Sobre mi cabeza una serie de tuberías recorrían el techo, se oía el fluir del agua por ellas. Una serie de luces iluminaban débilmente el corredor, me encontraba debajo de la ópera Garnier, en sus subterráneos. Los muros estaban formados por sólidas piedras, mientras que el techo abovedado era de ladrillo. Estaba en las entrañas de París para entrevistarme con Sandra Andrés Belenguer, la joven autora de “El violín negro”. A decir verdad, no creía que fuera posible aquella entrevista…me había perdido. Recorría pasillo que se parecían unos a otros, algunas luces titilaban creando una especie de semi-penumbra, en mi caso, algo angustiante. Pare en seco, necesitaba recuperar el resuello, aquella situación amenazaba con superarme. Una mano se posó sobre mi hombro, me quede helado, mi corazón se detuvo durante un centésima de segundo, y lentamente volví la cabeza hacia la persona que se encontraba a mis espaldas.
-¿Te habías perdido?
Y allí estaba ella, mi salvadora, Sandra me había
encontrado en aquel laberinto.
-Perdido física y mentalmente.-Ella rió con gana.
-¿Andamos un poco?-Dijo mientras emprendía la marcha.
-Claro.-No quería volver a quedarme solo en aquel sitio.
Comenzamos a andar bajos las calles de París, charlando sobre aquel lugar, y sobre todo, sobre ella y su libro.
-Creo que la primera pregunta es la más obvia, ¿Por qué una historia basada en “El fantasma de la Opera” y no en “Alicia en el país de las maravillas”?
Fundamentalmente porque me ha apasionado mucho más la historia y leyenda del Fantasma que la de Alicia. Llevo muchos años investigando este tema y fue en uno de mis viajes a París cuando una amiga mía norteamericana, a la que también le gusta el mito del Fantasma, me dijo que por qué no escribía una novela sobre este personaje. La verdad es que no tuve que pensármelo mucho y me puse manos a la obra. Cinco meses después, El Violín Negro estaba concluido.
-El fantasma de la ópera es una obra conocida gracias a sus múltiples adaptaciones tanto al cine como al teatro. Pero imagínate por un momento, que formo parte de ese minoritario grupo de personas que desconoce la existencia de dicha obra, y te pido, mientras embarco en un avión con destino a París, que me convenzas en pocas palabras para que me lea “El violín negro”.
Te diría que si te gusta un libro en donde se entrecrucen la posible realidad y la ficción, el amor imposible, la magia y el misterio combinados con flash-backs al pasado y su puntito de esoterismo sobrenatural y que además pudieras hacer de Sherlock Holmes, ésta sería una novela que no te deberías perder.
-Yo soy un cinéfilo de los pies a la cabeza, y tengo la mala manía de compararlo todo con las películas que veo. Me ha parecido muy interesante la influencia que ha tenido la obra de Gastón Leroux sobre, por ejemplo, la novela gráfica “V de vendetta”, que posteriormente fue adaptada al cine por los hermanos Wachowski.
Me encanta la película V de vendetta, ya que como tú bien comentas posee muchos rasgos similares al Fantasma: sus ansias de venganza, su amor imposible, la máscara ocultando su deformado rostro, vive en un subterráneo oculto, su final trágico...
Influenciadas directamente por el Fantasma, no lo creo, pero sí existen otras películas en donde las analogías con el Fantasma son patentes: Cyrano de Bergerac, Darkman, Eduardo Manostijeras, El hombre Elefante, La bella y la bestia, Batman...
-Vamos a dejar un poco de lado al fantasma y su ópera, y vamos a ponernos nostálgicos, ¿Cuándo nace Sandra Andrés Belenguer como escritora?
Desde que era muy niña mi pasión por la lectura me fue llevando a pasar del Barco de Vapor a leer Nuestra Señora de París y Los Miserables de Víctor Hugo cuando tenía 12 años. De alguna forma este fue mi punto de encuentro con la literatura y por ende mi futura carrera universitaria.
Estoy convencida de que sin saberlo, subyacía en mí la necesidad de escribir y llevada, como os he dicho anteriormente, por mi pasión por el Fantasma, en el año 2000 escribí un ensayo de más de 100 páginas sobre la obra de Leroux y el musical de Webber. Fue aquí donde descubrí que no solo leer me apasionaba sino también escribir. Evidentemente como escritora oficial, si se puede llamar así, he nacido con El Violín Negro.
- “El violín negro” es tu punto de partida, en el horizonte multitud de ideas por plasmar en el papel, ¿Cuál será la siguiente historia con la que encandilarás a tus lectores?
Está ya escrita y terminada y como comprenderéis, no puedo desvelaros de qué va, pero sí os puedo decir que es más juvenil y con mucha más fantasía y ficción que El Violín Negro. Espero si hay suerte, tenerla publicada en unos meses y que podáis disfrutar de ella.
-Después de la alegría que supuso la publicación de tu primer libro, ¿Qué otras alegrías trae ser escritor, vender más libros que discos los triunfitos, o que se te acerquen para decirte lo mucho que les ha gustado tu obra?
Por supuesto, lo segundo! Es una satisfacción enorme no solo cuando firmas ejemplares en una presentación o feria del libro, sino cuando bien vía email o bien personalmente, te dicen que el libro les ha encantado y como me ha sucedido hace unos meses, hubiera una lectora que me comunicó que iba a ir a París para hacer un tour por todos los lugares posibles que aparecen en mi novela. Como anécdota, os puedo comentar que hace pocos días, en mi viaje a París, un par de jóvenes lectoras me reconocieron en el avión y me felicitaron por la novela. Podéis imaginar que para una escritora novel como yo, esto supone una gran alegría y te estimula para seguir escribiendo.
-Estoy seguro que en casa tendrás estanterías atiborradas de libros, sin contar las obras del señor Gastón Leroux, ¿qué otros libros te han marcado?
Os podría nombrar clásicos como las obras de Victor Hugo, Alejandro Dumas, Paul Feval, Sthendal, Oscar Wilde, Eugenio Sue, Espronceda, Bécquer, Unamuno, Pedro Salinas...
Y por supuesto actuales como novelas de Pérez Reverte, Thomas Harris, Anne Rice, Ruiz Zafón, Dan Brown...
Finalmente nos despedimos, ella desapareció por uno de los corredores y yo me quede allí, mirando con otros ojos las paredes de aquel lugar. De repente me di cuenta de algo que me erizo el vello, me había quedado solo, y lo peor no era eso…me había perdido de nuevo.