Rick Riordan, ese hombre que saca al mercado libro y medio por año, es también el famoso artífice de una de las
sagas juveniles más leídas, elogiadas y exitosas del género fantástico. La pentalogía protagonizada por Percy Jackson narra las increíbles aventuras de este adolescente norteamericano que de la noche a la mañana descubre ser descendiente de un legendario dios griego, viéndose repentinamente inmerso en una serie de conflictos que ponen en verdadero peligro la estabilidad del mundo humano. A decir verdad, solo he tenido la oportunidad de leer el primero de esos cinco libros que componen la saga, y a falta de una reseña más extensa, solo diré que
me pareció una novela muy entretenida, algo menos satisfactoria de lo que apuntaban la mayoría de opiniones que encontré por la red, pero bastante recomendable en líneas generales, caracterizada por una interesante adaptación a nuestra época de los principales mitos clásicos relacionados con las deidades del Olimpo. En esta ocasión, el prolífico escritor estadounidense se ha sacado de la manga (en el buen sentido de la expresión) una nueva saga que, con los ingredientes ya mencionados anteriormente, pretende cosechar los mismos resultados editoriales,
otra serie formada por cinco novelas ambientadas en el particular universo creado por Riordan que, bien sea para captar nuevos lectores o bien para picar la curiosidad de quienes ya disfrutaron con las peripecias de Percy, seguramente dará mucho de qué hablar durante los próximos años.
Antes de electrocutarse, Jason ya estaba teniendo un día horrible.
Se despertó en los asientos traseros del autobús escolar sin saber dónde estaba, y cogido de la mano de una chica a la que no conocía. Esa no era necesariamente la parte horrible. La chica era mona, pero no sabía quién era ni lo que estaba haciendo él allí. Se incorporó y se frotó los ojos, tratando de pensar con claridad.
En primer lugar, he de advertir a quienes quieran leer este libro que
no se trata de una novela totalmente independiente, pues los hechos que se narran en
El héroe perdido tienen lugar solo un poco después de los acontecimientos que ocurren al final de la saga de Percy Jackson, por lo que es preferible haber leído primero ésta si quieres evitar comerte unos cuantos spoilers como panes. Dicho esto, la historia de
El héroe perdido comienza cuando un joven llamado Jason despierta en un autobús escolar sin acordarse de nada en absoluto, rodeado de compañeros a los que no reconoce y sentado al lado de una chica que dice ser su novia, pero de la que no sabe ni su nombre. La chica en cuestión se llama Piper, y es hija de un atractivo e importante actor de cine que
parece necesitar desesperadamente su ayuda para salir del aprieto en el que se encuentra. Por último, tenemos a Leo, un chico inquieto, ingenioso y dotado con una prodigiosa habilidad para el manejo de artefactos mecánicos que además es el mejor amigo de Jason.
Los tres proceden de la Escuela Salvaje, una especie de internado para chicos problemáticos, y todos se verán sorprendidos en mitad del trayecto por el ataque de unas extrañas criaturas que pretenden acabar con ellos. Tras el accidente, Jason, Piper y Leo acabarán en el famoso Campamento Mestizo, lugar donde a este peculiar trío de adolescentes
les será revelada su condición de semidioses y donde además descubrirán que el célebre Percy Jackson lleva días desaparecido. A partir de entonces, estos tres jóvenes se embarcarán en una descabellada y trepidante aventura por los rincones más insólitos de la geografía estadounidense con el objetivo de encontrar a Percy e impedir el resurgimiento de antiguas amenazas que parecían estar controladas, cruzándose en su camino con algunas de
las figuras más representativas de la mitología griega: multitud de dioses caprichosos, peligrosos espíritus de la naturaleza, temibles gigantes, titanes, oráculos y héroes antiguos.
-Paciencia, cariño -dijo la diosa-. Lo que quiero decir es que el amor es la motivación más poderosa del mundo. Mueve a los mortales a la grandeza. Sus actos más nobles y valientes están hechos por amor.
Haciendo honor a su cualidad de bestseller,
El héroe perdido es indudablemente una novela entretenida, pues contiene todos los elementos narrativos y argumentales que convierten su lectura en un rato de delicioso esparcimiento, pero también es cierto que a veces peca de esos errores que se le pueden achacar a las novelas apresuradas o poco meditadas. A pesar del incontable número de sorpresas y giros que da la trama, la historia no es que sea muy enrevesada, menos aún cuando el propio autor se encarga de recordarte obviedades acerca de los personajes y de sus objetivos en la novela
hasta niveles desquiciantes. El estilo de Rick Riordan es bastante resultón, fluido e incluso simple, deteniéndose a describir más bien poco escenas importantes para el desarrollo interior de los protagonistas o comprometidas por su elevado grado de acción y el caótico frenetismo propio de
las muchas batallas que tienen lugar en la novela. En ese sentido me hubiera gustado encontrar un poco más de profundidad en las respectivas personalidades de Jason, Piper y Leo.
Una cosa que me ha molestado en especial es la insultante facilidad con que los personajes salen airosos de cualquier problema que se les presente.
El héroe perdido es el perfecto ejemplo de historia en la que pase lo que pase,
siempre aparecerá alguien en el último segundo para solucionarlo. Tampoco se entienden los continuos cambios de narrador que se producen a lo largo de la novela cuando la mayor parte del tiempo están los tres personajes en el mismo sitio y no existen entre los diferentes puntos de vista diferencias estilísticas palpables que enriquezcan la lectura. Pero bueno, salvando esos detalles más o menos sin importancia, he de decir que el libro
me ha resultado en su conjunto bastante apetecible porque reúne las características que me gusta hallar en una novela juvenil, porque además me ha tenido muy enganchado en ciertas partes y porque tiene una emocionante conclusión que te hará sufrir por no tener la siguiente entrega a mano. En definitiva, aunque no me considero un fan incondicional de Rick Riordan,
hay que reconocer su gancho y su portentosa imaginación a la hora de escribir. Por eso, si te gustan las aventuras, la fantasía y el reconfortante vigor juvenil que proporcionan este tipo de libros, no lo dudes, tienes ante tus ojos una opción más que recomendable.