► Título original: It Lasts Forever and Then It's Over
► Traducción: Ce Santiago
► Año: 2024
► Edición: Sexto Piso (2025)
► Páginas: 142
Semanas después de haber leído este libro sigo sin haber terminado de digerirlo. Y es que la muerte, no podemos negarlo, es un evento que se le atraganta a cualquiera. Sin embargo, el excepcional e indescriptible debut literario de Anne de Marcken es aún más difícil de explicar que el hecho de estar un día en el mundo y de repente no. Esto no va de vivos que descubren el absurdo de continuar existiendo como si nada después de haber perdido a alguien muy importante, ni tampoco de plañideras diatribas filosóficas sobe el proceso de duelo. Con su intrépida, brillante e inclasificable novela Anne de Marcken le ha dado la vuelta al espejo para que dejemos de mirar nuestro reflejo e imaginemos lo que sería echar un vistazo al misterio del otro lado. Porque la muerte es jodida, sí, pero mucho más jodido es morirse.
La protagonista de Dura una eternidad y en un instante se acaba es una mujer que solía estar viva. Convertida en una «no muerta» y despojada de cualquier recuerdo, la narradora deambula por las habitaciones de un hotel decrépito donde otros «no muertos» como ella tratan de recomponer los pedazos de su identidad perdida. La novela está poblada por seres enigmáticos que cuentan con la perseverancia motivacional de un fantasma y la progresiva descomposición física de un zombie, pero con una sensación permanente de confusión y perplejidad que los hace más humanos que nunca. Personas cuyos nombres han sido olvidados y se ven en la necesidad de adjudicarse unos nuevos mientras cargan con el peso de una historia sin resolver, una extremidad recién caída o el incesante graznido de un cuervo alojado en el pecho.
Empujada por un hambre voraz y por la desoladora certeza de haber amado, pero sin acordarse de a quién, la protagonista de Dura una eternidad y en un instante se acaba emprende una suerte de road trip alucinógeno hacia el oeste que la llevará a descubrir paisajes y escenas totalmente insólitas, dignas de una película de David Lynch sobre el apocalipsis. En ese sentido, la novela de Anne de Marcken es un ejercicio narrativo altamente experimental que conducirá a la más absoluta frustración a quienes traten de interpretar todos y cada uno de sus elementos. Si bien no es una obra impenetrable, es profundamente alegórica y escurridiza, caprichosa e impredecible, cosa que para algunos supondrá un escollo insalvable y para otros su característica más preciada.
Desde luego, lo que no hará la propuesta de Anne de Marcken es dejarte indiferente. Entre imágenes de una belleza sobrenatural y contundentes reflexiones sobre la fugacidad del tiempo o la volatilidad de la memoria, la escritora estadounidense crea una atmósfera tan fascinante como absorbente que nos lleva a contemplar el amor como una fuerza indestructible que persiste más allá del más allá. En la apasionante y poética novela de Anne de Marcken, ni el olvido ni la aniquilación aparente del ser humano pueden acabar con la necesidad insaciable de respuestas, con la búsqueda de un reencuentro capaz de devolvernos, si no el amor, al menos llenar el vacío insoportable de su ausencia.
Por paradójico que resulte, no parece haber mejor modo de entender la complejidad de la vida que indagar en lo que ocurre tras su completa desintegración. Dura una eternidad y en un instante se acaba es el rocambolesco escenario donde Anne de Marcken representa de manera simbólica un drama que, no por cotidiano, resulta menos descorazonador. Entre las páginas de esta novela, de las más originales que se han escrito en los últimos años, ocurre una magia tan íntima como frágil, susceptible de romperse el truco cuanto más se empeñe uno en verle las costuras. La odisea de la protagonista es también la de quien la lee, pues no hay viaje sin peaje y, en el caso de esta obra, de excepcional planteamiento e imperfecta ejecución, cuanto más avanzas mayor es el riesgo de perder la estabilidad emocional o la habilidad de distinguir lo fantástico de lo real. A pesar de su manifiesta excentricidad, Dura una eternidad y en un instante se acaba es una experiencia única, de frases y sensaciones inolvidables. Una rara avis literaria donde el tiempo, así como el amor, se dilatan hasta el infinito y tú, ese pronombre indefinido, promiscuo y expansivo, se convierte en el espacio entre yo y yo.
«Las únicas cosas que permanecen son las inalcanzables. Las cosas que son demasiado grandes o demasiado lejanas o se mueven tan despacio que son indetectables. Suaves. Con plumas. Amadas. Ya perdidas. Siempre serán lo que de verdad son, y nunca sabrás qué nombre ponerles.»
★★★☆





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