Por si acaso alguno de vosotros vive debajo de una piedra y el nombre Lucia Berlin no le suena de nada, aclaro que el de la escritora de origen norteamericano es el más reciente caso de redescubrimiento fortuito que ha sacudido el sector editorial de nuestro país. Como ya ocurriera hace unos años con el Stoner de John Williams, este Manual para mujeres de la limpieza es catalogado por un porcentaje bastante alto de sus lectores como una auténtica joya perdida, una serendipia rescatada del polvo y el olvido que, tristemente, su autora no está pudiendo paladear. Aunque en un principio no me llamaba demasiado la atención esta nueva superestrella del firmamento literario, mi debilidad por todos aquellos libros que generan tantísimo ruido mediático es de sobra conocida y aún no está domesticada. Ergo, me lancé a la lectura de este célebre Manual para mujeres de la limpieza dispuesto a averiguar por qué todo el mundo lo tenía en boca y, de ser necesario, arrojar sobre él su correspondiente ración de mierda.
Contra todo pronóstico (y es que, por desgracia, una cota elevada de popularidad parece haberse convertido hoy día en sinónimo de bazofia infumable), resulta que no hay en el libro de Berlin nada, absolutamete nada, sobre lo que se pueda echar un poquito de bilis. De hecho, son tantas sus virtudes y puntos fuertes que faltan dedos en el cuerpo para enumerarlos. Las historias de Lucia Berlin son pequeñas píldoras de efectividad y potencia narrativa, deslumbrantes vistazos a una realidad que podríamos calificar de cotidiana o peregrina, pero que en realidad esconde un apasionante registro de experiencias extraordinarias. Si repasamos un poco la biografía de la autora, descubrimos a una mujer que llevó una vida fascinante y vertiginosa, no exenta de demoledores reveses, desplazamientos continuos, fracasos sentimentales e incluso una agonizante batalla contra el alcohol que la arrastraría hasta los rincones más oscuros que se puedan imaginar. No obstante, gracias a los relatos que encontramos en este libro, dichos fondos dejan de ser accesibles solo mediante la imaginación y pasan a convertirse en una siniestra galería de demonios personales que, entiendo, Lucia Berlin ha tratado aquí de expurgar.
Hemos recordado tus bromas y tu forma de mirar, sin que nunca se te escapara nada. Eso nos lo diste. La mirada.
No el don de escuchar, en cambio. Nos concedías cinco minutos, quizá, para explicarte algo, y luego decías: «Basta».
El alcoholismo es un tema recurrente que deambula por las páginas de Manual para mujeres de la limpieza, a veces de manera descarnada y directa, otras como mero recurso que sirve para explicar ciertos comportamientos y circunstancias que dan profundidad a los personajes. La angustia, la desesperación, el odio hacia uno mismo... todos esos aspectos negativos de la dependencia al alcohol quedan aquí retratados de manera brutal. Sin embargo, Berlin también saca partido de su perspectiva en primera persona para diluir cualquier atisbo de tópico o sentimentalismo con una buena dosis de humor negro, socarronería y desparpajo solo al alcance de quienes ven el mundo desde el fondo de una botella.
Lo malo (o no, depende de cómo se mire) de este libro, quizá, es que ha de acometerse con una paciencia de la que carezco. Tras leer de un tirón la primera mitad del volumen, tuve que aparcarlo durante un tiempo y espaciar su lectura precisamente por esa sensación de estar abordando siempre los mismos temas una y otra vez. Aparte de eso, lo cierto es que Manual para mujeres de la limpieza es un libro totalmente recomendable, imprescindible incluso, que se encuentra entre lo más destacable y estimulante que he leído durante los últimos meses y que sin duda merece toda la atención que está recibiendo. Ahora queda de vuestra parte decidir si os sumáis o no a este magnífico fenómeno.
Título original: A Manual for Cleaning Women: Selected Stories
Traducción: Eugenia Vázquez Nacarino
Año: 2015
Editorial: Alfaguara
Páginas: 432
Valoración: ★★★★