►Título original: Billy Summers
►Traducción: Carlos Milla Soler
►Año: 2021
►Edición: Plaza & Janés (2021)
►Páginas: 648
En su último trabajo, Stephen King (Maine,
1947) aparca ese terror sobrenatural al que nos tiene acostumbrados y se aventura en el trepidante terreno del thriller —camino ya
transitado en otros títulos como Mr. Mercedes— imprimiendo, claro está, su particular giro de
tuerca. Billy Summers, protagonista de la novela homónima, es un exmarine estadounidense que
en sus ratos libres practica el noble arte del asesinato. Billy, al más puro estilo Dexter Morgan,
solo se encarga de liquidar a lo que el llama «hombres malos»: criminales, violadores y demás
escoria humana que escapa al control del sistema judicial. Y ahora que está finiquitando los
detalles de su jubilación, Billy recibe un último encargo que, sin saberlo, va a poner en peligro
no solo su impecable carrera como francotirador fugitivo, sino también su propia vida.
Bajo la identidad de un escritor aficionado llamado David Lockridge, Billy Summers se
infiltra en la comunidad donde va a ser ejecutada su siguiente víctima. Los lazos de amistad y
camaradería que va entablando con sus nuevos vecinos hacen que Billy cometa alguna que otra
torpeza, nada que un exsoldado con un arsenal de recursos a su disposición no pueda solventar.
Sin embargo, calzar durante demasiado tiempo unas botas que no son las suyas provoca que a
Billy Summers lo acabe engullendo su propio personaje: picado por una repentina pulsión a medio camino entre la curiosidad y el anhelo, Billy decide
mimetizarse con el papel que interpreta y comienza a plasmar por escrito un brutal episodio de
su niñez que desembocará en la crónica de sus incursiones militares en Faluya durante la guerra
de Irak. Así, Stephen King explora mediante un sugerente juego de espejos la función de la
literatura como método de exorcismo. Y es aquí donde la novela definitivamente trasciende el
mero relato de suspense y se adentra en una narración tan ingeniosa como polifacética.
King ha vuelto a crear un personaje icónico sin apenas despeinarse. Prodigio del
camuflaje cibernético y apasionado de la novela naturalista —Billy va siempre acompañado por un
ejemplar de Thérèse Raquin—, Summers es un carismático antihéroe a quien su capacidad para
ir un paso por delante de sus enemigos no le impide ser víctima de vertiginosos imprevistos ni
de perturbadores traumas del pasado. El ritmo de la narración es apasionante, como viene siendo
costumbre en King, a pesar de que el recorrido de la trama y los sucesivos giros argumentales
sean fácilmente discernibles para los Lectores Constantes del autor. Sin ser una de sus obras
más sobresalientes, Billy Summers es una metanovela contundente, sólida y muy entretenida —mantiene el tipo durante sus más de 600 páginas—, en la que King da rienda suelta a su mordaz
estilo, rematando la faena con un final extraordinario que deja en ridículo a quienes le acusan de
no saber acabar sus historias.
«Piensa que escribir es también una especie de guerra, una en la que el autor lucha contra sí mismo. El relato es aquello que llevas y cada vez que añades algo pesa más».
PUNTUACIÓN: ★★★☆
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