►Título original: Jude the Obscure
►Traducción: Francisco Torres Oliver
►Año: 1895
►Edición: Alba Editorial (2018)
►Páginas: 552
Jude el oscuro me ha dejado con la serotonina regular. No me extraña que sea la última novela
publicada de Thomas Hardy (Stinsford, 1840), porque después de escribir algo así solo te queda retirarte y esperar
a la muerte. La obra, que transcurre en el ficticio condado inglés de Wessex, es algo así como la
versión emo de Grandes esperanzas. Su protagonista, Jude Fawley, es un campesino huérfano
que sueña con escapar de su aldea natal y seguir los pasos de su profesor, el señor Phillotson,
con el fin de convertirse en un hombre ilustrado. Para ello, y con la única ayuda de su fuerza de
voluntad, Jude estudia concienzudamente a los clásicos, se hace con voluminosos libros de
humanidades y brega en la oscuridad de la noche con Homero, Tucídides y las lenguas muertas.
Se convierte, con tesón y diligencia, en un alumno ejemplar de bachillerato. Sin embargo, el
sueño universitario de Jude se va al garete cuando Arabella, una lagarta de mucho cuidado, lo
enreda en la trampa del matrimonio aduciendo un embarazo que en realidad no existe.
Jude se convierte de la noche a la mañana en un supuesto padre de familia desesperado
por encontrar trabajo y sus aspiraciones intelectuales quedan sepultadas bajo el axioma de la
responsabilidad conyugal. Aunque Arabella termina confesando el engaño y Jude le da con la
puerta en las narices, el joven Fawley acabará aprendiendo una amarga lección que es, en
realidad, el epicentro moral y narrativo de la novela: lo que Dios ha unido bajo yugo, argumenta
Hardy, ningún hombre lo puede separar. Así, cuando Jude inicia una relación medio incestuosa
—¡y adúltera!— con su prima Sue Bridehead, ambos se enfrentarán al repudio de una
comunidad dogmática y mojigata que los considera una simple y llana abominación carente de
lugar en el mundo. La respuesta de Hardy a esta afrenta es la burla. Gran parte de la novela es
una deliciosa sátira de la encorsetada institución matrimonial —a la que Hardy critica y
ridiculiza sin pudor—, pero también constituye una interesante reflexión sobre el poder del
contrato social, así como de su capacidad para someter incluso a los más férreos disidentes.
Aunque Jude y Sue se esfuerzan por vivir su apasionado romance al margen de las
convenciones populares, nada tienen que hacer contra el impasible Goliat de la ley humana.
Jude el oscuro es una novela profundamente trágica. Sus personajes, de fascinante trazo
y minuciosa caracterización, caen víctimas de las más atroces y caprichosas circunstancias. Jude
se refugia en el alcohol y Sue en la desesperación espiritual, sin que ninguno de ellos parezca
tener reservado un final feliz a pesar de sus nobles intenciones. Para Hardy, la razón, siempre
contraria a los imperativos del deseo, es como una soga que se va enroscando de manera
inexorable en torno al cuello de los protagonistas, y lo cierto es que consigue plasmar en el texto
esa sensación angustiante de manera tan sublime como sobrecogedora. La novela fue tachada en
su momento de obscena y escandalosa, quizá porque se atrevía a poner frente al espejo cosas
que la sociedad de la época prefería ignorar felizmente, quizá porque avanzaba ideas feministas
que aún tardarían tiempo es cristalizar. A mí, desde luego, me ha parecido una novela extraordinaria, más que
por su revolucionario argumento o su estilo profuso, por la sencillez y la contundencia de la
verdad que se esconde tras su extremo pesimismo.
«La gente sigue casándose porque no puede resistirse a las fuerzas naturales, aunque muchos se dan cuenta perfectamente de que tal vez están comprando el placer de un mes con la desdicha de toda una vida.»
PUNTUACIÓN: ★★★★
0 comentarios :
Publicar un comentario