►Título original: La vita bugiarda degli adulti
►Traducción: Celia Filipetto
►Año: 2019
►Edición: Lumen (2020)
►Páginas: 368
Elena Ferrante (Nápoles, 1943) es con toda seguridad el misterio sin resolver más apasionante de la literatura contemporánea. La Thomas Pynchon femenina (¿o no?), el secreto mejor guardado del mundo editorial, encandiló a medio planeta con su ya consagrado cuarteto napolitano, en el que Ferrante despliega con absoluta artesanía el arte de la escritura febril, desatada, incorregible, calificativos que definen con igual exactitud a su, hasta el momento, anónima autora. Tenía difícil satisfacer las expectativas con su nuevo trabajo, pero La vida mentirosa de los adultos no hace sino confirmar que Elena Ferrante es, sin ningún tipo de exageración, una de las escritoras vivas más importantes e inigualables del mundo.
Ferrante consigue en apenas unos capítulos de su última novela que nos olvidemos de Lila y Lenù con una facilidad casi escalofriante. Y es que la historia de Giovanna arranca con una traición: la de su padre, al que admira con ciega devoción, y que un día se atreve a llamarla fea, comparando su rostro con el de su tía Vittoria, nombre impronunciable y amenazador, figura desterrada del árbol genealógico. Esta revelación abre una profunda grieta en el carácter aún sin desarrollar de Giovanna, que se dedicará a escarbar con ahínco en esa parte oscura de la historia familiar. Giovanna pronto descubrirá por boca de su odiosa tía no solo la bajeza en las formas, sino el placer elevado de las pasiones. A medida que sigue congraciándose con la enemiga declarada de su padre, Giovanna irá cuestionando su mundo perfectamente aburguesado y entenderá, no sin dolor, que vive una realidad cristalina a punto de resquebrajarse para siempre.
Así, Ferrante propicia la entrada de Giovanna en el mundo de los adultos de un empujón que la precipita hacia los infiernos de la incomprensión y el desconsuelo. La complejidad y las contradicciones presentes en todas las relaciones, los incontrolables —y a veces, incomprensibles— impulsos del cuerpo, y hasta los estudios... todo parece resistírsele a Giovanna en esta nueva etapa de duelo por la inocencia perdida, esa vorágine de autodescubrimiento que es la adolescencia. Intensa, vibrante y por momentos descorazonadora, La vida mentirosa de los adultos es una excepcional novela de formación que se lee de manera trepidante, un espejo sucio de la madurez donde se reflejan de forma intensísima los rasgos característicos de la escritora italiana (que, para bien o para mal de cada lector, permanecen aquí intactos).
Ferrante habla sin tapujos del cuerpo, la carne y el deseo, quizá en unos términos sencillamente escandalosos para una niña de la edad de Giovanna, aunque también encuentra espacio para la exploración de la espiritualidad y los desconcertantes misterios divinos. En La vida mentirosa de los adultos, el éxtasis religioso puede ser tan espasmódico como un orgasmo, y es una relación entre la fe y el mundo material que parece incrustada en el ADN de la literatura italiana. Las deslumbrantes reflexiones de Giovanna sobre el amor y la amistad, así como la inquietante cercanía de ambas al odio visceral, salpican la novela de Ferrante entre vigorosos estallidos de violencia, rabia y vehemente, casi siempre algo degradante, praxis sexual. Todo ello engarzado en una trama tan absorbente como emocionante que se encamina hacia una conclusión espectacularmente tensa. Elocuente, afilada y encantadoramente histriónica, si algo deja claro esta maravillosa novela es que Elena Ferrante se halla en plena cumbre creativa.
«En la cama, junto a él, apretada contra él, quería gozar de su estima, quería hablar sobre la compunción, sobre Dios, que está harto mientras muchas de sus criaturas mueren de hambre y sed, quería sentirme mucho más que una bestezuela graciosa o incluso muy guapa con la que un varón de grandes pensamientos puede distraerse jugando un rato. Me dormí pensando con dolor que eso, precisamente, no ocurriría jamás. Tenerlo dentro de mí habría sido fácil, él me habría penetrado incluso ahora, mientras dormía, sin estupor. Estaba convencido de que yo había regresado para ese tipo de traición y no para traiciones mucho más crueles.»
PUNTUACIÓN: ★★★★☆
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