► Título: Kafka en la orilla
► Autor: Haruki Murakami
► Editorial: Tusquets
► Páginas: 714 páginas
► Precio: 10,95€
Tras mi primer contacto con la obra del autor por medio de Tokio Blues, cumplí mi promesa y efectivamente no dejé de ingerir a Murakami. Si en la reseña de Tokio Blues decía que era una obra recomendable, con Kafka debo hacer una pequeña advertencia; lo primero que te puede pasar es que no entiendas prácticamente nada. Pero al mismo tiempo puedes amar la novela, odiarla hasta la muerte, o amarla pero al mismo tiempo odiar con todo tu ser al autor por no entender prácticamente nada. Bien, mi caso fue el último, pues no dejé de pensar en la novela durante días, y no estoy de broma. También, siendo (o no) un habitual lector de la obra de la Murakami, puede ocurrir el milagro de que entiendas la gran mayoría de las cosas a la primera, dejando ciertas dudas en el aire, y que de cabeza entres en el club de los que odian al autor a muerte, pero lo aman con locura.
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► Autor: Haruki Murakami
► Editorial: Tusquets
► Páginas: 714 páginas
► Precio: 10,95€
Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. Le llevan a ello las malas relaciones con su padre –un famoso escultor convencido de que su hijo repetirá el aciago sino de Edipo– y el vacío producido por la ausencia de su madre; se dirigirá al sur del país, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a la misteriosa señora Saeki. Sus pasos se cruzan con los de otro personaje, Satoru Nakata, sobre quien se ha abatido la tragedia: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un accidente del que salió con secuelas y dificultades para comunicarse... salvo con los gatos.
Tras mi primer contacto con la obra del autor por medio de Tokio Blues, cumplí mi promesa y efectivamente no dejé de ingerir a Murakami. Si en la reseña de Tokio Blues decía que era una obra recomendable, con Kafka debo hacer una pequeña advertencia; lo primero que te puede pasar es que no entiendas prácticamente nada. Pero al mismo tiempo puedes amar la novela, odiarla hasta la muerte, o amarla pero al mismo tiempo odiar con todo tu ser al autor por no entender prácticamente nada. Bien, mi caso fue el último, pues no dejé de pensar en la novela durante días, y no estoy de broma. También, siendo (o no) un habitual lector de la obra de la Murakami, puede ocurrir el milagro de que entiendas la gran mayoría de las cosas a la primera, dejando ciertas dudas en el aire, y que de cabeza entres en el club de los que odian al autor a muerte, pero lo aman con locura.
Así, y para ir terminando, después de una larga charla con sub_zero sobre el libro, poniendo ciertos detalles en común o más bien gracias a él, he conseguido ver un poco más clara esta delicia de novela que me sacó la vena asesina en más de una ocasión, por pura desesperación de no tener al autor delante para rogarle de rodillas que me explique algunas partes. Una novela desconcertante sin duda a primera vista, pero casi perfecta a medida que pasen los días.
Sin embargo, sólo tienes quince años. Tu vida, en el mejor de los casos, no ha hecho más que empezar. El mundo está lleno de cosas que todavía no has visto. Cosas que tú, ahora, ni siquiera puedes imaginar.
Tras largos años de preparación y tan solo con una mochila llena de trastos más o menos necesarios, nuestro protagonista, Kafka Tamura, el día de su decimoquinto cumpleaños puede finalmente huir de casa. Hasta ese punto la cosa puede resultar hasta normal. Muchos niños en algún momento han pensado en huir de casa. Algunos han llegado hasta la puerta de su vecina por ejemplo, pero ese no es el caso de Kafka. Nuestro joven protagonista de quince años de edad que no los aparenta ni física, ni tampoco mentalmente, para empezar, decide dirigirse a un lugar cálido con el único fin de no llevar más cosas de las estrictamente necesarias. No quiere llamar la atención.
También como es lógico, nos son desconocidos los motivos que le llevan a tomar dicha decisión, salvo quizás pequeñas pinceladas; mantiene una pésima relación con su padre, o el temprano abandono que sufrió por parte de su madre, borrando todo rastro de ella de su entorno, salvo un difuso recuerdo de un día en la playa. Es todo a lo que puede atenerse.
A lo largo de su viaje, que finalmente acabará en una isla cuyo nombre no recuerdo ahora, entablará conversación y amistad con una joven llamada Sakura, que a medida que pase el tiempo, y a pesar de no estar presente constantemente, cobrará una mayor importancia en la historia del joven. Pues como es normal en Murakami, nadie se cruza en tu camino por casualidad. Así, tras una serie de acontecimientos, nuestro joven protagonista, gozará de la enorme fortuna de poder hospedarse en la biblioteca Komura, dirigida por la hermosa señora Saeki, y un joven bibliotecario, Oshima, que más tarde se convertirá en fiel amigo y consejero.
De forma casi paralela a la historia principal, y que sí comienza de un modo un tanto peculiar, nos encontramos al señor Nakata, un anciano que de niño sufrió un extraño accidente, dejándolo para que nos entendamos, un poco tonto, pero con un peculiar don; puede hablar con los gatos. Sin embargo esto no será lo único extraordinario en Nakata... Dos personajes muy diferentes a simple vista, dos formas diferentes de ver el mundo, pero que tienen algo en común. Dos historias que se irán entretejiendo poco a poco, hasta que sea demasiado tarde para dejar de leer.
Como veis, para empezar, Kafka en la orilla, no tiene unos personajes normales. Ni tampoco raros, no los llamaría de ese modo al menos. Siento una extraña fascinación y hasta envidia por la capacidad que tiene este hombre de crear no historias, sino personajes. Personajes que se adopten a la perfección a su estilo, pero que sean diferentes en todos sus libros a pesar de contener ciertas notas características. Como por ejemplo la vaga sensación de similitud que encuentro entre Kafka y Toru, protagonista de Tokio Blues. Pero Kafka a diferencia de Toru puede resultar difícil de entender. Me explico.
La personalidad con la que está dotado el personaje de Kafka no es la habitual en un adolescente de su edad. Es un personaje muy maduro, condicionado quizá hasta cierto punto por los sucesos trágicos de su infancia, además del motivo real de su viaje que descubriremos a medida que las piezas comiencen a encajar. Y es algo que Murakami sabe hacer bien. Crear una tensión casi constante que te impide dejar de leer hasta que hayas descubierto lo que está pasando realmente. A todo eso hay que añadir además la presencia de un peculiar personaje y de gran importancia a lo largo de la novela, que a veces se nos presenta como un cuervo negro y otras parece ser un personajes de carne y hueso, cuyo único fin es el de socorrer al protagonista en ciertos momentos de miedo, indecisión o para aportar ciertas reflexiones. Pero el señor Nakata tampoco se queda muy atrás.
Una de las principales diferencias entre los dos personajes protagonistas es que mientras la historia de Kafka se basa más en lo cotidiano, la de Nakata como base posee ciertos sucesos fantásticos, a los que en algunos casos, no conseguí encontrar explicación.
Entre los demás personajes vendría bien destacar a la señora Saeki, cuya vida también está marcada por la tragedia. Pero en mi opinión es un personaje que a pesar de estar a la altura de las circunstancias, no está ni a la altura del autor, ni tampoco a la importancia que se le da en la novela. El personaje de la señora Saeki es el que menos me gustó del libro, no digo que sea malo, pero esa faceta de misterio y frialdad, que se atribuye a su trágico pasado no me convence del todo. En ese aspecto encuentro de nuevo cierta similitud con Tokio Blues, pero incluso en Tokio Blues ese comportamiento me resulta mejor logrado, y justificado.
Si tuviera que hablar de evolución de los personajes, no se experimentan grandes cambios, o mejor dicho, radicales. Salvo en Nakata que sí es visible, y quizás en algunos momentos en Kafka, pero a rasgos generales parece ser el mismo chico de las primeras páginas.
-Todos nosotros estamos soñando -dice la señora Saeki.Todos nosotros estamos soñando.
Para ir terminando, pues hay mucho que se pueda decir sobre Kafka en la orilla, señalar que a pesar de tener ciertos momentos que puedan resultar un poco aburridos, al principio de la novela por ejemplo, el autor supo aprovechar bien todos los cabos sueltos para atrapar por completo al lector. Además es una novela bastante amena en muchos aspectos, cargada de numerosos mensajes, como es el caso de la búsqueda de la identidad propia, el afán casi enfermizo de luchar contra el destino ya escrito, numerosas referencias culturales de las que están pagadas siempre las obras de autor... Sin olvidar la combinación de lo real, de lo cotidiano, y lo surrealista, el mundo onírico en esta ocasión cobra también gran importancia. Eso sí, no todo se entiende, o mejor dicho, quizás no haya entendido algunas de las cosas que suceden a lo largo de la novela.
Un libro que hasta ahora parece ser la mejor obra del autor, pero que, no logra llevarse la nota máxima por varios detalles, sobre todo referentes a ciertos aspectos fantásticos a los que no encuentro explicación alguna. Sin embargo espero, y estoy convencida de ser capaz de encontrar una obra maestra entre los libros de este autor que va ganando cada vez más y más espacio en mi estantería. Kafka en la orilla es de las mejores, pero más difíciles obras de entender del autor. Espero con ansias hacerme lo más pronto posible con Al sur de la frontera, al oeste del sol. Sub_zero tiene un ejemplar de Crónicas de un pájaro que da cuerda al mundo, y quizás pronto salga en edición debolsillo 1Q84, a parte de que una de las lecturas que tengo entre manos es la del El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, por lo que veis, tenemos Murakami para rato.
Kafka en la orilla