Una de las cosas que más me atrajo a la hora de comprar "Rachel se va de viaje" fue, sin lugar a dudas, el llamativo argumento. Ya había leído muchos otros libros de Marian Keyes, por lo que me hacía una idea bastante aproximada de lo que me iba a encontrar en este nuevo tomo. ¿Mujer, irlandesa y sobrepasada por la crisis de los 30? Solo podía ser una de las novelas de Marian, pensé. Sorpresa la mía cuando llegué a casa, abrí por la primera página y comencé a devorar un relato que, si bien continúa en la línea que la escritora comenzó a dibujar en la anterior entrega de las Hermanas Walsh, supone un increíble salto de calidad tanto en forma como en contenido respecto a lo ya visto en "Claire se queda sola". Marian Keyes ha construido esta vez un magnífico y elaborado cuadro acerca de la drogadicción y sus terribles consecuencias, narrado con la profundidad, el desgarro y la crudeza de quien ha tenido que sobreponerse, tras una larga lucha, a sus propios problemas con el alcohol.
Título: Rachel se va de viaje
Autor: Marian Keyes
Año de publicación: 1998 (2003 en la ed. original)
Editorial: DeBolsillo
Género: Novela, comedia romántica
Páginas: 608
PVP: 8,95
ISBN: 978-84-975-9917-7
Sinopsis:
Rachel es una entusiasta consumidora de drogas "recreativas". Según ella, no por adicción, sino por pasatiempo. Al fin y al cabo, hoy día, ¿quién no toma de vez en cuando un ácido, una raya o unas pastillas? ¿Qué mejor para olvidar las tensiones del trabajo y disfrutar un rato de la vida? Pero, en una de ésas, se le va la mano y tras una noche de excesos se atiborra de tranquilizantes para dormir a pierna suelta y empezar fresca una nueva jornada laboral. Para su sorpresa, a la mañana siguiente no despierta en su habitación sino en la cama de un hospital, después de un lavado de estómago y a punto para ingresar una temporada en una peculiar clínica de rehabilitación...
"Estaba ofendida por la acusación de drogadicta, porque yo no era ninguna drogadicta. Los drogadictos, además de tener marcas en los brazos, llevaban el cabello sucio, siempre tenían frío, iban encorvados, llevaban zapatillas de deporte de plástico, merodeaban por los bloques de apartamentos y, como ya he dicho, estaban delgados.
Yo no estaba delgada. Y no era porque no lo intentara, desde luego..."
Opinión:
Aunque esta obra pertenece a lo que los fans de Marian Keyes han bautizado como la serie de las Hermanas Walsh, he de decir que cada uno de los ejemplares que conforman la serie pueden leerse por separado y en el orden que uno quiera. Sin embargo, es preferible hacerlo según el orden de publicación ya que en cada uno de ellos aparecen referencias a personajes y situaciones de libros anteriores. Pero como digo, no es imprescindible ni afecta en absoluto a la comprensión de la historia. Una vez aclarado este punto, nos adentramos en las entrañas de esta peculiar novela para descubrir a Rachel Walsh, la hija mediana de una familia en la que sus miembros son, a excepción del padre, cada cual más extravagante y alocado que el anterior. Rachel hace mucho que se fue de casa y ahora trabaja y vive en Nueva York, ciudad de fiestas y excesos en la que será prácticamente imposible mantener "a raya" su adicción a las drogas y al uso indebido de medicamentos.
Tal y como reza la sinopsis del libro, en una de esas ocasiones en las que da rienda suelta a sus correrías, Rachel sufre un sobredosis tan fuerte que su compañera de piso, Brigit, se la encuentra tirada en la cama, medio muerta. Tras el grave incidente, Rachel vuelve a Irlanda a pasar unos días con su familia y tratar de olvidar el suceso que a punto estuvo de costarle la vida. Sin embargo, los padres de Rachel tienen otros planes para ella y lo que no sabe es que está a punto de ser internada en The Cloisters, un centro de rehabilitación del que no saldrá hasta que no haya sido capaz de resolver sus problemas.
"¿Qué había hecho para acabar así? Yo era una joven independiente, sofisticada y trabajadora que vivía en Nueva York. Y no una chica de veintisiete años, sin embargo, a la que habían tomado por drogadicta y habían metido en un centro de rehabilitación en el culo del mundo, y que ahora estaba en un lavabo con una caja de Valium escondida en las bragas."
A partir de entonces seremos testigos de un espectacular proceso de cambio en el interior de Rachel. Acostumbrada como solía a estar rodeada de sustancias que le ayudaban a solventar sus preocupaciones diarias, Rachel comienza a sentirse embargada por la angustia y la sensación de soledad que, a pesar de estar rodeada de gente, transmite su estancia en el centro. Si hay algo que no me ha terminado de convencer es la lentitud con la que se desarrollan los acontecimientos durante esta primera parte del libro. De repente nos encontramos con una multitud de personajes nuevos, que a mi entender no están debidamente introducidos, y con una Rachel que de la noche a la mañana se encuentra participando en las actividades de The Cloisters en calidad de mera observadora. Suerte que a lo largo del libro se van intercalando las vivencias de Rachel en el centro con una serie de Flashbacks donde descubrimos cómo era realmente la vida de Rachel en Nueva York y cómo, cuándo y dónde conoció a Luke Costello, el novio que nuestra protagonista dejó escapar por culpa de su adicción.
"Dicen que el camino del amor verdadero está lleno de obstáculos. Pues bien, para Luke y para mí, ese camino no sólo estaba lleno de obstáculos, sino que además tenías que recorrerlo con unas botas nuevas que te rozaban los talones."
En líneas generales, el arranque de Rachel en la clínica se reduce a entablar breves conversaciones con cada uno de los demás internos y a mostrarse espantada por los métodos de rehabilitación que se practican en The Cloisters. Pero algo que sí está muy bien conseguido es la evolución que sufre Rachel durante esta etapa de adaptación. Con casi nadie con el que hablar y rezando para pasar desapercibida en las sesiones de grupo, Rachel atraviesa un proceso de autorreflexión muy profundo en el que llegará a preguntarse lo que en el fondo llevaba tanto tiempo evitando: ¿será verdad que tengo un problema?
"Habitualmente no me dejaba afectar por los comentarios que presuntamente iban dirigidos a mí, pero aquel día no encontré fuerzas para adoptar esa actitud. Ten cuidado, me dije. No te abras demasiado, porque si lo haces, te desarmarán."
Y así, como quien no quiere la cosa, te encuentras con una historia que te va gustando más y más. A falta de personajes secundarios que merezcan la pena, la historia de Rachel Walsh y de sus andanzas en The Cloisters da como para rellenar varios libros más sin ningún tipo de problema. Aunque, dicho sea de paso, me da un poco de pena que lo más llamativo de una novela no sea la historia principal, sino los recuerdos que va reconstruyendo Rachel sobre su vida en Nueva York cuando aún tenía a Brigit, no solo como compañera de piso sino como amiga, y conservaba al carismático y encantador Luke Costello como amante desbocado. En definitiva, "Rachel se va de viaje" es un libro que va ganando puntos conforme vas pasando las páginas. A pesar de contener un trasfondo dramático, como es el problema de las drogas, Marian Keyes no ha optado por darle un enfoque sentimentalista. Más bien nos ofrece un relato de superación personal cargado de diversión, sexo, sarcasmo, momentos para el recuerdo y un final precioso que hacen de "Rachel se va de viaje" una lectura original, amena y muy recomendable.
Puntuación:
"Rachel se va de viaje"
4/5
Divertida