Barbara Comyns - El enebro

miércoles, 2 de marzo de 2022



Título original: The Juniper Tree
Traducción: Miguel Ros González
Año: 1985
Edición:  Alba (2019)
Páginas: 280


El enebro, publicado originalmente en 1985, es un curioso retelling de uno de los cuentos más populares —y ciertamente macabros— de los hermanos Grimm. Sin embargo, la malvada madrastra de la historia original es sustituida en la versión de Barbara Comyns (Warwickshire, 1907) por una afable madre soltera que llega a la británica localidad de Richmond tras escapar de un pasado trágico. Acompañada de su hija Marline —fruto de una relación con un inmigrante al que conoció en una fiesta—, Bella Winter encontrará allí trabajo como dependienta en una tienda de antigüedades. Poco después conocerá a los Forbes, un matrimonio que la acogerá amistosamente en su concurrido círculo doméstico. Cuando Gertrude, la esposa, se queda embarazada de manera inesperada, Bella se va implicando cada vez más en las cuitas del núcleo familiar hasta que una terrible desgracia zarandea el hogar de los Forbes con dramáticas e imprevisibles consecuencias. 

Barbara Comyns entreteje entre las páginas de El enebro una historia en apariencia inofensiva pero que se va volviendo más turbia y truculenta a medida que avanzan los capítulos. De espíritu indudablemente gótico, aunque sin la exuberante prosa tan común en este género, El enebro es una novela para mí difícil de acotar. Es intimista y dada a la introspección, pero la voz narrativa, desprovista de entidad, resulta imperturbable y desafectada. Bella Winter, a quien un accidente provocado por su exnovio le dejó una grotesca cicatriz en la cara, narra episodios de lo más perturbador con una impasibilidad que asusta. Las brutales invectivas de su madre, que repudia abiertamente a su nieta por ser negra, se asumen con una naturalidad pasmosa mientras que la protagonista se enreda alegremente en amoríos insustanciales que denotan una acusada necesidad de validación masculina.

Bella Winter en sin duda una narradora, como poco, atípica —en cierto momento llega a asegurar que prefiere una pareja cruel a una que sea tacaña—. La trama, por su parte, está salpicada de incidentes más bien anodinos, de escasa tensión narrativa, donde lo más emocionante que ocurre es la compra de una silla estilo Reina Ana o la aparición de una nueva niñera que es rápidamente despachada como si de un running gag se tratase. En realidad muere mucha gente —muchísima— en la novela, ¿pero qué importancia tiene una simple defunción si lo comparas con el color del estampado de las cortinas? Estos ingredientes componen una receta que no termina de cuajar para mi gusto, con multitud de personajes poco o nada explorados y la sensación de que el objetivo de Comyns de replicar una fábula tremendamente oscura se queda en un intento más bien grisáceo. Quizá el aliciente último de El enebro sea precisamente su afán por destacar la parte luminosa y ajetreada de la vida, el reconfortante bullicio de las cosas y las personas nuevas. Sin embargo, como en la cruda realidad, la esperanza se acaba rindiendo en la novela de Comyns ante los empujones de la locura.


«Encontraron a las urracas picoteando la cadena de oro justo bajo el enebro, y las aves alzaron el vuelo, espantadas, antes de lanzarse en picado contra mí. Fue entonces cuando caí al suelo, entre contorsiones y gemidos, no aplastada por una piedra, sino por mi pobre mente trastornada».


PUNTUACIÓN: ★★☆

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