► Título original: Hotel du Lac
► Traducción: Catalina Martínez Muñoz
► Año: 1984
► Edición: Libros del Asteroide (2025)
► Páginas: 200
Ganadora del Premio Booker en 1984, la novela más emblemática de Anita Brookner (Londres, 1928) es un canto a la actitud contemplativa que demuestra no ser necesario un aluvión de giros argumentales ni un ritmo frenético para elaborar una historia absolutamente emocionante y cautivadora. Y es que la vida, por mal que nos pese, se compone en su mayoría de momentos intrascendentes y personajes que se cruzan en nuestro camino sin dejar el más mínimo rastro. Sin embargo, la banalidad no siempre implica irrelevancia y no hay combustible más útil para la imaginación que una fachada de inutilidad. Gracias a su talento desbordante para convertir lo superfluo en un auténtico manantial de sustrato narrativo, Anita Brookner nos regala en Hotel du Lac una fantástica novela sobre el encanto de lo cotidiano cuya falta de grandiosidad se convierte, paradójicamente, en un signo inconfundible de grandeza.
La protagonista de Hotel du Lac es una escritora de novelas románticas que aterriza en esta encantadora pensión suiza a modo de exilio forzado después de protagonizar un escandaloso episodio en su Inglaterra natal. Edith Hope, cuyo mayor pecado es haberse salido momentáneamente de su personaje, se refugia en la escritura de su próxima obra mientras se convierte en observadora infatigable de un pintoresco grupo de huéspedes. Hope, víctima de la curiosidad y una incansable deformación profesional, fantasea sobre las dinámicas que rigen entre sus improvisados compañeros de residencia —en su mayoría mujeres— a medida que comienza a sufrir el tirón de la gravedad hacia el núcleo de sus existencias tan trágicas como carentes de esperanza.
Entre los personajes más extravagantes del hotel encontraremos a Iris Pusey, una dama ricachona que dilapida la fortuna de su difunto marido como método de procesar el duelo y que junto a su anodina hija Jennifer forma un dúo de marujas entrometidas dispuestas siempre a monopolizar la conversación. Su rival más enconada es Monica, una mujer de mediana edad que sufre un trastorno alimenticio y va acompañada a todas horas por su escandaloso perro Kiki, mientras que complementa el reparto madame de Bonneuil, una anciana aparcada en el hotel como si fuera un trasto viejo porque la mujer de su hijo no soporta la idea de convivir con ella.
Así, Edith, que firma sus novelas como Vanessa Wilde en honor a su escritora de referencia, poco a poco se convertirá en la confidente de los inquilinos del Hotel du Lac mientras trata de ordenar los pedazos de una vida amorosa que se desmorona entre sus dedos porque, quién lo diría, manejar los asuntos de otros no te hace un entendido en los tuyos. Sí, en las novelas de Anita Brookner, la ficción no parece una herramienta para descodificar mejor la realidad, sino un mecanismo para evadirla, y es esa tensión entre nuestra capacidad para fabular vidas ajenas y nuestra imprecisión a la hora de hacerlo con rigor donde reside uno de los encantos más llamativos de Hotel du Lac.
En las delicadas y elegantes manos de Anita Brookner, el Hotel du Lac aparece como un personaje más de la novela, un espacio crepuscular y anacrónico donde acuden, en las postrimerías del verano, no viajeros que vienen a hacer turismo fuera de temporada, sino almas perdidas en busca de reconocimiento. La estancia en el hotel se presenta para Edith como la última oportunidad de reconducir su vida, anclada en un dilema de difícil resolución: entregarse a una plácida farsa junto a un hombre que le promete estabilidad y libertad creativa o conformarse con las migajas de un romance tan apasionado como insatisfactorio. Entrañable, luminosa, de corte minimalista, pero plagada de brillantes reflexiones, Hotel du Lac constituye una lectura pausada e introspectiva donde poder sentir entre un puñado de extraños la más reconfortante familiaridad.
«Mentía bien, sin pretensiones: a veces pensaba que el tiempo que pasaba urdiendo las tramas de sus novelas había sido una preparación para esto, su aventura final, su fantasía hecha realidad.»
★★★☆





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