►Título original: Property. Stories Between Two Novellas.
►Traducción: Daniel Najmías
►Año: 2018
►Edición: Anagrama(2020)
►Páginas: 408
Quien haya leído la conocida novela de Lionel Shriver Tenemos que hablar de Kevin tiene idea de lo mordaz y ridículamente sangrante que puede llegar a ser la escritora norteamericana cuando se lo propone. En su nueva colección de relatos, Shriver (Carolina del Norte, 1957) articula una serie de sobresalientes piezas narrativas que giran en torno al concepto de propiedad, bien inmobiliaria o bien sentimental, y deja claro que no ha perdido ni un ápice de su particular derechazo.
En la novela corta «La araña de pie» Shriver disecciona la relación de Jillian y Weston, dos amigos con un alto grado de complicidad y que en el pasado mantuvieron un breve idilio, mientras se pregunta hasta qué punto una relación en apariencia inquebrantable puede soportar el peso de los celos. «El falso plátano autógamo» es un entrañable cuento sobre una mujer que trata de digerir la muerte de su marido mientras arregla el jardín en el que trabajaba, ahora totalmente descuidado, y que se topará con un obstáculo enraizado en una parcela contigua. En «Terrorismo doméstico» unos padres deciden que es hora de echar a su hijo treintañero de casa, mientras que en «Cartas robadas» un funcionario de Correos propicia un encuentro con una desconocida después de fisgonear en la correspondencia ajena.
«Tipos de cambio» explora, bajo la sombra de un cheque sin cobrar, la complicada relación de un padre con su hijo; por su parte, «Kilifi Creek», sin duda uno de los relatos más singulares de la colección, narra las peripecias africanas de una joven con flagrante exceso de confianza. Una muestra asombrosa del manejo que hace Shriver de la tensión narrativa y que deriva en una escalofriante composición de terror psicológico. Shriver realiza una hilarante y maquiavélica aproximación a lo sobrenatural en «Recuperación de una propiedad ejecutada», en el que la nueva inquilina de una casa sufrirá el acoso de su antigua dueña. En «Alimañas», una pareja de artistas descubre que una familia de mapaches se ha instalado en un hueco de su edificio, mientras que en «Del paraíso a la perdición», un ejecutivo se pega la vida padre en una isla remota tras cometer un desfalco multimillonario. Pone el broche final a la colección «La Realquilada», en el que Shriver ahonda con abrumadora erudición en el conflicto irlandés al tiempo que Sara, su protagonista, trata sin éxito de desalojar a una compañera de piso.
Por mucho que se repitan algunos motivos argumentales a lo largo de estas doce historias, la escritura de Shriver te pilla siempre con la guardia baja. Sus personajes son fierecillas aparentemente inofensivas que sacan las uñas cuando un extraño se atreve a cruzar las lindes de su terreno. Haciendo gala de un estilo afilado, prolijo y plagado de sarcasmo y exquisito humor negro, Shriver explora como pocos autores contemporáneos lo saben hacer esa respuesta primitiva del ser humano a la transgresión de su patrimonio. En un tono que podría considerarse admonitorio si no se percibiera el retorcido deleite de la autora ante los dilemas de sus personajes, Shriver airea a lo largo de Propiedad privada todo tipo de rencillas familiares, conflictos de pareja, desacuerdos entre vecinos y disputas territoriales con brutal mala leche y un delicioso sentido del espectáculo. La brecha generacional, la precariedad laboral y económica o el desgaste causado por la convivencia son algunos de los temas recurrentes que Shriver aborda en este libro y que identifica como la fuente de distintos malestares capaces de escalar y convertirse en auténticas declaraciones de guerra. Propiedad privada: léanlo. Y pónganse a cubierto.
«No cabía duda de que cualquier lugar de mala muerte podía parecer impagable siempre y cuando otro pánfilo estuviera dispuesto a disputártelo.»
PUNTUACIÓN: ★★★★