Lionel Shriver - Propiedad privada

viernes, 12 de febrero de 2021



Título original:  Property. Stories Between Two Novellas.
Traducción: Daniel Najmías
Año: 2018
Edición: Anagrama(2020)
Páginas: 408


Quien haya leído la conocida novela de Lionel Shriver Tenemos que hablar de Kevin tiene idea de lo mordaz y ridículamente sangrante que puede llegar a ser la escritora norteamericana cuando se lo propone. En su nueva colección de relatos, Shriver (Carolina del Norte, 1957) articula una serie de sobresalientes piezas narrativas que giran en torno al concepto de propiedad, bien inmobiliaria o bien sentimental, y deja claro que no ha perdido ni un ápice de su particular derechazo.

En la novela corta «La araña de pie» Shriver disecciona la relación de Jillian y Weston, dos amigos con un alto grado de complicidad y que en el pasado mantuvieron un breve idilio, mientras se pregunta hasta qué punto una relación en apariencia inquebrantable puede soportar el peso de los celos. «El falso plátano autógamo» es un entrañable cuento sobre una mujer que trata de digerir la muerte de su marido mientras arregla el jardín en el que trabajaba, ahora totalmente descuidado,  y que se topará con un obstáculo enraizado en una parcela contigua.  En «Terrorismo doméstico» unos padres deciden que es hora de echar a su hijo treintañero de casa, mientras que en «Cartas robadas» un funcionario de Correos propicia un encuentro con una desconocida después de fisgonear en la correspondencia ajena.

«Tipos de cambio» explora, bajo la sombra de un cheque sin cobrar, la complicada relación de un padre con su hijo; por su parte, «Kilifi Creek», sin duda uno de los relatos más singulares de la colección, narra las peripecias africanas de una joven con flagrante exceso de confianza. Una muestra asombrosa del manejo que hace Shriver de la tensión narrativa y que deriva en una escalofriante composición de terror psicológico. Shriver realiza una hilarante y maquiavélica aproximación a lo sobrenatural en «Recuperación de una propiedad ejecutada», en el que la nueva inquilina de una casa sufrirá el acoso de su antigua dueña. En «Alimañas», una pareja de artistas descubre que una familia de mapaches se ha instalado en un hueco de su edificio, mientras que en «Del paraíso a la perdición», un ejecutivo se pega la vida padre en una isla remota tras cometer un desfalco multimillonario. Pone el broche final a la colección «La Realquilada», en el que Shriver ahonda con abrumadora erudición en el conflicto irlandés al tiempo que Sara, su protagonista, trata sin éxito de desalojar a una compañera de piso. 

Por mucho que se repitan algunos motivos argumentales a lo largo de estas doce historias, la escritura de Shriver te pilla siempre con la guardia baja. Sus personajes son fierecillas aparentemente inofensivas que sacan las uñas cuando un extraño se atreve a cruzar las lindes de su terreno. Haciendo gala de un estilo afilado, prolijo y plagado de sarcasmo y exquisito humor negro, Shriver explora como pocos autores contemporáneos lo saben hacer esa respuesta primitiva del ser humano a la transgresión de su patrimonio. En un tono que podría considerarse admonitorio si no se percibiera el retorcido deleite de la autora ante los dilemas de sus personajes, Shriver airea a lo largo de Propiedad privada todo tipo de rencillas familiares, conflictos de pareja, desacuerdos entre vecinos y disputas territoriales con brutal mala leche y un delicioso sentido del espectáculo. La brecha generacional, la precariedad laboral y económica o el desgaste causado por la convivencia son algunos de los temas recurrentes que Shriver aborda en este libro y que identifica como la fuente de distintos malestares capaces de escalar y convertirse en auténticas declaraciones de guerra. Propiedad privada: léanlo. Y pónganse a cubierto.


«No cabía duda de que cualquier lugar de mala muerte podía parecer impagable siempre y cuando otro pánfilo estuviera dispuesto a disputártelo.»


PUNTUACIÓN: 

Elizabeth Harrower - La torre vigía

viernes, 5 de febrero de 2021



Título original:  The Watch Tower
Traducción: Jon Bilbao
Año: 1966
Edición: Impedimenta (2020)
Páginas: 312



Convertido en clásico de las letras australianas, aunque no muy conocido en nuestro país, La torre vigía se incorporaba hace apenas unos meses al catálogo de Impedimenta, editorial que viene de reivindicar la indómita figura de Barbara Baynton y su Estudios de lo salvaje. La novela de Elizabeth Harrower (Sidney, 1928), tenebrosa y resplandeciente a partes iguales, nos pone en la piel de las hermanas Vaizey, dos muchachas tan dispares como desprotegidas del mundo real y cuyas vidas se verán sacudidas por el repentino fallecimiento de su padre. Arrancadas de un día para otro del internado donde estudian, Laura y Clare pasarán a hospedarse con su indiferente madre, una mujer más preocupada por echar unas partidas al bridge con sus amigas que por las necesidades materiales y emocionales de sus hijas. 

Laura, la hermana mayor, asumirá sumisa no solo el papel de ama de casa, sino el de soporte económico del hogar. Su puesto en una fábrica de cajas le abrirá las puertas del corazón de su jefe, el emprendedor y admirado Felix Shaw, con quien acabará casándose por pura comodidad, sin saber que el matrimonio le guarda a Laura algunas sorpresas de lo más desagradable. Y es que el intachable y virtuoso Felix es también un perfecto abusador doméstico, una fuerza imparable de la naturaleza que descarga su furia ebria contra todo lo que le salga al paso. Pronto, las indefensas hermanas se verán encerradas en una torre de ambiente irrespirable. Harrower describe esta agónica convivencia entre las niñas y el monstruo con una templanza escalofriante, explorando de forma brillante las consecuencias de esta subordinación psicológica a las que las hermanas se ven sometidas. 

El silencio, la soledad, el sentimiento de invalidez... para Harrower, las secuelas mentales escuecen mucho más que cualquier moratón y parecen más difíciles de erradicar. En La torre vigía, los arrebatos violentos de Felix se ven precedidos por una elipsis que se cierne de manera conveniente sobre la narración. Harrower evita la tormenta, pero se detiene minuciosamente en los restos del naufragio. Sin embargo, la sensación es igualmente devastadora. La historia de Laura y Claire evidencia de manera significativa el ocaso de la infancia y la inocencia que va aparejada a ella. A pesar de ser la hermana pequeña, o precisamente por eso, Claire, aferrada a su febril imaginación, es la que dispone de más herramientas para combatir el trauma, siempre evadiéndose en el bullicio de vidas ajenas y de románticas fantasías. Laura, por su parte, encarna el eterno dilema de la víctima: incapaz de soportar la situación, pero tampoco de denunciarla, Laura deposita todas sus esperanzas en la providencia del destino. 

Teniendo el estallido de la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, Elizabeth Harrower nos hace transitar en La torre vigía por un universo narrativo crepuscular, desangelado, un universo que parece lamentarse de una pérdida que aún no ha sufrido. «Bisoñas, triviales, seguras, avergonzadas, las hermanas Vaizey formaban parte de un auditorio que presenciaba la destrucción de la luz del mundo, desde las butacas rojas acolchadas en una oscuridad desinfectada que olía a lilas. Se hallaban constreñidas en sí mismas y en sus escasos centímetros cuadrados de conocimiento y experiencia. Percibían en cada una de ellas la ineptitud, la vacuidad y la frustración de quien busca agua en un pozo seco». Con un estilo sutil y deliciosamente elegante, Elizabeth Harrower nos ofrece en La torre vigía una lectura idónea para quien esté sediento de voces inéditas. 


«Estar ligada a alguien, en ese momento de su vida, a través de cualquier vínculo, pese a los buenos términos de este y lo grato que fuera, era tan apetecible como un estrangulamiento, y se le parecía bastante.»


PUNTUACIÓN: ★★★☆

Elena Ferrante - La vida mentirosa de los adultos

miércoles, 3 de febrero de 2021



Título original:  La vita bugiarda degli adulti
Traducción: Celia Filipetto
Año: 2019
Edición: Lumen (2020)
Páginas: 368



Elena Ferrante (Nápoles, 1943) es con toda seguridad el misterio sin resolver más apasionante de la literatura contemporánea. La Thomas Pynchon femenina (¿o no?), el secreto mejor guardado del mundo editorial, encandiló a medio planeta con su ya consagrado cuarteto napolitano, en el que Ferrante despliega con absoluta artesanía el arte de la escritura febril, desatada, incorregible, calificativos que definen con igual exactitud a su, hasta el momento, anónima autora. Tenía difícil satisfacer las expectativas con su nuevo trabajo, pero La vida mentirosa de los adultos no hace sino confirmar que Elena Ferrante es, sin ningún tipo de exageración, una de las escritoras vivas más importantes e inigualables del mundo. 

Ferrante consigue en apenas unos capítulos de su última novela que nos olvidemos de Lila y Lenù con una facilidad casi escalofriante. Y es que la historia de Giovanna arranca con una traición: la de su padre, al que admira con ciega devoción, y que un día se atreve a llamarla fea, comparando su rostro con el de su tía Vittoria, nombre impronunciable y amenazador, figura desterrada del árbol genealógico. Esta revelación abre una profunda grieta en el carácter aún sin desarrollar de Giovanna, que se dedicará a escarbar con ahínco en esa parte oscura de la historia familiar. Giovanna pronto descubrirá por boca de su odiosa tía no solo la bajeza en las formas, sino el placer elevado de las pasiones. A medida que sigue congraciándose con la enemiga declarada de su padre, Giovanna irá cuestionando su mundo perfectamente aburguesado y entenderá, no sin dolor, que vive una realidad cristalina a punto de resquebrajarse para siempre.

Así, Ferrante propicia la entrada de Giovanna en el mundo de los adultos de un empujón que la precipita hacia los infiernos de la incomprensión y el desconsuelo. La complejidad y las contradicciones presentes en todas las relaciones, los incontrolables —y a veces, incomprensibles— impulsos del cuerpo, y hasta los estudios... todo parece resistírsele a Giovanna en esta nueva etapa de duelo por la inocencia perdida, esa vorágine de autodescubrimiento que es la adolescencia. Intensa, vibrante y por momentos descorazonadora, La vida mentirosa de los adultos es una excepcional novela de formación que se lee de manera trepidante, un espejo sucio de la madurez donde se reflejan de forma intensísima los rasgos característicos de la escritora italiana (que, para bien o para mal de cada lector, permanecen aquí intactos).

Ferrante habla sin tapujos del cuerpo, la carne y el deseo, quizá en unos términos sencillamente escandalosos para una niña de la edad de Giovanna, aunque también encuentra espacio para la exploración de la espiritualidad y los desconcertantes misterios divinos. En La vida mentirosa de los adultos, el éxtasis religioso puede ser tan espasmódico como un orgasmo, y es una relación entre  la fe y el mundo material que parece incrustada en el ADN de la literatura italiana. Las deslumbrantes reflexiones de Giovanna sobre el amor y la amistad, así como la inquietante cercanía de ambas al odio visceral, salpican la novela de Ferrante entre vigorosos estallidos de violencia, rabia y vehemente, casi siempre algo degradante, praxis sexual. Todo ello engarzado en una trama tan absorbente como emocionante que se encamina hacia una conclusión espectacularmente tensa. Elocuente, afilada y encantadoramente histriónica, si algo deja claro esta maravillosa novela es que Elena Ferrante se halla en plena cumbre creativa. 


«En la cama, junto a él, apretada contra él, quería gozar de su estima, quería hablar sobre la compunción, sobre Dios, que está harto mientras muchas de sus criaturas mueren de hambre y sed, quería sentirme mucho más que una bestezuela graciosa o incluso muy guapa con la que un varón de grandes pensamientos puede distraerse jugando un rato. Me dormí pensando con dolor que eso, precisamente, no ocurriría jamás. Tenerlo dentro de mí habría sido fácil, él me habría penetrado incluso ahora, mientras dormía, sin estupor. Estaba convencido de que yo había regresado para ese tipo de traición y no para traiciones mucho más crueles.»


PUNTUACIÓN: 

 
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