Aunque en su momento esta saga, que en apariencia
prometía ser el típico romance paranormal empapado de hormonas, me llamaba la atención lo mismo que a un esquimal un bloque de hielo, confieso que durante los últimos años he estado siguiéndole la pista como si me pagaran por ello, permaneciendo atento a la publicación de cada nuevo libro, leyendo las diversas reacciones de sus lectores fieles y observando la constante evolución de la saga a lo largo del tiempo hasta verla convertida en uno de los pesos pesados (aunque algunos se atrevan a afirmar lo contrario) del panorama actual en lo que a literatura juvenil se refiere. No todas las novelas tienen la suerte (o la inmensa desgracia, según se mire) de ser trasladadas a la gran pantalla, pudiendo llegar así a un público más amplio compuesto por lectores potenciales, pero la primera entrega de
Las crónicas de Caster lo ha conseguido por razones más o menos válidas y lo cierto es que no le vamos a quitar ese mérito. Tampoco voy a negar que la lectura de
Hermosas criaturas se ha visto entorpecida en cierta medida por
algún que otro tópico recurrente y parece ser que inevitable, pero más allá de su superficie arquetípica e impregnada hasta la médula del ombliguismo norteamericano, la novela de Kami Garcia y Margaret Stohl ha sabido cumplir con creces las expectativas que había depositado en ella.
-Cuánto envidio a los mortales. Os creéis capaces de cambiar el mundo, detener el universo y deshacer lo hecho hace mucho tiempo. Sois hermosas criaturas.
Quizá el rasgo más llamativo de
Hermosas criaturas es que al fin alguien parece haberse dado cuenta de que no todos los protagonistas de una novela juvenil han de ser a la fuerza la consabida adolescente mojigata, impresionable y con la inteligencia emocional de una bacteria que no sabe a cuál de los dos macizos que se debaten por su atención jurarle amor eterno, acaparando todo el peso de una trama romántica completamente insustancial, bochornosa y desquiciante a niveles que no se pueden describir. En este caso contamos con Ethan Wate, un joven estudiante de instituto que está
harto de vivir en el mismo pueblo deprimente, anodino e insulso de siempre y cuyo padre escritor vive encerrado en su estudio de forma permanente, a la espera de conseguir la novela americana definitiva. Junto con ellos vive la estrambótica Amma, una suerte de niñera y supersticiosa ama de casa adicta a la disciplina que en ausencia de su madre, lleva cuidando de Ethan desde que este tiene uso de razón, encargándose concienzudamente de que a nuestro joven protagonista jamás se le ocurra meterse en ningún lío por temor a ser la comidilla de un pueblo en el que
el más mínimo desliz se castiga con despiadadas críticas.
Gatlin es, en efecto, un minúsculo reducto social antiguamente sacudido por la Guerra de Secesión y que ahora vive dominado por las apariencias, el clasismo, la tradición y la falsa devoción de sus habitantes, así como por la obsesiva creencia de que cualquier contacto con el exterior supone una grave amenaza para la pureza del pueblo. Por eso, no es de extrañar que la llegada de una nueva estudiante al instituto de Gatlin se convierta en todo un acontecimiento, más aún cuando la susodicha alumna no es otra que Lena Duchannes, una chica atractiva, taciturna, misteriosa y lo que es peor, sobrina de Macon Ravenwood, el mayor paria que existe en todo el condado. En ese sentido, Stohl y García han realizado
una impresionante labor de ambientación, consiguiendo impregnar a la novela con ese toque oscuro, asfixiante y costumbrista que parece ser tan característico de la zona sureña de Estados Unidos.
Lena me estaba dando una parte de sí misma, la única realmente suya. Yo deseé recordar ese sentimiento y aquel momento como si fuera un recuerdo al que acudir cuantas veces quisiera.
Yo quería que todo permaneciera así para siempre.
Y para siempre resultó durar cinco minutos más.
En cuanto a la historia, solo puedo decir que
me ha sorprendido de manera positiva. Contra todo pronóstico,
Hermosas criaturas es algo más que una simple historia de amor entre adolescentes. Aunque la trama romántica va adquiriendo cada vez mayor importancia a medida que avanzan las páginas, la novela es principalmente una aventura de intriga, misterio, magia y sobre todo, de autoafirmación y búsqueda de uno mismo, una obra que conserva el espíritu juvenil de otros títulos más superficiales y
le añade interesantes reflexiones sobre temas cotidianos como querer sentirse aceptado, pero también sobre otros de mayor calado: la fuerza del destino, el valor del sacrificio y la importancia de luchar contra los criterios establecidos. Además, el libro me ha resultado bastante más entretenido de lo que esperaba y la prosa desenfadada, espontánea y refrescante de las autoras facilita enormemente su lectura.
Ahora bien, no me faltan "peros" que ponerle a la novela, y es que a la hora de profundizar en el aspecto psicológico de los personajes,
Hermosas criaturas se tambalea, centrándose demasiado en cómo actúan los protagonistas sin llegar a tener en cuenta los motivos que los impulsan. La mayoría de personajes secundarios están bajo mi punto de vista
muy poco trabajados y Ridley, la que a todas luces es la antagonista principal de la novela, sencillamente no da la talla. Más que una verdadera amenaza, sus aires de Lolita malvada la convierten en un prescindible cliché. Para colmo de males, los muchos momentos en que Stohl y García sacan a pasear su vena humorística, a mí me da un severo ataque de indiferencia, por no decir que hay ciertas escenas, diálogos y decisiones tomadas por los personajes que rozan peligrosamente lo absurdo. Sin embargo, he de admitir que en el cómputo global
Hermosas criaturas sale muy bien parada, no solo por su original punto de vista sobre un tema que está muy manido, sino porque me ha resultado una lectura
bastante amena, ágil, sorprendente, poco convencional y sobre todo, mucho mejor de lo que en un principio podía imaginar. Razones más que suficientes para seguir confiando en que su segunda parte volverá a colmar mis (ahora sí) elevadas expectativas.