Top 20: Los mejores libros de 2015

martes, 29 de diciembre de 2015




Si pensabais que abrir los regalos de Navidad es el momento más emocionante del año, siento deciros que aquí llega mi lista con las mejores lecturas de 2015. La verdad es que en esta ocasión no me ha costado mucho seleccionar qué títulos debían aparecer y cuáles era mejor dejar fuera; en general, ha sido un año de buenas lecturas, pero de pocas (relativamente) que lograran alcanzar el grado de sobresaliente o incluso el de obra maestra. Sí, ya sabéis, libros que trascienden cualquier tipo de valoración bien argumentada y se venden mejor diciendo eso de "más os vale salir cagando leches a por un ejemplar". Como siempre, habrá quien se eche las manos a la cabeza al ver en este ranking según qué novelas. También puede que añoréis ciertos libros de los que me habéis estado oyendo hablar maravillas. Sea como sea, lo importante aquí es compartir y contrastar opiniones. Adelante, abramos debate. Expresad vuestra conformidad o vuestro descontento. No os dejéis dentro ni una sola gota de bilis que os haya podido quedar tras las cenas familiares. Y por supuesto, muchas gracias a todos los que día a día, un año más, se pasan por el blog y le dan vida con sus visitas y comentarios. No os quepa duda de que convertís mis entradas en algo más que un simple hobby. ¡Nos vemos en 2016!



20. Marian Engel - Oso

A lo largo de Oso, la escritora canadiense Marian Engel demuestra poseer una infrecuente habilidad para transformar los aspectos más pérfidos de su novela en un acto de hermosa y arrebatadora naturalidad. Así pues, afirmar que esta estupenda obra trata sobre una mujer que mantiene encuentros carnales con un espécimen animal resulta tan superficial como inexacto. Más bien, Marian Engel elabora en torno a la figura de su protagonista (una mujer entristecida, solitaria, frustrada por sus decepcionantes relaciones con los hombres y por el rumbo errante que ha tomado su vida) un emocionante y cautivador relato sobre la feminidad, la necesidad de afecto y la importancia de recuperar las formas más elementales de comunicación. Leer más.



19. David Mitchell - Mil otoños

Me cuesta ser objetivo al hablar de David Mitchell, un autor que solo me ha regalado experiencias extraordinarias gracias a su exquisito estilo y el constante espíritu de innovación que imprime a sus novelas. Una ingeniosa revolución narrativa que no siempre persigue el progreso ni la evolución formal, sino la simple búsqueda de perspectivas más amplias. Y en ese sentido, cada nuevo proyecto en el que se embarca el autor británico se acaba convirtiendo en un éxito triunfal. Mil otoños es prueba evidente de ello, una novela emotiva, rotunda y sincera que tira de mecanismos bastante convencionales para contar una historia que sin duda ya nos suena. Sin embargo, Mitchell consigue desplegar aquí los distintos hilos argumentales de un modo que cautiva por su arrebatadora belleza y un poliédrico mejunje de voces narrativas. El resultado, un libro sencillamente asombroso.



18. Peter Cameron - Aquella tarde dorada

Los libros de Peter Cameron se leen como el discurso tambaleante de un adolescente con problemas de autoestima. A veces no sabes muy bien lo que quiere decir. A veces cuesta arrancarle las palabras adecuadas. Sus historias están labradas en el incómodo silencio de quien precisa andarse un buen rato por las ramas antes de soltar una revelación brutal. Sin embargo, todos esos escollos presentes en el canal comunicativo derivan en un magistral estudio de campo sobre las relaciones interpersonales que solo un escritor como Cameron podría llevar a cabo. Pocos autores son capaces de emocionar tanto haciendo empleo de tan pocos recursos narrativos, pero el estadounidense nos deleita una vez más con una novela que nos hará viajar hasta los confines del continente sudamericano para conocer de primera mano los entresijos de una peculiar familia lastrada por la pérdida. 



17. John Berendt - Medianoche en el jardín del bien y del mal

A lo largo de este libro, John Berendt elabora un minucioso y radiográfico retrato de Savannah, ciudad de Estados Unidos que se convirtió en el centro de todas las miradas al verse salpicada por un auténtico desfile de escándalos relacionados con un caso de asesinato. Sin perder en ningún momento su elevada capacidad de observación, la deliciosa, elocuente y exuberante exposición de los hechos ni la habilidad para ahondar en la laberíntica personalidad de los involucrados, Berendt consigue encandilarte con su novela desde prácticamente el primer brochazo, ese que habla de sibaritas amantes del arte, viejas damas ricachonas, individuos que pasean a perros invisibles, estafadores que se libran de cualquier responsabilidad judicial gracias a su desmesurado carisma, abogados sin escrúpulos, drag queens de sofocante labia, chaperos, prostitutas, drogadictos, exclusivas fiestas de etiqueta y rencillas de apariencia inofensiva que, no obstante, permanecen apaciblemente en la sombra, incubándose hasta que llegue el momento idóneo de eclosionar. Leer más.



16. Jennifer Egan - El tiempo es un canalla

La ganadora del Premio Pulitzer Jennifer Egan construye en El tiempo es un canalla una magnífica composición de historias cortas (ambientadas mayoritariamente en los cercados de la industria musical) que supera en todos los sentidos a la suma de sus partes. Cada capítulo constituye en sí mismo un núcleo argumental autosuficiente, pero que además juega un papel solapado en el propósito de contemplar el grueso de la obra como un ente sólido, compacto y al mismo tiempo amalgamado. Personajes que en cierto punto de la novela son protagonistas indiscutibles aparecen más tarde como meros secundarios bajo apariencia, motivos y circunstancias completamente inesperadas, proponiendo un juego narrativo muy seductor que Jennifer Egan lleva a cabo de manera inteligente, sagaz y con sobrado desparpajo.



15. Mo Yan - Sorgo rojo

Existen novelas que no logran satisfacer tus expectativas y existen otras que consiguen sobrepasarlas por completo. Tal es el caso de Sorgo rojo, novela del Nobel chino Mo Yan que a través de varias generaciones de una misma familia nos sumerge en las profundidades de la China rural y su turbulenta historia reciente. Empleado como símbolo, ideología y estandarte político, el sorgo domina cada rincón de esta historia con su presencia intemporal, manchando las páginas de sangre, vino y entrañas en un espectáculo tan cruel como hermoso donde se mezclan tradición, modernidad y mitología de un modo sencillamente sublime. 



14. Frederik Pohl - Pórtico

Considerada todo un clásico de la ciencia ficción, Pórtico narra el descubrimiento de una base de operaciones extraterrestre horadada en el interior de un remoto asteroide, acontecimiento que supondrá el empuje definitivo para que la humanidad se inicie en una serie de misteriosos e inescrutables viajes espaciales. A través del escalofriante testimonio de su protagonista conoceremos la atmósfera asfixiante y fatídica que reinaba en las instalaciones de dicha base, los asombrosos (pero escasos) hallazgos que a tan alto coste realizaban sus tripulantes y seremos espectadores de un lento pero firme proceso de degeneración sexual que acabará condicionando el carácter de no pocos personajes. Su trepidante ritmo narrativo, la inteligencia con que están hiladas todas las tramas y el certero perfil psicológico que hace Frederik Pohl de su narrador principal convierten a Pórtico en una sobresaliente novela. Leer más.



13. Haruki Murakami - Hombres sin mujeres

Ningún cambio radical ni revolucionario hay por descubrir en esta última tanda de relatos que nos trae el escritor japonés: sus personajes transitan los mismos y solitarios flujos narrativos, dejando a su paso un perturbador rastro de tristeza, melancolía y alienación especialmente contraindicado para individuos en bajo estado de ánimo. Ahora bien, tal y como indica su título, existe en Hombres sin mujeres la intención de entrelazar el conjunto de historias bajo un mismo leit motiv ; una omnipresente ausencia femenina que ejerce como aparato detonador de todos esos sentimientos que afloran sin cesar a lo largo de la antología. Emociones raras, complejas, incomprensibles y desconocidas se van acumulando a lo largo de Hombres sin mujeres en una especie de marea que lentamente se desborda y te ahoga.



12. Brian K. Vaughan & Fiona Staples - Saga. Volume Five

Capítulo a capítulo, Saga continúa haciendo méritos para ganarse el título de mejor novela gráfica que actualmente te puedes echar a la cara. Impactante, rocambolesco, impredecible, alocado y desmedido, este quinto volumen -al igual que sus antecesores- ofrece una auténtica (y literal) orgía de sensaciones y personajes conceptualmente hilarantes. El sueño húmedo de cualquier aficionado a las space opera no presume ni mucho menos de tener un argumento revolucionario, pero su fascinante imaginería visual y la exquisita anarquía temática que reina entre sus páginas convierten el proyecto de Brian K. Vaughan y Fiona Staples en un producto de adquisición obligatoria para cualquiera que ya crea haberlo leído todo.



11. Karen Russell - Vampiros y limones

Los numerosos cuentos de corte fantástico y sobrenatural que componen esta colección son tan diferentes unos de otros que a priori pudieran parecer el enloquecido producto de ocho mentes disociadas. No obstante, se percibe en todos ellos la indiscutible firma de una misma voluntad creadora, el leve rastro de un elemento común que dirige y coordina semejante batiburrillo de fórmulas anormales con la pericia propia de un director de orquesta. Karen Russell no solo cuenta con un indescriptible repertorio de ideas poco convencionales, sino que además dispone de los medios necesarios para llevarlos a buen término con una apabullante tasa de éxito. Leer más.



10. Robert Coover - Ciudad fantasma

No resulta fácil averiguar si la historia que nos propone aquí Robert Coover se mueve entre los límites de la genialidad o de la locura. Si todos esos pistoleros, sheriffs, sanguinarios forajidos y libidinosas damas de salón que campan a sus anchas por las desérticas calles de la población que da título al relato no son en realidad producto de alguien al que se le ha ido la mano con los psicotrópicos. Ciudad fantasma es, por decirlo de algún modo, un potente western alucinógeno en el que su protagonista (un forastero errante que acaba siendo engullido por un espejismo en forma de ciudad) es víctima de las más estupefacientes aventuras. Un particular homenaje a las historias del salvaje oeste americano en el que Coover, haciendo alarde de una espectacular y desviada imaginación, dispara imparables ráfagas de humor negro, casquería e indudable mala leche.



9. Nathaniel Hawthorne - La letra escarlata

La célebre novela de Hawthorne se postula casi de inmediato como un emocionante y extraordinario estudio sobre la conciencia, el pecado y la culpabilidad, tan completo y certero que quita el hipo. No es de extrañar que Hester Prynne sea considerada una de las principales heroínas de la literatura contemporánea: su entereza, valor y honestidad a la hora de afrontar la acusación de adulterio que lleva marcada sobre el pecho no hacen sino revelar las entrañas podridas de una sociedad injusta e hipócrita. Y si a un argumento potente le sumamos la excepcional maestría narrativa de su autor, palpable en todas y cada una de las páginas de La letra escarlata, obtenemos como resultado una obra sublime que se disfruta en cada línea, en cada giro inesperado de la trama y en cada vibrante alegato de unos personajes realmente inolvidables.



8. Philip Roth - Pastoral americana

En Pastoral americana, lo que comienza siendo un sentido homenaje a la figura de un hombre al que Nathan Zuckerman -narrador recurrente en muchas novelas de Roth- admiraba de pequeño, acaba degenerando poco a poco en un retrato visceral y poco halagüeño sobre un individuo decrépito y repleto de imperfecciones. Y aunque dicha biografía constituye por sí sola un estupendo aliciente para disfrutar de esta magnífica novela, repleta de pasajes, escenas y personajes fascinantes, lo que hace de Pastoral americana un libro realmente significativo es su amplio campo de dobles lecturas, siendo quizá la más importante de ellas la que habla de Estados Unidos como ese ser desmitificado que todo el mundo se empeña en alabar, pero que en realidad solo proyecta sombras turbias y siniestras.



7. John Kennedy Toole - La conjura de los necios

Basándome en lo mucho que me ha gustado este libro, me atrevería a decir que la muerte prematura de John Kennedy Toole nos ha privado de la que podría haber sido una de las mejores producciones literarias del siglo XX. Con sus constantes impertinencias, broncas, fanfarronadas y salidas de tono, Ignatius Reilly está considerado por muchos (y a partir de ahora, también por mí) como uno de esos personajes absolutamente memorables que se convierten en referente inmediato de toda la literatura posterior. La acidez de la que hace gala mediante sus constantes invectivas es solo comparable a la de los reflujos gástricos que tanto le molestan, mientras que el desdén con el que no tiene reparos en dirigirse incluso a su propia madre es solo una porción del que él mismo recibe cuando afirma estar escribiendo la obra literaria definitiva. Divertida, socarrona y sin ocultar nunca su cara satírica, La conjura de los necios es una novela que no debería faltar en ninguna estantería.



6. Hanya Yanagihara - A Little Life

Lo de Hanya Yanagihara es de una crueldad sin límites. Ella no conoce la compasión ni la misericordia. Sostiene cuidadosamente el corazón de sus personajes solo hasta que tiene la oportunidad de espachurrarlo entre sus dedos y depositar los restos en el fondo de un sumidero. Pocas veces a lo largo de mi trayectoria como lector he sentido de manera tan intensa, tan íntima, tan real, los acontecimientos que se desarrollaban ante mí. Pocas veces había tenido la oportunidad de cuestionar con tanta crudeza cuáles son los límites razonables de la amistad y el amor, o en qué punto se convierten en propios los dolores ajenos. Y A Little Life, novela controvertida donde las haya, ofrece la maravillosa posibilidad de experimentar todo eso. Leer más.



5. Eleanor Catton - Las luminarias

Las luminarias reúne todas las características narrativas que estimulan mis centros de placer. Es ambiciosa, detallista, sofisticada e hipnótica. Onírica, pero solo de una forma sugerente, sin llegar a levantar del todo los pies del suelo. Posee una estructura laberíntica en la que resulta tan fácil como placentero perderse. Parte de un planteamiento convencional (imitando la tradición estilística de la novela victoriana) al que la autora después le infunde una vibrante e innovadora perspectiva. Además, por ella deambulan infinidad de personajes absolutamente carismáticos e inolvidables, de esos marcados y que dejan marca, solapando en su camino multitud de tramas (cada cual más enrevesada que la anterior) que consiguen mantener siempre alto el nivel de tensión narrativa. Leer más.



4. David Foster Wallace - Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer

En realidad, cualquiera de los libros de David Foster Wallace que han pasado por mis manos este año posee cualidades suficientes como para figurar en esta lista. Pero si he de escoger solo uno, sin duda me decanto por esta hilarante crónica en la que el genio estadounidense, a bordo de un crucero en apariencia inofensivo, destripa sin contemplaciones la cara más amarga de la industria recreativa. En manos de Foster Wallace, lo familiar se transforma en hostil, lo asombroso en terrorífico y algo que a primera vista solo tiene la finalidad de entretenerte acaba poblando tus peores pesadillas. Impregnado de esa corrosiva sátira con la que suele amenizar sus escritos, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer supone una inapelable prueba más del superdotado instinto analítico que hizo del fallecido escritor norteamericano todo un icono de su generación.



3. Herman Melville - Moby Dick

La travesía del Pequod en busca de la legendaria ballena blanca es mucho más que una simple novela de aventuras salpicada de infumables circunloquios enciclopédicos sobre la anatomía de los cetáceos. Es un bombardeo constante de maestría narrativa y virtuosismo estilístico que resuena con la contundencia de las epopeyas clásicas, ofreciendo al lector un incomparable estudio de la naturaleza humana a través de sus más profundos miedos, deseos y obsesiones. Sin duda, hay que estar muy mentalizado para leerla, pero Moby Dick supone un titánico esfuerzo que te enriquece como lector de una forma desmesurada y tras el cual difícilmente volverás a aproximarte a una novela de la misma manera.



2. Tom Spanbauer - Yo te quise más

Sin apenas proponérselo, Yo te quise más se ha erigido como el epicentro de mis furores más íntimos. Desvelar demasiados detalles de la trama supondría arruinar gran parte de su encanto. Por lo tanto, me limitaré a decir que el solo recuerdo de sus recovecos argumentales basta para hacer saltar chispas a mi alrededor. No, no estoy exagerando. Enfrentarse a la narrativa de Spanbauer es un arriesgado acto de sumisión en el que tú te entregas a la historia que está ocurriendo delante de tus ojos y rezas con todas tus fuerzas para no salir escaldado. Pero ¡oh!, amigos, rezar sirve de poco. Una vez que empiezas a leer, no existe escapatoria posible: ya te has convertido en otra víctima más de Spanbauer y su triángulo de amor bizarro.



1. Thomas Pynchon - El arco iris de gravedad

Pues sí. Thomas Pynchon escribió en 1973 el mejor libro de 2015. El enigmático autor norteamericano derrama sobre las páginas de El arco iris de gravedad un inconmensurable torrente de luz que poco a poco se va descomponiendo en todos los colores del espectro. Sin embargo, la intensidad del reflejo provoca en gran cantidad de curiosos una ceguera que vuelve inapreciable la absoluta genialidad de esta obra maestra. Es cierto, nuestro ojo es un mecanismo vulnerable ante los destellos de una novela que demuestra en todo momento su flagrante desprecio por las pautas convencionales que rigen la construcción de una historia. Pero tampoco se puede alterar el orden natural de lo que aquí ha escrito Pynchon (una irreductible e hilarante amalgama de paranoias alucinógenas, teorías desquiciadas y conspiraciones políticas de carácter global) y seguir conservando ni siquiera un leve rastro de su magnífica complejidad. Tal y como escribió William H. Gass en su prólogo a Los reconocimientos, "Los grandes libros no pueden explicarse. Una explicación -en realidad, cualquier explicación- lo profanaría, ya que a lo que una obra de arte se opone es precisamente a la reducción". Y la de Pynchon es sin duda una novela que escapa a todo tipo de definiciones y mecanismos que traten de imponerle disciplina. Por eso, lo que considero más recomendable es lanzarse a la lectura de este libro sin pensar en los efectos nocivos de esa fuerza primordial que tira de nuestro cuerpo hacia el suelo. Sin echar siempre mano de guías, intérpretes ni aclaraciones vanas de algo que carece por completo de sentido. Sin andar buscando constantemente asideros cuando lo realmente divertido es saltar y dejarse arrastrar por el vacío.


2016: El año de las mujeres que escriben

domingo, 27 de diciembre de 2015

Que sí. Que se acaba el año. Ha llegado ese momento tan esperado de hacer repasos, balances y nuevos propósitos que no vamos a cumplir. En mi caso, al menos, todos y cada uno de los objetivos que me marqué a comienzos de 2015 se han ido estrellando estrepitosamente por el camino. Pero no pasa nada. Tengo otros proyectos entre manos que me impiden perder la ilusión. Y uno de ellos es este del que quiero hablaros hoy. Nada novedoso, desde luego: solo una burda imitación de ese desafío anual que tenía su centro gravitatorio en la figura de David Foster Wallace. Algo tan sencillo como escoger un autor e intentar abarcar a lo largo de doce meses toda o la mayor parte de su producción literaria. Con la salvedad de que este año el candidato lo elegís vosotros. Como si de un déjà vu electoral se tratase, a continuación os propondré cuatro escritoras de las que no he leído absolutamente nada para que, atendiendo a un breve repaso de sus respectivas trayectorias profesionales, decidáis cuál me conviene investigar de manera más urgente. Y yo, cual comprometido y abnegado bloguero, prometo ir leyendo y reseñando cada uno de sus títulos durante el próximo año. ¿A que suena divertido? Pues sin más preámbulos, os presento a las aspirantes:





Joyce Carol Oates

Novelista, autora teatral, editora y crítica estadounidense. Ya desde su primera novela, Oates ha construido un corpus literario en que se mezclan los elementos góticos con la aguda observación social. Sus trabajos reúnen los elementos típicos de este género de historias: las fuerzas inconscientes, la seducción, el incesto, la violencia, incluso la violación, a veces llevados a extremos sensacionalistas. En sus obras aparecen distintas épocas y paisajes, si bien ha escrito novelas que se alejan de estos lugares y tiempos exóticos para acercarse a temas de actualidad como el feminismo o la exploración de las ambigüedades y fantasías sexuales. Algunos de sus libros se remontan a sucesos y circunstancias de su propia familia.

Obras destacadas: Carthage, Puro fuego, La hija del sepulturero, Mujer de barro, Mágico, sombrío, impenetrable, Bellefleur, Un jardín de placeres terrenales. 


Sarah Waters

Escritora británica. Su primera novela apareció en 1998 y tiene por tema el lesbianismo en la época victoriana. La segunda, Afinidad, se desarrolla dentro de una prisión de mujeres en Londres -también durante la época victoriana- y retoma los temas con que la autora está más a gusto (amor, traición, corrupción, maquiavelismo y suspense), añadiendo un toque de espiritismo. Su tercera novela, Falsa identidad, le ha reportado su consagración. La historia procede de uno de los temas de la novela popular (complot, secuestro de niños, mundo de los ladrones) asociados a los amores entre personas del mismo sexo.

Obras destacadas: El lustre de la perla, Afinidad, Falsa identidad, Ronda nocturna, El ocupante, The Paying Guests.


Patricia Highsmith

Novelista estadounidense famosa por sus libros de suspense. La temática de su obra se centra en torno a la culpa, la mentira y el crimen, y sus personajes, muy bien caracterizados, suelen estar cerca de la psicopatía, moviéndose en la frontera misma entre el bien y el mal. La visión de la realidad que se desprende de sus novelas y cuentos es depresiva, pesimista y sombría, como también su concepto sobre el ser humano. Algunas de sus novelas incluyen referencias homosexuales; su novela Carol, que sus editores rechazaron por su temática lésbica, fue publicada bajo el pseudónimo de Claire Morgan en 1953 y vendió cerca de un millón de ejemplares.

Obras destacadas: Extraños en un tren, Carol, Crímenes bestiales, El talento de Mr. Ripley, La máscara de Ripley, El juego de Ripley, Tras los pasos de Ripley, Ripley en peligro.


Jane Austen

Destacada novelista británica. La ironía que emplea para dotar de comicidad a sus novelas hace que Jane Austen sea considerada entre los «Clásicos» de la novela inglesa. Su obra se centra en aspectos cotidianos y, por tanto, afines a la vida real. La variedad, el entretenimiento y el camino incierto del protagonista son temas que la autora aborda en la casi totalidad de sus obras. Además, busca romper con las barreras sociales, mostrándose reacia a la inmovilidad típica de la época. No es de menor importancia la prioridad que presta al detalle y a la descripción realista e ilustrada de personajes y lugares. Sus novelas contienen un mensaje instructivo, señalan el buen comportamiento y aportan una especie de experiencia ficticia, aunque siempre manteniendo los principios clásicos de verosimilitud.

Obras destacadas: Orgullo y prejuicio, Mansfield Park, Persuasión, Emma, Sentido y sensibilidad, La abadía de Northanger.


Y ahora, os toca a vosotros decidir:




Resumiendo... [22-12-15]

martes, 22 de diciembre de 2015




Siempre he sido una persona reacia a los cambios. Rutinaria. Inmovilista. Me gusta dejarlo todo como está. Conservar un orden, aunque éste no sea orden en absoluto. Prueba de ello es que durante los últimos tres años no he realizado ninguna modificación significativa en la estética ni en la estructura ni en la temática de este sitio en el que a día de hoy solo quedo yo. Sin embargo, hace ya unos cuantos meses que el cuerpo me pide otra cosa. Renovaciones. Mejoras. Arrojar mis principios por la borda. No quiero ser dueño de un museo; quiero un espacio en continua construcción. Ideas entrando y saliendo sin descanso. Secciones recurrentes que cambien constantemente de aspecto. Eso sí, la de hoy es una que cualquier habitual reconocerá enseguida: algo tan poco inédito e innovador como un resumen de mis lecturas más recientes. De acuerdo, lo admito: no se puede empezar peor una reforma. Pero soy de los que piensan que los ajustes, para que sean efectivos, hay que introducirlos de manera progresiva. Minimizar el impacto. Facilitar la adaptación. Estudiar qué funciona y qué no. Solo así se puede conseguir un espacio personal con el que encontrarse plenamente satisfecho. ¿Y no es ese un objetivo por el que vale la pena esperar cuanto sea necesario?


1. Marta Sanz - Farándula

Mis primeras sensaciones acerca de esta novela se movían entre la expectación y la reticencia. Expectación porque los libros de Anagrama son poco menos que un valor seguro. Reticencia porque yo la narrativa contemporánea española, por lo general, o no la entiendo o de verdad hay quien piensa que lo que está escribiendo tiene el más mínimo sentido. Sin embargo, Marta Sanz está hecha de otra pasta. A Marta no solo la entiendo, sino que comulgo con ella. Imposible no hacerlo con esa implacable ametralladora en la que se convierte cada página de Farándula apuntándote entre ceja y ceja. Al situarse tras los telones del mundo del teatro y del show business, Sanz elabora un complejo e intrincado mapa de la situación política y socioeconómica de nuestro país, ese trozo de tierra surcado de cicatrices que algunos continúan empeñándose en llamar patria y que, paradójicamente, cada vez se parece más a un espectáculo de variedades. El reparto, de lujo, lo forma un elenco de personajes de lo más peculiar (actrices retiradas, celebrities con conciencia social, viejas glorias y nuevas promesas a la caza de una oportunidad) que se mueven no sin cierta problemática a través de un texto duro, maduro, inteligente, ácido y brillantemente despiadado. Sin duda, una muy grata sorpresa. Valoración: ★★★½


2. John Fowles - El árbol

Por si no lo conocíais, John Fowles es el reputado autor de El mago, uno de esos libros que el canon occidental nos obliga a leer antes de morir si queremos alcanzar el estatus de persona culta. Sin embargo, Fowles no solo se dio a la novela, sino que tuvo tiempo de sacar ideas de debajo de las piedras y elaborar con ellas truculentos ensayos como el que recientemente ha rescatado la editorial Impedimenta. En El árbol, Fowles nos relata su infancia en Inglaterra y cómo la obsesión de su padre con la explotación comercial de los árboles que tenían en su pequeño huerto lo condujo a abrazar ideas y doctrinas opuestas que posteriormente desarrollaron su creatividad y forjaron su visión del mundo. A priori no parece muy interesante, pero lo es. Fowles se las ingenia para hablar en este libro de las plantas, la naturaleza y de lo verde en general como si fuera la hostia en verso, desarrollando postulados científicos, sociales e incluso metafísicos que te dejan bastante patidifuso. Sorprendente, curioso y enriquecedor, El árbol de Fowles es mucho más de lo que aparenta a simple vista, así que no dudéis en darle una oportunidad si tenéis la ocasión. Valoración: ★★★½


3. Joy Williams - Estado de gracia

La verdad, no quiero ser duro con Williams, pero he de reconocer que este segundo contacto que tomo con su obra es, si acaso, una pálida sombra del primero. Algo lógico, por otro lado, teniendo en cuenta que Estado de gracia constituye su debut literario y que median casi treinta años entre este último y la indiscutible obra maestra que es Los vivos y los muertos. Dejando a un lado las consideraciones cronológicas, si hay algo que permanece muy candente en la narrativa de Williams es su maravilloso e inconfundible sello personal. Como todos los libros que merecen la pena, Estado de gracia es una obra difícil de pillar y fácil de volverse indigesta. Es una novela fragmentada y difusa, una novela rota sobre gente rota. Durante los primeros compases no sabes muy bien lo que está pasando, pero tienes la certeza de que no es bueno. Poco a poco, a medida que la voz narradora va definiendo los contornos de la historia, el horror cobra vida y las palabras no bastan para expresar todo aquello que acaba tomando forma en la mente de nuestra protagonista. Una mente en la que nadie querría estar y por la que Joy Williams nos conduce sin reparos ni miramientos, sin cogernos de la mano, bajo la sombra amenazante de una infancia traumática y un padre sin escrúpulos. Sí, amigos. Así de grande es Joy Williams, que hasta una novela suya que considero floja resulta ser mejor que la mayoría. Valoración: ★★★½




4. Nathaniel Hawthorne - La letra escarlata

La letra escarlata es uno de los pocos clásicos que quedan de cuyo argumento no tenía ni la más mínima idea. De hecho, yo me imaginaba que este libro iba sobre cosas totalmente diferentes y que estaba escrito en un tono totalmente diferente (quizá porque desempeña un papel bastante importante en otro título de Paul Auster, Brooklyn Follies, y mis recuerdos me jugaron una mala pasada). Pero no. Y menos mal. Porque ha sido terminar la celebérrima obra de Hawthorne y entrar directa en la lista de mejores lecturas del año. Qué libro. Qué personajes. Qué delicia de estilo. Al principio no me convencían mucho las diatribas un tanto espesas del narrador, funcionario norteamericano que dice haber encontrado unos papeles perdidos en los que se da testimonio de cierto escándalo cometido tiempo ha en el seno de una comunidad puritana. Ya sabéis, la vieja excusa de los papeles perdidos... Sin embargo, el relato de Hawthorne se convierte casi de inmediato en un emocionante y extraordinario estudio sobre la conciencia, el pecado y la culpabilidad, tan completo y certero que quita el hipo. No es de extrañar que Hester Prynne sea considerada una de las principales heroínas de la literatura contemporánea: su entereza, valor y honestidad a la hora de afrontar la acusación de adulterio que lleva marcada sobre el pecho no hacen sino revelar las entrañas podridas de una sociedad injusta e hipócrita. Y si a un argumento potente le sumamos la excepcional maestría narrativa de su autor, obtenemos como resultado una obra sublime que se disfruta en cada línea, en cada giro inesperado de la trama y en cada vibrante alegato de unos personajes realmente inolvidables. Valoración: ★★★★½


5. Dan Simmons - El hombre vacío

Si habéis estado un poco pendientes del mundillo Blogger durante las últimas semanas, muy probablemente habréis oído hablar de Simmons y de esas flamantes reediciones de la saga Hyperion que ojalá se estén vendiendo como churros. Sin embargo, yo, que voy al revés del mundo, me he estrenado en la obra del autor con esta novela independiente sobre fuertes lazos conyugales, superpoderes psíquicos e identidades perdidas. En El hombre vacío, Simmons nos habla de Jeremy Bremen, un prodigioso matemático que comparte con su mujer la habilidad de escuchar pensamientos ajenos. En principio es todo de color de rosa. Pero cuando su esposa muere a causa de un tumor cerebral, el curioso don de Bremen se convierte en una maldición: la cháchara mental de todo aquel que le rodea se infiltra de manera hostil en su propia cabeza. Y como consecuencia, Bremen se acaba interponiendo en el camino de gente bastante indeseable. De forma paralela, Simmons ameniza un poco la trama a través de flashbacks que nos permiten conocer más profundamente, entre otras cosas, el tipo de conexión neuronal que el protagonista mantenía con su mujer o las farragosas teorías metafísicas (lo de Schrödinger es nivel principiante comparado con lo que se cuece en este libro) que Bremen elabora para comprender a grado cabal el origen, las repercusiones y las hipotéticas aplicaciones de su telepatía. Una lectura amena e interesante, sí, pero un poco irregular para mi gusto. Valoración: ★★★


6. Emily St. John Mandel - Estación Once

Desde el pasado mes de noviembre, los lectores españoles ya podemos disfrutar de uno de los libros más hypeados de la temporada pasada. Estación Once, la enésima novela post-apocalíptica que supuestamente viene a revolucionar nuestro concepto de lo que significa sobrevivir al fin de las redes sociales y los smartphones. Pues bien, he de decir que la novela de Emily St. John Mandel, aunque me ha gustado, tampoco me ha parecido extraordinaria. A pesar de sus destrezas y virtudes, creo que no acierta a cumplir las expectativas ni los objetivos planteados (cosa que quizá sea mayor responsabilidad de un marketing engañoso). No obstante, Estación Once es una buena novela coral, dividida en dos líneas temporales interconectadas, en la que una repentina pandemia mundial ha arrasado con el 98% de la población del planeta. En el futuro, algunos supervivientes se organizan en troupes itinerantes que viven para representar obras de Shakespeare allá por donde van. Pero también hay otros que forman parte de una peligrosa y misteriosa secta cuyos objetivos no están demasiado claros. Ahora bien, si esperáis buenas dosis de acción, aventura e intriga, manteneos bien alejados de este libro. Estación Once no es una novela para los amantes de la adrenalina. Ni siquiera creo que llegue a la categoría de ciencia-ficción: es sencillamente un relato reflexivo, con tendencia a lo existencialista, sobre un puñado de personas que subsisten en un mundo desolado y que trata de explicar cómo el arte, en sus distintas facetas, nos ayuda a afrontar la extinción. Definitivamente, no es lo que esperaba, pero he de reconocer que tanto el tono como la temática propuesta por St. John Mandel me han acabado convenciendo a pesar de las reticencias iniciales. Y eso es algo que solo un buen libro consigue. Valoración: ★★★


7. Cees Nooteboom - El caballero ha muerto

Cees Nooteboom es probablemente uno de los autores holandeses más conocidos y prestigiosos. Pero siendo sinceros, mi primera incursión en su vasta producción literaria me ha dejado bastante frío. El concepto en el que se basa El caballero ha muerto me parece revolucionario y atractivo a partes iguales: el narrador es un escritor que trata de terminar la obra inacabada de un amigo suyo, un libro cuyo argumento es precisamente el de un señor que trabaja en la novela incompleta de otro escritor. Sí, muy metaliterario todo. Sin embargo, la ejecución del mismo me ha resultado torpe y vacilante. No he conseguido conectar con los personajes de la obra que hay dentro de la obra, ni he captado el sentido del artefacto narrativo que va montando Nooteboom a lo largo de esta novela. El caballero ha muerto contiene algunas reflexiones interesantes sobre la inspiración y la creatividad literaria, así como lo que significa ser escritor, todo ello intercalado con ligeras dosis de surrealismo que no sé hasta qué punto casan con el tono general de la historia. Aún así, no descarto en absoluto intentarlo de nuevo con algún otro de sus títulos. Valoración: ★★


Foto de familia. ♥

Y eso es todo lo que voy a resumir por hoy (*se limpia el sudor de la frente*). Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena: merecéis mi más sincero reconocimiento. Espero que al menos algún titulo os haya picado la curiosidad. Pero si no es el caso... contadme, ¿cómo han sido vuestras últimas lecturas? ¿Os atrevéis a lanzarme alguna sugerencia literaria? ¡Nos vemos!

Gail Parent - Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York

martes, 1 de diciembre de 2015

► Título original: Sheila Levine is Dead and Living in New York
► Autor: Gail Parent
► Traducción: Zulema Couso
► Año de publicación: 1972
► Editorial: Libros del Asteroide
► Páginas: 288


No cabe duda de que el tiempo ha tratado injustamente a Sheila Levine. Aunque en su día gozó de gran popularidad, su nombre acabó regresando al reino de las sombras a la espera de obtener algún día el reconocimiento que desde luego merece. Y es que, por sorprendente que pueda parecer, existe toda una ristra de iconos televisivos que deben su nacimiento y posterior salto al estrellato a este singular personaje de Gail Parent. Sheila Levine es ni más ni menos lo que obtendrías de una mezcla cuyos ingredientes principales fueran la Hannah Horvath de Girls, la Carrie Bradshaw de Sexo en Nueva York -eso sí, desprovista de su impresionante vestidor- y una Bridget Jones que en lugar de entradas de diario fuera por ahí escribiendo notas de suicidio.

Porque, en efecto, Sheila Levine ha dejado de sentir aprecio por la vida. De ascendencia judía, Sheila acaba de sobrepasar la treintena y los implacables dictámenes de su generación indican que su persistente estado de soltería es muestra inequívoca de que ha fracasado como mujer. Sus numerosos intentos de encontrar marido han terminado siempre de forma inesperada o incluso bochornosa. Así que, harta de imposiciones y esperanzas frustradas, cansada de perseguir un objetivo que constantemente se le escapa, Sheila ha decidido poner fin a todo, no sin antes explicar con pelos y señales los motivos que la han empujado a tomar tan contundente determinación.

Ahora bien, no tenéis de qué preocuparos. A pesar del siniestro y un tanto rocambolesco carácter de su premisa, Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York se postula como firme candidato a convertirse en uno de los libros más divertidos del año. Dado el tono satírico, hiperbólico y sin tapujos de la novela, es difícil no atragantarse de la risa cada vez que la protagonista eleva alguna de sus innumerables quejas en lo que respecta a sus problemáticas interacciones con el sexo masculino. Con un estilo mordaz, provocativo e irónico, Gail Parent elabora un certero retrato de la condición femenina a través de las experiencias de Sheila en diferentes etapas de la vida, desde la niñez y su temprana asimilación del matrimonio como un objetivo fundamental para asegurarse un buen estatus hasta la pérdida de la virginidad en su adolescencia, más turbulenta y casquivana de lo que cabría imaginar a simple vista.

"¿Qué es eso de que no deje que los chicos me toquen ya sabes dónde, mamá? Da gustito que te toquen ya sabes dónde."

Ya entrada en la madurez, tratando de alcanzar por todos los medios la independencia económica, Sheila irá acumulando decepciones amorosas en su apartamento de Nueva York mientras se rodea de supuestas amigas que a ojos de Sheila no son más que competencia a la hora de captar novios potenciales. Las fiestas a las que acude o las que ella misma organiza se transforman rápidamente en cotos de caza, los viajes que realiza por el viejo continente derivan en una especie de turismo sexual sujeto a todo tipo de aventuras y cualquier conversación casual con el vecino del 5º es susceptible (según Sheila) de desembocar en una pedida de mano que le proporcione el alivio deseado. Sin embargo, la insalvable frontera entre realidad y expectativas es una constante temática que acompaña a Sheila en todo momento de la historia. Su imaginación es su peor enemiga. Partiendo de esa base, Gail Parent se las ingenia para que su desconsuelo sea nuestra fuente de satisfacción, y lo hace con una comicidad inapelable. El artefacto narrativo de la novela es como una inmensa y disparatada composición de skecthes que sí, pecan de recurrentes y giran en torno a lugares comunes, pero siempre consiguen encontrar nuevas formas de provocar esa ansiada reacción que es la risa.

Al menos, ese ha sido mi caso. Aunque hay ciertas partes de la novela que brillan más que otras, Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York es en líneas generales una obra muy divertida y recomendable, sobre todo si estás familiarizado con esos personajes femeninos al borde de la histeria de los que Gail Parent es referencia directa. Puede que hayan pasado más de cuarenta años desde que este mítico personaje viera la luz por primera vez, pero su recuperación no puede ser a día de hoy más oportuna. Así que haceos un favor y leedla. Porque, señoras y señores: Sheila Levine no está muerta... está más viva que nunca.



 
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