Percival Everett - James

viernes, 3 de octubre de 2025



► Título original: James
► Traducción: Javier Calvo
► Año: 2024
► Edición:  De Conatus (2024)
► Páginas: 344


Si creías que ya estaba todo dicho sobre el período de esclavitud en Estados Unidos, déjame decirte que Percival Everett (Fort Gordon, 1956) tiene algunas palabras para ti. Ganadora del Premio Pulitzer y el National Book Award, James es una magnífica reinterpretación de Las aventuras de Huckleberry Finn narrada desde la perspectiva de Jim —el esclavo negro— que reivindica de manera original la vigencia de un tema sobre el que se han escrito ríos de tinta, pero que continúa siendo fuente de acaloradas controversias. Al fin y al cabo, el supremacismo blanco y las tensiones raciales, lejos de haber desaparecido, constituyen el día a día de un país que aún lleva en su espalda cicatrices imposibles de borrar.

Narrada con una sencillez casi enternecedora, pero que no renuncia a la profundidad ni a la contundencia, James podría calificarse como una alocada novela de aventuras, si por aventura entendemos el infernal periplo de un hombre que huye de su hogar de manera desesperada para escapar de algo peor que la horca. Sí, a pesar de sus esfuerzos por encarnar el ideal de esclavo modélico —sumiso, manso, lobotomizado—, Jim se convierte en sospechoso de asesinato y se ve empujado al exilio, sabiendo que, en un mundo dominado por gente blanca, la mera acusación supone una sentencia firme que no requiere de proceso judicial si el color de tu piel es lo suficientemente oscuro.

Por el camino nuestro protagonista se topará con el vivaracho y entrañable Huckleberry Finn, compañero inseparable de viaje junto al que Jim emprenderá un recorrido por las tierras salvajes del sur estadounidense en busca de aquello que se presente antes: la libertad, la ejecución o una venganza de proporciones bíblicas. Con una prosa tan lúcida como lapidaria, Percival Everett elabora un trepidante road trip sin carretera poblado por estafadores sin escrúpulos, músicos itinerantes, borrachos de pueblo, fundamentalistas religiosos, fugitivos con la muerte en los talones y el fantasma de un filósofo francés en el que el autor norteamericano retrata la miseria moral, física y humana de la esclavitud con la misma fuerza que un par de perdigonazos en el pecho.

Sobra decir que James, haciendo honor a su impresionante palmarés, me ha parecido una novela absolutamente monumental, un digno homenaje a la obra de Mark Twain que no se limita a beber de su influencia, sino que la expande y la resignifica, observándola y conversando con ella desde un nuevo prisma. La emocionante ingenuidad de Huck, junto a su espíritu inquieto y compasivo, contrasta con la vibrante rabia y sed de justicia de Jim, una furia ancestral que hierve en su sangre como el carbón en las calderas de los buques que navegan por el Misisipi. Y será la ira, y no la esperanza ni los textos legales o la fe en el prójimo, la llave con la que Jim consiga zafarse de esos grilletes que lleva arrastrando desde su nacimiento.

Brutal, descarnada y violenta, pero también salpicada de pasajes que retienen una acogedora luminosidad, James es una puñalada directa al corazón del prejuicio. Una historia deslumbrante, mordaz, incómoda y dotada de la capacidad para provocar un extenso abanico de emociones en el mismo párrafo. A lo largo de sus páginas, Percival Everett no solo ha construido un héroe literario que derrocha humanidad, carisma e ingenio, sino que destaca el papel fundamental de la palabra escrita como salvavidas contra la opresión y la desigualdad. Presumiendo de una resiliencia narrativa incomparable, James se eleva desde uno de los episodios más oscuros de la historia de Estados Unidos como una crítica y una condena, un grito desgarrado ante el que ninguno de nosotros deberíamos guardar silencio.


«En aquel momento se me hizo real el poder de la lectura. Mientras tuviera delante las palabras, nadie podría controlarlas ni controlar lo que yo obtuviera de ellas. Ni siquiera podrían saber si las estaba mirando sin más o leyéndolas, haciéndolas sonar o entendiéndolas. Era una relación completamente privada y libre y, por tanto, completamente subversiva.»


★★★

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