► Título original: The Bee Sting
► Traducción: Javier Calvo
► Año: 2023
► Edición: Anagrama (2025)
► Páginas: 720
Escribió Dostoyevski que «las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera». Sí, desde una óptica literaria, la desgracia tiene muchos más matices que la fortuna y la fatalidad, al contrario que la buenaventura, es un sustrato que no precisa de fertilizante. En su última obra publicada, con la que quedó finalista del Premio Booker en 2023, Paul Murray (Dublín, 1975) recoge el testigo de una tradición ancestral de novelistas que exploran las intrincadas dinámicas de esa institución llamada hogar con la única finalidad de hacerlo saltar todo por los aires. Y aunque en esta historia no aparecen fastuosos bailes de salón ni hay nadie que se arroje a las vías del tren, la carga dramática de La picadura de abeja es de tal envergadura que a su lado Anna Karenina parece un episodio de Friends.
A simple vista, los Barnes son una familia bendecida por el éxito. Beneficiarios de un sólido imperio automovilístico, objeto de admiración y envidia vecinal a partes iguales, los protagonistas de La picadura de abeja constituyen el paradigma de la élite social. Sin embargo, la profunda recesión económica de la pasada década provoca que el concesionario de Dickie se sumerja en un portentoso declive y la venta de vehículos se convierta en una actividad más relacionada con la fe que con los negocios. Imelda, la esposa de Dickie, es un bellezón de carácter explosivo que tras su fachada de frío resentimiento hacia Dickie, a quien achaca la responsabilidad de su actual naufragio financiero, oculta un pasado absolutamente traumático.
Cass, la hija mayor, es una tempestad de deseo en plena ciclogénesis hormonal. Con los exámenes de acceso a la universidad en el horizonte, la perspectiva de emprender una vida nueva y excitante en Dublín junto a su amiga Elaine hace florecer en el interior de Cass un torbellino de sensaciones agradables que poco a poco se irán enmoheciendo por culpa de ciertas urgencias adolescentes cada vez más siniestras. Por su parte, PJ, el benjamín adicto a los videojuegos y las curiosidades científicas al que todo el mundo parece ignorar, se verá arrastrado hacia un callejón sin salida que podría obligarle a tomar una medida desesperada. Para colmo de males, su padre empieza a obsesionarse con la crisis medioambiental y decide construir un refugio subterráneo en mitad del bosque, sin comprender quizá que el verdadero apocalipsis que se cierne sobre los Barnes no proviene de los microplásticos ni de los gases de efecto invernadero, sino de su propio árbol genealógico.
Secretos, fantasmas, amantes, remordimientos y una cantidad ingente de revelaciones. Son los ingredientes de una novela inmensa y monumental que aborda la oceánica profundidad de sus personajes con una habilidad narrativa que sobrepasa cualquier escala. La capacidad de Murray para mantener la tensión narrativa a lo largo de 700 páginas, encontrando siempre maneras de innovar, de sorprender, de no caer en la monotonía incluso revisitando escenas desde distintas perspectivas, me parece un don que está al alcance de muy pocos escritores contemporáneos. Estructurado de manera coral, cada sección de La picadura de abeja nos proporciona una visión más clara y global de lo que está ocurriendo ante nuestra mirada atónita y curiosa, añadiendo nuevas capas y significados a incógnitas que ya creíamos despejadas.
El estilo corrosivo, audaz y elocuente de Paul Murray supone el acompañamiento perfecto a una historia profundamente anclada en la sátira y el humor negro que medita sobre todo aquello en torno a lo que decidimos construir (o reformular) nuestra identidad. Con una inteligencia emocional desgarradora y un dominio electrizante de la prosa, Murray puede presumir de haber orquestado una novela magistral que se mide cara a cara con la oscuridad de nuestro interior y nos pregunta si los lazos de sangre no son más que simples vínculos accidentales que se forman entre auténticos desconocidos. Como una suerte de versión irlandesa de Las correcciones de Franzen, La picadura de abeja es un pulso entre la historia individual y la colectiva, entre el realismo y lo sobrenatural, entre la contrición culpable y el más insolente desenfreno. Un absorbente tour de force literario encaminado a una de las conclusiones más cardíacas que recuerdo haber leído nunca. Una incontestable obra maestra que se clava sin avisar, dejando tras de sí la estela de un recuerdo punzante.
«La historia, dijo el chico con un soplido burlón. Hizo un gesto con la mano en dirección a toda la grandeza isabelina que los rodeaba. La historia no son más que unas bragas. ¿Y qué encuentras cuando te las quitas?»
★★★★★
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