►Título original: The Shards
►Traducción: Rubén Martín Giráldez
►Año: 2023
►Edición: Random House (2023)
►Páginas: 680
Mi primera aproximación a la obra de Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964) ha sido recibida por numerosos lectores como un triunfal regreso a la mismísima esencia del escritor norteamericano. No sé muy bien qué lugar corresponde a Los destrozos en este canon personal, si se puede entender como una perspectiva innovadora desde la que observar títulos tan emblemáticos como Menos que cero o American Psycho, o si estamos simplemente ante un ejercicio de expiación literaria en el que Easton Ellis purga sus vivencias juveniles, pero lo que sí me ha quedado claro es que Los destrozos es una novela sugerente y provocativa que inmortaliza como nunca antes había visto la urgente desesperación del deseo adolescente.
Los destrozos se erige como una suerte de confesión metaliteraria, la de un escritor de éxito llamado Bret Ellis que narra el turbulento proceso creativo de su último libro y cómo los terroríficos hechos en los que se basa trastornaron para siempre el curso de su vida en el otoño de 1981. Ellis elabora una meticulosa reconstrucción de aquel horror, su germen y su espeluznante culminación, en el que Ellis y su pandilla de amigos de último curso en el prestigioso instituto Buckley vieron sus caminos entrelazados con los de un asesino en serie llamado el Arrastrero que mutilaba de forma grotesca a sus víctimas.
Ellis recrea de manera fascinante la atmósfera fastuosa y autodestructiva de este grupo de jóvenes ricachones en el Los Ángeles de los 80 que alternan las clases de literatura y álgebra con juergas desenfrenadas, sesiones de sexo duro y sobredosis de barbitúricos a ritmo de Icehouse, REO Speedwagon, Soft Cell o Fleetwood Mac. De manera casi milagrosa, Easton Ellis se mantiene erguido en medio de esta vorágine existencial y narra las complicadas dinámicas de amistad, amor y pasión que se configuran, se entretejen y se desgarran continuamente entre los miembros del reparto que conforma la patética ficción en la que se ha convertido la vida de Bret.
Incapaz de asumir públicamente su homosexualidad, Bret mantiene de cara a la galería un noviazgo con la popular Debbie Schaffer, hija de un famoso productor de cine, pero se entrega a relaciones absolutamente pirotécnicas con algunos compañeros que no escatiman a la hora de experimentar y explorar los espinosos senderos del coito entre hombres. Thom Wright, capitán del equipo de fútbol, y Susan Reynolds, ídolo erótico de la mayoría de alumnos, conforman los otros dos vértices de un polígono que saltará por los aires con la llegada a Buckley de Robert Mallory, figura misteriosa e incognoscible que empezará a encarnar las fantasías masturbatorias de Bret hasta un punto que raya en lo enfermizo y que parece guardar relación con la oleada de desapariciones, asesinatos y actos vandálicos que están tomando por fuerza la ciudad.
Mitad thriller policíaco, mitad novela de formación, Los destrozos bien podría calificarse como la sublimación de la estética del embotamiento. Con una prosa narcotizada, casi anodina, Easton Ellis elabora una historia sensual, macabra e hipnótica a partes iguales que gira en torno a la incomunicación, la ausencia de referentes o la desorientación propia de una recién adquirida independencia y que constituye toda una revolución en su flagrante desinterés por estimular al lector. Los destrozos me ha parecido una victoria de la forma sobre el fondo, un relato sobresaliente en su descripción del abrupto final de la juventud de su protagonista —capaz de bascular entre una tristeza crepuscular y la más brutal paranoia— que ojalá me hubiese sabido cautivar en todo momento con la misma intensidad, pero que no por ello resulta menos admirable ni, por supuesto, memorable.
«Si las canciones trataban, como pensé en su momento, sobre un niño que se convierte en hombre, también trataban ahora, para mí a los cincuenta y seis años, sobre un hombre que seguía siendo un niño».
PUNTUACIÓN: ★★★☆