A pesar de ser un fan autodeclarado y acérrimo de Stephen King, nunca hasta ahora había oído hablar de este libro y he de decir que cayó en mis manos poco más que por casualidad. Después del anochecer se trata de una recopilación de 14 relatos cortos, pero no por ello menos escalofriantes, que a excepción de "El gato del infierno" (sí, sí, habéis oído bien) Stephen King ha ido escribiendo desde que sufriera allá por los años 90 el accidente de coche que casi le costó la vida. Como ya he dicho antes en esta y en otras reseñas anteriores, Stephen King es un autor muy prolífico, con multitud de facetas, y la de "escritor de relatos cortos" no había tenido oportunidad de conocerla (ni de disfrutarla) hasta el día de hoy, por lo que no estaba muy seguro de qué esperar acerca de una novela como esta. Y es que con la familla que tiene de "rey del terror", a uno se le hace más que difícil abordar una novela de Stephen King sin prejuicio alguno. Sin embargo, Después del anochecer me ha sorprendido gratamente porque no es solamente una colección de relatos de terror, sino que constituye un magnífico manual con el que podremos explorar los más retorcidos y oscuros rincones de la psique humana. ¿Te atreves?
Título: Después del anochecer
Autor: Stephen King
Año de publicación: 2009
Editorial: DeBolsillo
Género: Novela, terror
Páginas: 448
PVP: 9,95
ISBN: 978-84-9908-910-2
Sinopsis
Llámalo anochecer. Llámalo crepúsculo. Llámalo ocaso.
El atardecer es aquel momento en que el devenir humano toma derroteros sobrenaturales, aquel instante en que la luz se transfigura en tinieblas. Cuando el sol se esconde, la imaginación comienza a deslizarse por sombras que derivan en la oscuridad más absoluta y la luz del día huye despavorida de la faz de la Tierra. Después del anochecer es, en definitiva, el momento del día perfecto para Stephen King.
En Después del anochecer se reúne una colección de catorce relatos tan asombrosos como escalofriantes que te obligarán a dormir con la luz de la mesilla encendida.
Llámalo anochecer. Llámalo crepúsculo. Llámalo ocaso.
El atardecer es aquel momento en que el devenir humano toma derroteros sobrenaturales, aquel instante en que la luz se transfigura en tinieblas. Cuando el sol se esconde, la imaginación comienza a deslizarse por sombras que derivan en la oscuridad más absoluta y la luz del día huye despavorida de la faz de la Tierra. Después del anochecer es, en definitiva, el momento del día perfecto para Stephen King.
En Después del anochecer se reúne una colección de catorce relatos tan asombrosos como escalofriantes que te obligarán a dormir con la luz de la mesilla encendida.
Opinión
A pesar de que los relatos incluidos en Después del anochecer son muy diferentes entres sí tanto en localización como en extensión, argumento y personajes, todos ellos comparten un denominador común: el miedo. Si hay algo que Stephen King sabe hacer muy bien es transmitir sensaciones, y a lo largo del libro lo demuestra en incontables ocasiones haciendo que los personajes y las situaciones que retrata sean tan vívidas para el lector como lo son para los protagonistas, valiéndose para ello de su tan característico estilo. Además, el libro incluye una breve introducción y unas notas al final en las que se explica en unas cuantas líneas los motivos o las ideas que le llevaron a escribir cada uno de los relatos. Por otra parte, como resulta prácticamente imposible realizar una reseña conjunta de los 14 relatos, he decidido hacer un breve análisis de dos de las historias que más me han gustado:
Este relato cuenta la historia de Emily, una mujer que acaba de sufrir la pérdida de su única hija, de apenas unos meses de edad. Como consecuencia de ello su matrimonio se resquebraja y Em comienza a correr como forma de terapia para intentar evadir los terribles sufrimientos que padece. La terapia no parece funcionar, por lo que Em decide un día marcharse de casa y se traslada a un pequeño chalé en la costa, propiedad de su padre, con el objetivo de superar la muerte de su hija. Al principio todo parece ir bien, Em se adapta fácilmente a su nueva vida y mientras sale a correr todas las mañanas por el paseo marítimo, Em va familiarizándose con el vecindario y con algunos de sus habitantes. Sin embargo, al volver de una de sus múltiples carreras, Emily descubre en una de las muchas casas desperdigadas por la zona un coche con el maletero abierto. Ni corta ni perezosa, Emily decide adentrarse en el interior de la casa, pero lo que allí encuentra pondrá su vida en serio peligro.
"-El día de hoy prueba dos cosas. Una es que una mujer sana puede correr un buen trecho.
-Te llamaré -dijo ella.
-La otra es que los bebés vivos son pegamento para un matrimonio. Los bebés muertos son ácido."
La historia de Emily me gustó y me llamó particularmente la atención porque retrata con gran realismo y crudeza cómo a veces las personas hacemos frente a la pérdida de un ser querido. En lugar de apoyarse en su marido o en el resto de su familia, Emily se abandona a sí misma, totalmente abatida por la muerte de su hija Amy y empieza a correr de manera obsesiva, hasta los límites de su resistencia, para olvidar cualquier otro pensamiento. Además, todo lo que viene después del descubrimiento de Emily en el jardín del vecino te mantiene en un estado de tensión constante ante la incertidumbre de lo que va a pasar a continuación. Creo que es uno de los mejores y más logrados relatos del libro, no solo por la sensación de angustia que te transmite y por lo fácil que es sentir empatía hacia el personaje de Emily, sino por ese fantástico paralelismo que hay entre esta historia y la del famoso cuento popular El hombre de jengibre, que para quien no sepa de qué va, trata sobre un hombrecillo hecho de pan de jengibre que escapa corriendo de su casa y se burla de un montón de animales porque ninguno puede alcanzarlo, hasta que finalmente se topa con un zorro (cómo no) y se lo come.
Para mí, indudablemente, el mejor relato de los que componen esta colección. Charlie Keen es un psiquiatra que un día recibe la carta de una vieja amiga en la que le cuenta que su hermano Johnny Bonsaint, también psiquiatra y amigo de Charlie, se suicidó hace unas semanas tirándose por un puente. Lo inquietante del asunto es que justo antes de cometer el suicidio, Johnny le había dado a su hermana la ficha médica de un paciente suyo llamado N., acompañada de una gran cantidad de anotaciones personales. Sheila, que así es como se llama la hermana, recibió instrucciones explícitas de quemar esa carpeta y todo su contenido sin pedir ningún tipo de explicación. A pesar de ello, Sheila decide investigar las causas que llevaron a su hermano a lanzarse por un puente y es a través de esta carpeta que conocemos la historia de N.
N. es un hombre que se dedicaba a realizar fotografías para incluirlas en un calendario. Durante una de sus excursiones en busca del paisaje perfecto, N. se da cuenta de que en una de sus fotografías aparecen cosas que no se pueden ver en la realidad. Lo que en un principio parecía ser una simple anécdota o un fallo de la cámara, acabará convirtiéndose en una auténtica pesadilla para N. Como consecuencia de este hecho, N. desarrolla un trastorno obsesivo-compulsivo que le llevará a ir en busca de ayuda a la consulta del doctor Bonsaint, pero lo que Johnny Bonsaint no sabe es que la locura de N. acabará infectando su propia mente.
"N. ha llegado a gustarme. Por su bien solo espero que no se adentre en ese círculo de rocas. Solo existe en su mente, pero eso no significa que no sea real."
Lo que más me ha llamado la atención de esta historia es descubrir lo fácil que es perder la cabeza cuando presenciamos una escena que escapa a nuestra comprensión. En este relato, en el que hay momentos de auténtica paranoia, Stephen King explora los límites entre lo real y lo imaginario, destapando un mundo perverso plagado de monstruos, oscuridad y locura que, en mayor o menor medida, todos llevamos dentro. Y es que, tal y como aclara King en sus notas al final del libro, es muy sencillo encontrar indicios de obsesión o de compulsividad en prácticamente cualquier persona. ¿Quién no tiene miedo de algo? ¿Quién no se ha parado alguna vez a comprobar si se ha dejado el gas abierto?
Por supuesto, hay muchas otras historias incluidas en el libro que me han gustado como Willa, Las cosas que dejaron atrás o Mudo y también hay alguna que no, pero en resumidas cuentas, Después del anochecer constituye un buen libro en su conjunto. Perfecto tanto para los fans de Stephen King como para los amantes del género en general, Después del anochecer es una muy buena opción para pasar el rato en compañía de fantasmas errantes, asesinos en serie, monstruos con cabeza de yelmo y desequilibrados mentales. Pero tranquilos, vuestra salud mental permanecerá intacta después de haber leído este libro. O eso espero.
A pesar de que los relatos incluidos en Después del anochecer son muy diferentes entres sí tanto en localización como en extensión, argumento y personajes, todos ellos comparten un denominador común: el miedo. Si hay algo que Stephen King sabe hacer muy bien es transmitir sensaciones, y a lo largo del libro lo demuestra en incontables ocasiones haciendo que los personajes y las situaciones que retrata sean tan vívidas para el lector como lo son para los protagonistas, valiéndose para ello de su tan característico estilo. Además, el libro incluye una breve introducción y unas notas al final en las que se explica en unas cuantas líneas los motivos o las ideas que le llevaron a escribir cada uno de los relatos. Por otra parte, como resulta prácticamente imposible realizar una reseña conjunta de los 14 relatos, he decidido hacer un breve análisis de dos de las historias que más me han gustado:
La chica de pan de jengibre
Este relato cuenta la historia de Emily, una mujer que acaba de sufrir la pérdida de su única hija, de apenas unos meses de edad. Como consecuencia de ello su matrimonio se resquebraja y Em comienza a correr como forma de terapia para intentar evadir los terribles sufrimientos que padece. La terapia no parece funcionar, por lo que Em decide un día marcharse de casa y se traslada a un pequeño chalé en la costa, propiedad de su padre, con el objetivo de superar la muerte de su hija. Al principio todo parece ir bien, Em se adapta fácilmente a su nueva vida y mientras sale a correr todas las mañanas por el paseo marítimo, Em va familiarizándose con el vecindario y con algunos de sus habitantes. Sin embargo, al volver de una de sus múltiples carreras, Emily descubre en una de las muchas casas desperdigadas por la zona un coche con el maletero abierto. Ni corta ni perezosa, Emily decide adentrarse en el interior de la casa, pero lo que allí encuentra pondrá su vida en serio peligro.
"-El día de hoy prueba dos cosas. Una es que una mujer sana puede correr un buen trecho.
-Te llamaré -dijo ella.
-La otra es que los bebés vivos son pegamento para un matrimonio. Los bebés muertos son ácido."
La historia de Emily me gustó y me llamó particularmente la atención porque retrata con gran realismo y crudeza cómo a veces las personas hacemos frente a la pérdida de un ser querido. En lugar de apoyarse en su marido o en el resto de su familia, Emily se abandona a sí misma, totalmente abatida por la muerte de su hija Amy y empieza a correr de manera obsesiva, hasta los límites de su resistencia, para olvidar cualquier otro pensamiento. Además, todo lo que viene después del descubrimiento de Emily en el jardín del vecino te mantiene en un estado de tensión constante ante la incertidumbre de lo que va a pasar a continuación. Creo que es uno de los mejores y más logrados relatos del libro, no solo por la sensación de angustia que te transmite y por lo fácil que es sentir empatía hacia el personaje de Emily, sino por ese fantástico paralelismo que hay entre esta historia y la del famoso cuento popular El hombre de jengibre, que para quien no sepa de qué va, trata sobre un hombrecillo hecho de pan de jengibre que escapa corriendo de su casa y se burla de un montón de animales porque ninguno puede alcanzarlo, hasta que finalmente se topa con un zorro (cómo no) y se lo come.
N.
Para mí, indudablemente, el mejor relato de los que componen esta colección. Charlie Keen es un psiquiatra que un día recibe la carta de una vieja amiga en la que le cuenta que su hermano Johnny Bonsaint, también psiquiatra y amigo de Charlie, se suicidó hace unas semanas tirándose por un puente. Lo inquietante del asunto es que justo antes de cometer el suicidio, Johnny le había dado a su hermana la ficha médica de un paciente suyo llamado N., acompañada de una gran cantidad de anotaciones personales. Sheila, que así es como se llama la hermana, recibió instrucciones explícitas de quemar esa carpeta y todo su contenido sin pedir ningún tipo de explicación. A pesar de ello, Sheila decide investigar las causas que llevaron a su hermano a lanzarse por un puente y es a través de esta carpeta que conocemos la historia de N.
N. es un hombre que se dedicaba a realizar fotografías para incluirlas en un calendario. Durante una de sus excursiones en busca del paisaje perfecto, N. se da cuenta de que en una de sus fotografías aparecen cosas que no se pueden ver en la realidad. Lo que en un principio parecía ser una simple anécdota o un fallo de la cámara, acabará convirtiéndose en una auténtica pesadilla para N. Como consecuencia de este hecho, N. desarrolla un trastorno obsesivo-compulsivo que le llevará a ir en busca de ayuda a la consulta del doctor Bonsaint, pero lo que Johnny Bonsaint no sabe es que la locura de N. acabará infectando su propia mente.
"N. ha llegado a gustarme. Por su bien solo espero que no se adentre en ese círculo de rocas. Solo existe en su mente, pero eso no significa que no sea real."
Lo que más me ha llamado la atención de esta historia es descubrir lo fácil que es perder la cabeza cuando presenciamos una escena que escapa a nuestra comprensión. En este relato, en el que hay momentos de auténtica paranoia, Stephen King explora los límites entre lo real y lo imaginario, destapando un mundo perverso plagado de monstruos, oscuridad y locura que, en mayor o menor medida, todos llevamos dentro. Y es que, tal y como aclara King en sus notas al final del libro, es muy sencillo encontrar indicios de obsesión o de compulsividad en prácticamente cualquier persona. ¿Quién no tiene miedo de algo? ¿Quién no se ha parado alguna vez a comprobar si se ha dejado el gas abierto?
Por supuesto, hay muchas otras historias incluidas en el libro que me han gustado como Willa, Las cosas que dejaron atrás o Mudo y también hay alguna que no, pero en resumidas cuentas, Después del anochecer constituye un buen libro en su conjunto. Perfecto tanto para los fans de Stephen King como para los amantes del género en general, Después del anochecer es una muy buena opción para pasar el rato en compañía de fantasmas errantes, asesinos en serie, monstruos con cabeza de yelmo y desequilibrados mentales. Pero tranquilos, vuestra salud mental permanecerá intacta después de haber leído este libro. O eso espero.
Puntuación
"Después del anochecer"
4/5
Terrorífico