de explotación, maquinaria propagandística o fábrica de entretenimiento dirigida a una burguesía desprovista de conciencia. Relatos como el magistral «El día de la liberación», que da título a la obra, «Gul» o «Elliott Spencer» nos sitúan en futuros cercanos donde el progreso trabaja al servicio del opresor y lo analógico se considera un acto revolucionario.

Puede que ahí fuera, en el exterior, el tono dominante del debate sea el del ruido y la crispación, pero en los cuentos de Saunders existe una necesidad imperiosa de salvar las distancias con el enemigo como vía para alcanzar un entendimiento más profundo de uno mismo. Hay historias, como «La madre de las decisiones drásticas», «Una situación en el curro», «Gorrión» o «El Día de la Madre» que desarrollan esta idea con una mordacidad completamente fuera de control. Ya sea desde la perspectiva de una madre que busca impartir justicia al agresor de su hijo, dos compañeras de trabajo sumidas en una guerra fría por ver quién destapa antes los secretos de la otra o un par de mujeres obligadas a odiarse mutuamente por un pasado sentimental en común, El día de la liberación desentraña las retorcidas honduras de la rivalidad entre individuos con un grado de empatía tan conmovedor que resulta imposible distinguir quién representa el papel de héroe y quién el de villano.

Quien esté familiarizado con obras anteriores del autor puede que no encuentre en El día de la liberación elementos extremadamente innovadores ni un cambio de registro radical, pero la fórmula de George Saunders sigue funcionando tan bien que no necesita ser renovada ni sufrir ningún ajuste superfluo como si fuera el último modelo de iPhone. Al fin y al cabo, adentrarse en un relato de Saunders va siempre acompañado de una excitación y un sentido de la maravilla que muy pocos pueden reproducir. Sí, abrir las puertas de la narrativa de Saunders es como cruzar el armario que lleva a Narnia y zambullirse en su fantástica ambientación algo comparable a tirarse un triple mortal con tirabuzón a través de una madriguera de conejo. Al principio, es cierto, cuesta asimilar las cabriolas que hace Saunders con el lenguaje o la forma, pero prometo que el ejercicio es tan satisfactorio y el proceso se siente tan orgánico que antes de darte cuenta estarás hablando los idiomas inventados de Saunders con la misma fluidez que tu lengua materna.

Con una prodigiosa plasticidad narrativa, un estilo soberbio capaz de enredar frases de manera incansable y una sensibilidad para explorar los dilemas de los personajes que te deja totalmente desarmado, George Saunders taladra en las páginas de El día de liberación todas esas capas de performatividad y reclusión alienante que hemos construido como sociedad para ocultar, sin éxito, nuestro lado más vulnerable.


«Sin embargo, en mi (anciana) experiencia, a veces el mundo cambia en una dirección determinada y, después de cambiar, como es tan grande e inescrutable, ya resulta imposible devolverlo a su estado anterior y mejor.»


★★★

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