► Título original: Monstrilio
► Traducción: Esther Cruz Santaella
► Año: 2023
► Edición: Temas de hoy (2025)
► Páginas: 400
Si Max Porter apuntaba que el duelo era «esa cosa con alas», en la novela debut de Gerardo Sámano Córdova (Ciudad de México, 1981) el duelo es esa cosa que respira en la oscuridad. Sí, la muerte de un hijo puede abrir un abismo tan profundo en la tierra que de la grieta surjan criaturas procedentes del mismísimo infierno. Engendros, fantasmas, demonios... el más allá es un circo de los horrores y la literatura de género es un mapa que nos guía por sus atracciones más abyectas. Sin embargo, en este cuento tan macabro como estremecedor, Sámano Córdova habla de monstruos mucho más familiares que los que puedan salir en un capítulo de Stranger Things. Pena, dolor, rabia, desesperación... perder a un ser querido es una experiencia tan común como tener la certeza de que haríamos cualquier locura por recuperarlo. Y, en ese sentido, Monstrilio retrata unas tinieblas de la condición humana en las que todos nosotros somos capaces de reconocernos.
Magos y Joseph son dos padres que acaban de perder a su único hijo, Santiago. Aquejado de una enfermedad congénita, Santiago nació con un solo pulmón, y aunque sus médicos no le auguraban una larga esperanza de vida, lo cierto es que Santiago consiguió salir adelante hasta que finalmente el optimismo se estrelló de frente contra la biología. Mientras Joseph lamenta amargamente la muerte de su pequeño, Magos desafía los designios del destino y, con una frialdad que hiela la sangre, disecciona el cadáver de Santiago para cortarle un trozo de pulmón y conservarlo en un frasco. Después de volver con su familia a México y escuchar una vieja historia sobre una mujer que logró revivir al amor de su vida, Magos comienza a alimentar en secreto el pulmón de Santiago. Contra todo pronóstico, el apéndice mutilado se va haciendo cada vez más grande y Magos, tan emocionada como confusa, se convence de que esa masa peluda y amorfa se está transformando poco a poco en una réplica de su hijo fallecido.
Lo mires por donde lo mires, el argumento de Monstrilio es auténtica dinamita. Con un estilo, un tono y una estética que rezuman, al menos en la primera parte de la novela, un gusto exquisito por lo gótico, Gerardo Sámano Córdova elabora un demoledor estudio del proceso de duelo desde una óptica que no transita sensiblerías ni lugares comunes, sino que sorprende por su originalidad y su atrevimiento. La gestación de ideas morbosas y retorcidas, el distanciamiento con la pareja, la falta de escrúpulos... Magos es un personaje fascinante y poco convencional que parece haberse marinado en un relato de Mariana Enríquez. Y Joseph, el padre, supone el contrapunto racional a un delirio narrativo al que también se unirán Lena, reputada cirujana y amiga de la pareja, y el propio M., Monstrilio, un chico en plena efervescencia juvenil cuyo voraz apetito por la carne humana conducirá a este peculiar grupo de personajes hacia un peligroso callejón sin salida.
No voy a negar que me lo he pasado bien leyendo Monstrilio. No obstante, su excepcional planteamiento es la cumbre de una novela que, a medida que se va desplegando, pierde combustible y hasta el sentido de la orientación. Monstrilio pasa del body horror más repugnante a una especie de thriller psicosexual donde lo queer se postula como un símbolo de grotesca disidencia —con especial énfasis en lo de grotesca—, pero que no termina de definir sus contornos. El desarrollo de los personajes se diluye en una serie de seductoras excentricidades y una prosa que se escora hacia lo superfluo. El resultado se siente inacabado y el final deja sin unir todos los puntos de una obra que rezuma buenas ideas pero no logra ejecutarlas con contundencia. Monstrilio está lejos de ser una novela sobresaliente, aunque sí me parece prometedora: insinúa un terror obsceno, provocador, sangriento, que se nutre de un miedo tan conocido como el del rechazo a una pulsión que se considera reprobable, monstruosa. Con mayor o menor desatino, pero haciendo gala de una audacia que es de agradecer, Gerardo Sámano Córdova desdibuja la línea del deseo aceptable y nos abre las puertas de un territorio inexplorado que existe más allá de la frontera entre el hombre y la bestia.
«Su hijo estaba vivo y ya no. Ni un trueno, ni ángeles llorando, ni la Muerte con su manto ni un indulto: solo ese cuerpo silencioso, sin respirar, y la contundente constatación de que se acabó.»
★★☆
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