► Título original: Audition
► Traducción: Ismael Attrache
► Año: 2025
► Edición: Sexto Piso (2025)
► Páginas: 184
Antes de Audición, nunca había tenido la sensación tan intensa de que la novela que estaba sujetando ante mis ojos no era una novela. Sí, Katie Kitamura (California, 1979) es una embaucadora de manual. Lejos de transportarme a otra época y lugar, como dictan las convenciones, Kitamura convirtió mi salón en un auditorio, apagó las luces con un sonoro chasquido y descorrió un inmenso telón delante de mi butaca. Porque Audición no es tanto una historia que se lee, sino una obra que se representa. Y aunque al principio cueste adaptarse a la oscuridad, aunque debas sobreponerte a la expectante desorientación, te puedo asegurar que lo nuevo de Kitamura te va a dejar con el culo pegado al asiento.
A parte de ser la sensación de la actual temporada de premios literarios, Audición afianza a Katie Kitamura como una de las novelistas más arriesgadas, vanguardistas y atrevidas del panorama contemporáneo. La protagonista y narradora de Audición es una mujer, actriz que acaba de triunfar con uno de los papeles más elogiados de su carrera, que se da cita en un lujoso restaurante con un chico al que le dobla la edad. Aunque desconocemos los motivos de dicho encuentro o la relación existente entre ambos personajes, la tensión es más que palpable en el ambiente. Sí, la incomodidad es manifiesta, los detalles escasean y el público contempla atónito cómo se desenvuelve con una gracilidad sin precedentes el sensacional sentido de Kitamura para construir escenas.
Desvelar detalles de la trama o la naturaleza de los personajes sería romper el fascinante hechizo de una novela que se saborea más cuanto menos sabes de ella. Con apenas un puñado de elementos narrativos muy parcos pero extremadamente potentes, Kitamura monta un apasionante bodegón ambientado en el mundo de las artes escénicas en el que se ponen a prueba los límites de la ficción y se cuestiona la frontera entre lo real y su representación. Con un estilo ligeramente pedante y artificial que, en realidad, encaja como un guante en ese hábitat dramatúrgico en el que se desarrolla la trama, Katie Kitamura fabrica un cautivador artefacto literario que sirve a la autora estadounidense para hilar una interesante deconstrucción de los roles que, con mayor o menor éxito, interpreta su protagonista.
En efecto, Audición es una obra transgresora y subversiva cuyo enigmático planteamiento la propia Kitamura se encarga de dinamitar en la segunda mitad de la novela. Exprimiendo al máximo los mecanismos que ofrece el terreno de la literatura, Kitamura sacude las certezas del lector y lo sitúa en un paradigma de arenas movedizas en el que todo lo conocido sucumbe y se ve obligado a luchar por sobrevivir o quedar reducido a una simple contradicción. Gracias a su excepcional capacidad para dilatar el tiempo narrativo mediante la observación escrupulosa y un sublime monólogo interior, Kitamura disecciona los movimientos e interacciones de los personajes hasta llegar al mismo tuétano de la verdad que ocultan. Ante el escalpelo de Kitamura, ningún pensamiento impostado queda sin cercenar: aquí las mentiras, incluso las que nos contamos a nosotros mismos, son expuestas al demoledor veredicto de la audiencia.
Afilada, audaz, intrigante, provocativa... con una ambición ausente de complejos, pero sin pecar de pretenciosa en ningún momento, Kitamura experimenta con las expectativas sobre lo que debe ofrecer una novela y nos invita a un vertiginoso juego de espejos en cuyo centro yace una impertinente cuestión: ¿se puede alcanzar la autenticidad por medio de la simulación? En un mundo revestido de engaños, falacias y falsedades, ¿no es la suplantación sino el ensayo irremediable de nuestro yo más íntimo?
«Porque en realidad no queremos ver la cosa en sí, en pantalla o en un escenario, no queremos ver dolor ni sufrimiento ni muerte auténticos, sino su representación. Nuestra consciencia de la actuación es lo que nos permite deleitarnos con la emoción, acercarnos sigilosamente a ella y respirar su ambiente, la actuación posibilita esta peligrosa proximidad.»
★★★☆
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