Top 20: Los mejores libros de 2025

martes, 16 de diciembre de 2025


52 libros. 17.596 páginas. Ese ha sido mi 2025 en términos literarios. Si esto fuera el Spotify Wrapped, probablemente el algoritmo me diagnosticaría algún trastorno emocional severo. Puede que no sea mejor persona que María Pombo, pero desde luego tengo mejores estanterías que ella. Así que ha llegado la hora de lucirlas. Porque sí, hacer balance lector es seguramente mi momento favorito del año. Y lo hago ya porque solo los ilusos piensan que las dos últimas semanas del calendario son para hacer algo de provecho. Ahora toca repasar y puntuar. Ordenar las distintas escalas de entusiasmo. Presumir de mis descubrimientos con la esperanza de poner a alguien tras la pista de una experiencia memorable. Hacer méritos para que me fiche Babelia. Y por qué no... fantasear con la posibilidad de perder la memoria para poder leer los 20 libros que componen esta lista como si fuera la primera vez. ¡Nos vemos en 2026!


Kaveh Akbar, ¡Mártir! (2025). BLACKIE BOOKS, 408 PÁGINAS.

Sumido en una devastadora crisis personal, un buen día Cyrus Shams se convence de que ha sido bendecido con una revelación divina. A partir de ese momento, Cyrus decide emprender un delirante peregrinaje que tiene como objetivo hallar sentido a la vida... o inmolarse en el intento. Descarnada, brutal y tremendamente ambiciosa, ¡Mártir! no es precisamente un edulcorado relato de superación. La novela de Akbar conjuga una multitud de tramas, estilos, escenarios y cronologías diversas que narran, con la inspiradora épica de las epopeyas clásicas, temas que van desde el declive político e ideológico del régimen iraní hasta las atrocidades provocadas por la guerra, el éxodo, la pérdida de fe o la carencia de afectos. Entre las páginas de ¡Mártir!, prosa y lírica se hermanan con una sensibilidad poco conocida, creando un asombroso caleidoscopio capaz de proyectar símbolos e imágenes de una belleza aterradora y donde la capacidad del arte como mecanismo para afrontar el trauma se desvela en todo su magnífico esplendor.


Iván Turguénev, Primer amor (2018). ALIANZA EDITORIAL, 128 PÁGINAS.

El amor es un maestro cruel y hay lecciones que no se olvidan en la vida. Primer amor, del escritor ruso Iván Turguénev, puede que sea la constatación más demoledora de que enamorarse es un acto autodestructivo donde el corazón se transforma sin previo aviso en una auténtica bomba de relojería. Haciendo un uso magistral de la elipsis y la perspectiva, Turguénev deja entrever de manera sutil lo que al joven protagonista de Primer amor se le escapa debido a su inocencia y traza en esta novela una línea paralela entre el ascenso del romanticismo juvenil y la caída de un régimen social del que los protagonistas no son sino anacrónicos vestigios vivientes. Un enamoramiento febril, una relación tumultuosa con el padre, un hogar caracterizado por elocuentes silencios, oportunas ausencias y acaloradas discusiones nocturnas... desde bien pronto, Primer amor dispone las piezas de un elegante puzzle narrativo que, a pesar de su minimalismo, consigue mantener el interés hasta su emocionante y demoledora conclusión.



John Boyne, Una escalera hacia el cielo (2025). SALAMANDRA, 432 PÁGINAS.

Boyne esboza aquí un maquiavélico retrato ambientado en el mundo de las letras en el que se pone de manifiesto la vileza de un aspirante a escritor que no duda en recurrir a las tácticas más bochornosas para lograr prestigio y repercusión mediática. Absorbente, impactante y diabólicamente entretenida, Una escalera hacia el cielo es una brillante tesis —a medio camino entre la sátira y el thriller psicológico— sobre la ambición desmedida y la ética de la narrativa. Maurice Swift es un personaje demoníaco, paradigma del parásito literario, al que amarás odiar y que constituye el núcleo de una novela apasionante donde John Boyne nos interroga sobre la naturaleza de la inspiración, el proceso creativo, el límite moral entre realidad y ficción o a quién pertenece la propiedad intelectual de las historias que usamos como sustrato.



Percival Everett, James (2024). DE CONATUS, 344 PÁGINAS.

Si creías que ya estaba todo dicho sobre el período de esclavitud en Estados Unidos, déjame decirte que Percival Everett tiene algunas palabras para ti. Ganadora del Premio Pulitzer y el National Book Award, James es una magnífica reinterpretación de Las aventuras de Huckleberry Finn narrada desde la perspectiva de Jim —el esclavo negro— que reivindica de manera original la vigencia de un tema sobre el que se han escrito ríos de tinta, pero que continúa siendo fuente de acaloradas controversias. Con una prosa tan lúcida como lapidaria, Percival Everett elabora un trepidante road trip sin carretera poblado por estafadores sin escrúpulos, músicos itinerantes, borrachos de pueblo, fundamentalistas religiosos, fugitivos con la muerte en los talones y el fantasma de un filósofo francés en el que el autor norteamericano retrata la miseria moral, física y humana de la esclavitud con la misma fuerza que un par de perdigonazos en el pecho.


Ann Napolitano, Hola, preciosa (2024). ALIANZA DE NOVELAS, 432 PÁGINAS.

Con una selección muy reducida de ingredientes, Ann Napolitano te cocina una novela absolutamente deliciosa en la que se pone de manifiesto la maestría de la autora estadounidense para esbozar personajes capaces de traspasar el papel. Aquí la ficción no es el género de la novela, sino la idea de que los individuos sobre los que estamos leyendo son una mera invención. Hola, preciosa es una obra tremendamente emotiva que habita en ese abismo insalvable entre lo que somos y lo que queremos ser. Haciendo gala de una extraordinaria sensibilidad narrativa, Napolitano explora las ramificaciones del trauma como eje trastornado de la identidad, cómo sobrellevamos heridas que heredamos al nacer y a qué tácticas retorcidas recurrimos para conciliar el hecho de que la felicidad personal puede suponer la devastación ajena.


Chimamanda Ngozi Adichie, Unos cuantos sueños (2025). RANDOM HOUSE, 536 PÁGINAS.

Los agitados albores de la pandemia constituyen el escenario donde las cuatro protagonistas de Unos cuantos sueños comienzan a desvelar el intenso drama de sus vidas. Con la introspección y el tono confesional que propician el inevitable confinamiento, Chimamanda entreteje cuatro historias entrelazadas sobre mujeres radicalmente humanas que se apartan de las convenciones y desafían cualquier estereotipo: mujeres vibrantes, instruidas, imperfectas y contradictorias, rodeadas en su mayoría de comodidad y opulencia, cuya acuciante necesidad poco o nada tiene que ver con la voluntad de la tribu, sino con un profundo anhelo de autorrealización. Emotiva, ambiciosa y comprometida, Unos cuantos sueños, a pesar de su carácter marcadamente trágico, desprende un aire triunfal que aviva la esperanza y supone, aun con las pruebas en contra, una reparación necesaria en la creencia de que imaginar una vida mejor no es una simple fantasía. 


Jacqueline Harpman, Yo que nunca supe de los hombres (2025). ALIANZA EDITORIAL, 184 PÁGINAS.

La joven protagonista de Yo nunca supe de los hombres narra su emocionante periplo a través de un mundo carente de sentido junto a sus compañeras de fatiga, embarcadas en un fútil viaje en busca de significado que las llevará a deambular por un planeta sospechosamente parecido al nuestro, pero que despierta tanta familiaridad como alienación. Jacqueline Harpman ha escrito una obra sobria y elegante, pero exquisitamente compleja, rica en detalles y heredera de una entusiasta reivindicación de la experiencia humana. Desde un prisma de obnubilada inocencia, Harpman se pregunta cuál es el valor de la vida y qué hace, aun cuando existen tantos elementos empecinados en erradicarla, que merezca la pena vivirla. Harpman ha elaborado una obra de ritmo pausado, pero repleta de giros inquietantes e imprevisibles; una reflexión futurista, y al mismo tiempo atemporal, sobre la paradójica condición humana, insignificante y trascendental, y de cómo podemos aspirar a la eternidad mientras permanezcan en circulación las historias a las que damos forma.


Anne Tyler, Tres días de junio (2025). LUMEN, 192 PÁGINAS.

En su más reciente novela, Anne Tyler se vale de un acontecimiento crucial en la vida de cualquier persona para realizar una sofisticada meditación sobre la trascendencia de lo cotidiano. Una crisis familiar removerá una serie de vivencias en la protagonista que dan forma a la excepcional tensión narrativa del relato y nos plantean interesantes cuestiones acerca del pasado, la culpa, la naturaleza escurridiza de las relaciones y los límites del conocimiento que podemos obtener de nosotros mismos y de los demás. Tres días de junio es una maravillosa, sutil y reconfortante meditación sobre la resiliencia del amor, sobre las causas que lo despiertan, lo truncan o lo posponen, sumiéndolo en un letargo del que amenaza con regresar en un momento más oportuno, cuando estamos más receptivos o, en el peor de los casos, más desprevenidos. Anne Tyler demuestra, después de una trayectoria compuesta por más de 20 novelas, que sigue siendo una absoluta experta en el arte de crear atmósferas minimalistas, íntimas e introspectivas, material con el que fabrica historias absolutamente ordinarias, pero no por ello menos inolvidables.


Benjamin Myers, Cuddy (2025). PIEL DE ZAPA, 464 PÁGINAS.

Proyecto inclasificable de ambición desmedida y prodigiosa —casi perfecta— ejecución, Cuddy es una novela hecha de novelas que giran, no alrededor de un tema, sino de un lugar convertido en personaje donde la realidad histórica se eleva a la categoría de mito. Haciendo gala de una maestría lingüística sin precedentes, insólita originalidad narrativa y una belleza absolutamente sobrecogedora, Benjamin Myers escribe sobre el legado del santo que da nombre a la novela y otorga a los espacios en blanco de la historia una textura tan plausible como conmovedora. Como si Walt Whitman hubiese reescrito el Hamnet de Maggie O’Farrell, Cuddy se erige como un texto poético, indómito, elegíaco y de una genialidad arrolladora, un sensacional híbrido de narrativa y lírica que adopta formas, de repente diáfanas, de repente retorcidamente barrocas, pero siempre dignas de una divina admiración.



László Krasznahorkai, Tango satánico (2017). ACANTILADO, 304 PÁGINAS.

A lomos de una prosa desbocada, de arquitectura laberíntica, Krasznahorkai nos traslada a un enclave rural donde sus habitantes viven embrujados por los ecos de un campanario derruido y los distintos miembros de la cooperativa se acechan mutuamente con el ahínco de los que no tienen otra cosa que hacer. En Tango satánico, las páginas están siempre manchadas de barro y empapadas por una lluvia incesante que ensombrece la atmósfera de una novela ya de por sí bastante tenebrosa. Solo el regreso del profeta Irimiás, personaje de carácter casi mesiánico, junto a su inseparable compañero Petrina, será capaz de romper el letargo de los que se han sumido en un sueño lujurioso y alcoholizado. Monumental, escarpada y, a pesar de su relativa brevedad, por momentos inabarcable, Tango satánico es una obra de una grandeza delirante y una resonancia emocional sencillamente sobrecogedora que trata de averiguar si el destino es accidental o una consecuencia directa de nuestros actos de omisión. Krasznahorkai elabora un complejo estudio de la resiliencia ideológica en un contexto que otorga a lo cotidiano una extraña cualidad mitológica y nos permite danzar, cual almas malditas en tormento eterno, al son de una canción infinita.


Abigail Thomas, Lo que viene después... y que te guste (2025). ERRATA NATURAE, 320 PÁGINAS.

A través de viñetas que capturan escenas tan cotidianas como sobrecogedoras, Thomas reflexiona sobre el carácter indescifrable de la vida y las relaciones humanas mientras recoge pensamientos sencillamente deslumbrantes que giran en torno al amor, la confianza, la felicidad, el perdón y el arrepentimiento. Desde la atalaya de la vejez y un alcoholismo mal disimulado, Abigail Thomas consigue plasmar con una genialidad indiscutible la absurda arbitrariedad de la memoria, capaz de obviar años y personas enteras mientras se aferra a detalles en apariencia insignificantes que, no obstante, acabamos atesorando como amuletos de un valor incalculable. Gracias a este magnífico volumen de visiones tan fugaces como indelebles, he podido adentrarme en la existencia de una mujer apasionante, inteligente, lúcida y mordaz que indaga en su pasado como recurso para extraer fuerzas con las que encarar el futuro y su inseparable presagio de muerte.



Michelle de Kretser, Teoría y práctica (2025). MUÑECA INFINITA, 176 PÁGINAS.

A pesar de su brevedad, Michelle de Kretser ha escrito una novela sublime que recorre las contradicciones de muchos planteamientos contemporáneos sobre sexualidad, empoderamiento femenino, imagen pública y crítica literaria con una frescura y una lucidez que resultan deslumbrantes. Mientras medio mundo despotrica contra la cultura de la cancelación y la dictadura woke, Michelle de Kretser se pregunta sobre la pertinencia de separar la obra del autor en un paradigma discursivo que sigue achacando a las mujeres la responsabilidad de ser absolutamente intachables en sus posturas contra el patriarcado sin tener en cuenta la demoledora tragedia que supone ser víctima de anhelos profundamente enemistados con tus principios. De Kretser practica un estilo intelectual y estimulante que desprende una incontenible retranca y una mordacidad nuclear. A través de una protagonista comprometida con las causas sociales, pero de gustos cuestionables, de Kretser elabora una historia sobre filosofía y deriva moral que no deja de ser un viaje en busca de la verdad. Y de quién debe de pagar el precio por contarla.



Bothayna Al-Essa, La biblioteca del censor de libros (2025). FIORDO EDITORIAL, 248 PÁGINAS.

Haciendo alarde de una sobresaliente audacia narrativa, Bothayna Al-Essa ha escrito una novela sencillamente fascinante y de prodigiosas reflexiones que pone de relieve la faceta transformadora de la lectura y que resulta imprescindible en la biblioteca de cualquier amante de la metaficción y los juegos literarios. Mediante una ambientación inmersiva y un protagonista tremendamente entrañable, Bothayna Al-Essa nos sumerge en una historia donde el lenguaje se erige tanto en fenómeno de estudio como en herramienta principal con la que diseccionar las costuras del totalitarismo. Lúcida, estimulante y provocadora, La biblioteca del censor de libros narra con total efectividad ese proceso que todos los lectores empedernidos hemos experimentado al descubrir el apasionante e infeccioso carisma de la literatura, su incontrolable capacidad para desarrollar el pensamiento crítico y convertir súbditos del poder, conformistas y sumisos, en individuos libres que reivindican su propio discurso.


Rachel Cusk, Desfile (2025). LIBROS DE ASTEROIDE, 184 PÁGINAS.

Cusk es epítome de experimentación, inconformismo e intelectualidad narrativa y su prosa presenta siempre un desafío similar al de escalar una montaña en cuya cima aguarda la esperanza de una recompensa. Quizá preguntarse de qué va esta novela sea una cuestión absolutamente banal. Quizá sea la clave que le da sentido a todo. Y es precisamente esa ambigüedad, esa carencia de asideros y lugares seguros, lo que confiere a la artesanía de Cusk una categoría de excepcional superioridad. El narrador, G, es un personaje que contiene multitud de personajes, un sujeto fluido y en constante evolución que Rachel Cusk utiliza como recipiente para volcar extraordinarias reflexiones sobre la identidad, la maternidad, las dinámicas de poder, las diferencias de género, la feminidad y la creación artística entendida como un sometimiento a la tiranía de la subjetividad. No es Desfile, ni por asomo, una obra de fácil acceso, pero para aquellos aventurados que busquen un reto, en la literatura de Rachel Cusk podrán encontrar una galería inagotable de pinturas rocambolescas, ansiosas por ser miradas



George Saunders, El día de la liberación (2024). SEIX BARRAL, 344 PÁGINAS.

Desde que cayó en mis manos el primer cuento de George Saunders tengo la sensación de que el mundo no es real. Sí, algo sobre parques temáticos en ruinas y gente atrapada en cámaras de plexiglás ha hecho que viva instalado en la más absoluta paranoia. Porque después de Saunders, nada te vuelve a parecer auténtico. Y es que, en su variante más distópica, Saunders cuestiona el papel de la tecnología como herramienta de explotación, maquinaria propagandística o fábrica de entretenimiento dirigida a una burguesía desprovista de conciencia. Por otro lado, puede que ahí fuera, en el exterior, el tono dominante del debate sea el del ruido y la crispación, pero en los cuentos de Saunders existe una necesidad imperiosa de salvar las distancias con el enemigo como vía para alcanzar un entendimiento más profundo de uno mismo. Con una prodigiosa plasticidad narrativa, un estilo soberbio capaz de enredar frases de manera incansable y una sensibilidad para explorar los dilemas de los personajes que te deja totalmente desarmado, George Saunders taladra en las páginas de El día de liberación todas esas capas de performatividad y reclusión alienante que hemos construido como sociedad para ocultar, sin éxito, nuestro lado más vulnerable.


Tiffany McDaniel, Betty (2022). HOJA DE LATA, 528 PÁGINAS.

Concebida como un homenaje a la madre de la autora y, en general, a las mujeres de su familia, Betty es la demoledora constatación de que ha nacido una estrella en el firmamento literario. El gótico rural no murió con Flannery O’Connor y Carson McCullers. No, nada más lejos de la realidad. El género está más vivo que nunca y anda suelto pegando tiros por las calles, a la caza de su próxima víctima. Con una maravillosa fusión de brutalidad narrativa y ternura estilística, Tiffany McDaniel elabora un coming of age absolutamente inolvidable en el que la infancia se presenta, no como el lugar seguro que debería ser, sino como una auténtica trinchera. La voz de Betty Carpenter se alza por encima de la vorágine y del ruido de los abusos para iluminar una novela repleta de claroscuros sobre cómo el amor, el cariño y la fraternidad pueden florecer hasta en campos asfixiados por la mala hierba. Imagen personificada de la escritura como refugio y lugar de duelo, Betty Carpenter es una protagonista memorable que, con su mirada inocente y quebrada, nos hace partícipes de una época terrible, convulsa, pero en la que se puede encontrar, si sabes dónde buscar, una arrebatadora belleza.



Andrea Bajani, El aniversario (2025). ANAGRAMA, 152 PÁGINAS.

El aniversario no es más que un epitafio con sabor a venganza terapéutica, un intento por comprender, desde la distancia de los años y mediante el poder incomparable de la ficción, a esos absolutos desconocidos a los que llamamos progenitores y a cuyo cargo tenemos la suerte —o, en algunos casos, la desgracia— de venir al mundo. Narrada con una estremecedora sensibilidad y un minucioso ímpetu analítico, El aniversario es una historia sobrecogedora sobre un hijo que corta el cordón umbilical por puro instinto de conservación, el relato de un hombre, no sabemos hasta qué punto inspirado en las propias vivencias del escritor, que explica los motivos de su distanciamiento y su negativa a asumir el cuidado de unos seres responsables de tanto dolor. Andrea Bajani señala a la familia como cuna del trauma y trata de esbozar un perfil de los padres del protagonista repleto de lagunas que solo es posible subsanar gracias al esfuerzo de la especulación. Una novela absurdamente conmovedora, una deconstrucción diáfana y perspicaz de las relaciones paternofiliales que lo mismo te acaricia con ternura que te sacude con la fuerza de un martillo. 



Paul Murray, La picadura de abeja (2025). ANAGRAMA, 720 PÁGINAS.

Secretos, fantasmas, amantes, remordimientos y una cantidad ingente de revelaciones. Son los ingredientes de una novela inmensa y monumental que aborda la oceánica profundidad de sus personajes con una magnitud que sobrepasa cualquier escala. El estilo corrosivo, audaz y elocuente de Paul Murray supone el acompañamiento perfecto a una historia profundamente anclada en la sátira y el humor negro que medita sobre todo aquello en torno a lo que decidimos construir (o reformular) nuestra identidad. Con una inteligencia emocional desgarradora y un dominio electrizante de la prosa, Murray puede presumir de haber orquestado una novela magistral que se mide cara a cara con la oscuridad de nuestro interior y nos pregunta si los lazos de sangre no son más que simples vínculos accidentales que se forman entre auténticos desconocidos. Como una suerte de versión irlandesa de Las correcciones de Franzen, La picadura de abeja es un pulso entre la historia individual y la colectiva, entre el realismo y lo sobrenatural, entre la contrición culpable y el más insolente desenfreno. Una incontestable obra maestra que se clava sin avisar, dejando tras de sí la estela de un recuerdo punzante. 



Agustín Gómez Arcos, El cordero carnívoro (2007). CABARET VOLTAIRE, 384 PÁGINAS. 

Hijo bastardo de Lorca y Nabokov, Agustín Gómez Arcos realiza en El cordero carnívoro un controvertido y magistral alegato a favor de lo sórdido, una alegoría con rostro de realismo rural donde el sentido del decoro se ofrece como sacrificio expiatorio al dios profano del amor entre hermanos. Detrás de la provocación y el alboroto evidentes, Agustín Gómez Arcos practica una excelsa alfarería con el lenguaje que está repleta de símbolos e imágenes completamente arrebatadoras y que nace de la más desatada —y desacomplejada— libertad creativa. Prisionero en una extraña simbiosis de inocencia y descaro, el protagonista de esta obra inclasificable, siempre alternando entre el papel de víctima y verdugo, plasma su ilícita formación amorosa con una sensibilidad que evoca repulsión y sensualidad a partes iguales. Crónica de caricias ardientes y anhelos políticos frustrados, El cordero carnívoro desafía cualquier autoridad —seglar o eclesiástica— que se interponga para constatar que lo prohibido no es sino el nombre que tiene el régimen dominante de bautizar todo lo que le resulta incómodo.



Gueorgui Gospodínov, Las tempestálidas (2022). FULGENCIO PIMENTEL, 400 PÁGINAS.

Puede que Gueorgui Gospodínov lo esté petando ahora mismo con El jardinero y la muerte (Impedimenta, 2025), pero el libro que puso al escritor búlgaro en el foco de la escena mediática fue, sin duda alguna, Las tempestálidas. Galardonada con el Premio Strega y el Booker Internacional, la espectacular novela de Gospodínov es una clase maestra de literatura donde convergen la mitificación de la historia y la especulación sobre el porvenir de una manera que difumina los límites entre ambas facetas. Gospodínov efectúa una maravillosa meditación sobre la naturaleza del tiempo que es bella y terrible a partes iguales, pero también lúcida, provocativa, electrizante, ambiciosa y profundamente conmovedora. En clave de distopía —tan verosímil que parece premonitoria—, el autor búlgaro repasa las cicatrices de un continente caracterizado por el conflicto e intenta abrir con su afilada prosa una herida en la conciencia de los que buscan hacer de la nostalgia un proyecto político.


Objetivo 2026: de proyectos y propósitos para año nuevo

domingo, 14 de diciembre de 2025


Por increíble que parezca, 2025 va tocando a su fin. Dicen que no hay signo más contundente —y también más inequívoco— de estar haciéndose mayor que sentir que las cosas ocurren cada vez más deprisa, y en ese sentido, tengo la sensación de que este año podría haber ganado los 100 metros lisos. Sí, la velocidad se ha vuelto una mecánica cotidiana. Detenerse ya no es un lujo, sino asumir el riesgo de quedarse rezagado. Deleitarse en la posibilidad. Porque, si tuviéramos tiempo para parar, quizá dejara de seducirnos tanto ese futuro incierto hacia el que nos estamos estrellando a toda máquina.

El primer cuarto del siglo XXI ha dado para más eventos históricos de lo que un siglo se puede permitir, pero 2025 siempre será recordado por marcar el resurgimiento de este espacio, que es para mí un templo dedicado al silencio y la reflexión. Un lugar donde el tiempo se recalibra y transcurre al ritmo adecuado. Donde se refugia todo aquello que la implacable realidad nos quiere quitar. Sin duda, en 2025 he vuelto a leer con ganas, y a compartir con más ganas aún. Y como los retos son el combustible que me impulsa, ya miro a 2026 con la idea de marcar rutas y expandir horizontes. De demostrar que los propósitos no son promesas condenadas a incumplirse. Hoy os quiero contar cuáles son mis metas lectoras para el próximo año, así como una pincelada de los títulos que podréis ver, si nada falla, aquí reseñados.


Porque no hay nada mejor para entender el presente como buscar las respuestas en el pasado. Los clásicos universales siempre han formado parte de la identidad de este blog, pero lo cierto es que este año han pasado bastante desapercibidos en favor de las caprichosas novedades. Ha llegado el momento de enmendar ese error y desempolvar, por fin, todos esos hitos de la literatura que están deseando argumentar por qué merecen haber pasado la prueba del tiempo.

    1. Rebecca, Daphne du Maurier.
    2. Madame Bovary, Gustave Flaubert.
    3. Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell.
    4. Orgullo y prejuicio, Jane Austen.
    5. Historia de dos ciudades, Charles Dickens.
    6. Al este del Edén, John Steinbeck.
    7. Los hermanos Karamázov, Fiódor Dostoievski.
    8. Drácula, Bram Stoker.
    9. El arco iris, D. H. Lawrence.
    10. El desierto de los tártaros, Dino Buzzati.


Lo admito. Sin duda, la literatura latinoamericana es una de mis asignaturas pendientes. Y no hablo solo de grandes autores consolidados por el canon, sino de nuevas voces —predominantemente femeninas— que reclaman ser escuchadas por las buenas o por las malas. Reivindicación, reparación histórica y talento incuestionable que cruza fronteras. Están pasando movidas muy gordas al otro lado del charco y no voy a ser yo quien se las pierda.

    1. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
    2. La Fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa.
    3. Las niñas del naranjel, Gabriela Cabezón Cámara.
    4. Nocturno de Chile, Roberto Bolaño.
    5. Nuestra parte de noche, Mariana Enriquez.
    6. Pedro Páramo, Juan Rulfo.
    7. El siglo de las luces, Alejo Carpentier.
    8. Poeta chileno, Alejandro Zambra.
    9. Las malas, Camila Sosa Villada.
    10. Tengo miedo torero, Pedro Lemebel.


Después de un virus letal que paralizó el mundo y de que la inteligencia artificial se haya hecho con el dominio absoluto de Internet, puede que nunca antes en la historia de la humanidad haya sido tan necesario el escapismo. Porque la realidad le ha pisado los talones a la ficción y porque el género, a pesar de tenerlo descuidado, siempre ha supuesto una pieza fundamental en mi historial de lecturas, 2026 va a ser el año en el que regrese a los territorios más estimulantes de la literatura.

    1. Los desposeídos, Ursula K. Le Guin.
    2. Herederos del tiempo, Adrian Tchaikovsky.
    3. Fortaleza de espinas, T. Kingfisher.
    4. Redención en Índigo, Karen Lord.
    5. Dune, Frank Herbert.
    6. Neuromante, William Gibson.
    7. Cita con Rama, Arthur C. Clarke.
    8. Ombria oculta, Patricia A. McKillip.
    9. Leopardo Negro, Lobo Rojo, Marlon James.
    10. Oryx y Crake, Margaret Atwood.


Hace unas semanas, el suplemento Babelia nos sorprendía con el listado de los 50 mejores libros españoles publicados en el último medio siglo, una selección elaborada por más de 100 críticos culturales que viene a instaurar una especie de canon patrio para que nos entretengamos vilipendiando a los elegidos. Como en cualquier lista que se precie, la de Babelia tiene escandalosas inclusiones y aún más escandalosas ausencias. Sin embargo, va a ser la plantilla con la que empiece a tachar ciertos títulos de mi propia lista, la de eternos pendientes, y saldar, de paso, mis cuentas con esa gran olvidada para mí que es la literatura nacional.

    1. La escala de los mapas, Belén Gopegui (#47).
    2. Camino de sirga, Jesús Moncada (#41).
    3. La lluvia amarilla, Julio Llamazares (#37).
    4. Juegos de la edad tardía, Luis Landero (#25).
    5. La mala costumbre, Alana S. Portero (#23).
    6. Olvidado rey Gudú, Ana María Matute (#16).
    7. El jinete polaco, Antonio Muñoz Molina (#7).
    8. El cuarto de atrás, Carmen Martín Gaite (#3).
    9. Crematorio, Rafael Chirbes (#2).
    10. Corazón tan blanco, Javier Marías (#1).

Anne de Marcken - Dura una eternidad y en un instante se acaba

viernes, 12 de diciembre de 2025



► Título original: It Lasts Forever and Then It's Over
► Traducción: Ce Santiago
► Año: 2024
► Edición:  Sexto Piso (2025)
► Páginas: 142


Semanas después de haber leído este libro sigo sin haber terminado de digerirlo. Y es que la muerte, no podemos negarlo, es un evento que se le atraganta a cualquiera. Sin embargo, el excepcional e indescriptible debut literario de Anne de Marcken es aún más difícil de explicar que el hecho de estar un día en el mundo y de repente no. Esto no va de vivos que descubren el absurdo de continuar existiendo como si nada después de haber perdido a alguien muy importante, ni tampoco de plañideras diatribas filosóficas sobe el proceso de duelo. Con su intrépida, brillante e inclasificable novela Anne de Marcken le ha dado la vuelta al espejo para que dejemos de mirar nuestro reflejo e imaginemos lo que sería echar un vistazo al misterio del otro lado. Porque la muerte es jodida, sí, pero mucho más jodido es morirse.

La protagonista de Dura una eternidad y en un instante se acaba es una mujer que solía estar viva. Convertida en una «no muerta» y despojada de cualquier recuerdo, la narradora deambula por las habitaciones de un hotel decrépito donde otros «no muertos» como ella tratan de recomponer los pedazos de su identidad perdida. La novela está poblada por seres enigmáticos que cuentan con la perseverancia motivacional de un fantasma y la progresiva descomposición física de un zombie, pero con una sensación permanente de confusión y perplejidad que los hace más humanos que nunca. Personas cuyos nombres han sido olvidados y se ven en la necesidad de adjudicarse unos nuevos mientras cargan con el peso de una historia sin resolver, una extremidad recién caída o el incesante graznido de un cuervo alojado en el pecho.

Empujada por un hambre voraz y por la desoladora certeza de haber amado, pero sin acordarse de a quién, la protagonista de Dura una eternidad y en un instante se acaba emprende una suerte de road trip alucinógeno hacia el oeste que la llevará a descubrir paisajes y escenas totalmente insólitas, dignas de una película de David Lynch sobre el apocalipsis. En ese sentido, la novela de Anne de Marcken es un ejercicio narrativo altamente experimental que conducirá a la más absoluta frustración a quienes traten de interpretar todos y cada uno de sus elementos. Si bien no es una obra impenetrable, es profundamente alegórica y escurridiza, caprichosa e impredecible, cosa que para algunos supondrá un escollo insalvable y para otros su característica más preciada.

Desde luego, lo que no hará la propuesta de Anne de Marcken es dejarte indiferente. Entre imágenes de una belleza sobrenatural y contundentes reflexiones sobre la fugacidad del tiempo o la volatilidad de la memoria, la escritora estadounidense crea una atmósfera tan fascinante como absorbente que nos lleva a contemplar el amor como una fuerza indestructible que persiste más allá del más allá. En la apasionante y poética novela de Anne de Marcken, ni el olvido ni la aniquilación aparente del ser humano pueden acabar con la necesidad insaciable de respuestas, con la búsqueda de un reencuentro capaz de devolvernos, si no el amor, al menos llenar el vacío insoportable de su ausencia.

Por paradójico que resulte, no parece haber mejor modo de entender la complejidad de la vida que indagar en lo que ocurre tras su completa desintegración. Dura una eternidad y en un instante se acaba es el rocambolesco escenario donde Anne de Marcken representa de manera simbólica un drama que, no por cotidiano, resulta menos descorazonador. Entre las páginas de esta novela, de las más originales que se han escrito en los últimos años, ocurre una magia tan íntima como frágil, susceptible de romperse el truco cuanto más se empeñe uno en verle las costuras. La odisea de la protagonista es también la de quien la lee, pues no hay viaje sin peaje y, en el caso de esta obra, de excepcional planteamiento e imperfecta ejecución, cuanto más avanzas mayor es el riesgo de perder la estabilidad emocional o la habilidad de distinguir lo fantástico de lo real. A pesar de su manifiesta excentricidad, Dura una eternidad y en un instante se acaba es una experiencia única, de frases y sensaciones inolvidables. Una rara avis literaria donde el tiempo, así como el amor, se dilatan hasta el infinito y tú, ese pronombre indefinido, promiscuo y expansivo, se convierte en el espacio entre yo y yo.


«Las únicas cosas que permanecen son las inalcanzables. Las cosas que son demasiado grandes o demasiado lejanas o se mueven tan despacio que son indetectables. Suaves. Con plumas. Amadas. Ya perdidas. Siempre serán lo que de verdad son, y nunca sabrás qué nombre ponerles.»



Andrea Bajani - El aniversario

miércoles, 10 de diciembre de 2025



► Título original: L'anniversario
► Traducción: Carlos Gumpert
► Año: 2025
► Edición:  Anagrama (2025)
► Páginas: 152


«Hace diez años, ese día, vi a mis padres por última vez. [...] Han sido los diez mejores años de mi vida». Este comienzo tan contundente como prometedor supone la carta de presentación de la novela ganadora del último Premio Strega, obra con la que el autor italiano Andrea Bajani (Roma, 1975) se ha coronado como una de las voces europeas más potentes e irreverentes de la actualidad. Y es que Bajani, adentrándose en el laberíntico y tortuoso terreno de la memoria, desmitifica de manera brutal la sacralidad de los vínculos familiares y ofrece, entre el tono confesional y una honestidad liberadora, la espeluznante crónica de un crimen perpetrado en la intimidad del hogar donde hay asesinato, pero no cuerpo.

Sí, Bajani es capaz de matar al padre como concepto con mucho más ensañamiento que un capo de la mafia siciliana. El aniversario no es más que un epitafio con sabor a venganza terapéutica, un intento por comprender, desde la distancia de los años y mediante el poder incomparable de la ficción, a esos absolutos desconocidos a los que llamamos progenitores y a cuyo cargo tenemos la suerte —o, en algunos casos, la desgracia— de venir al mundo. Una aproximación vehemente, lúcida y extremadamente inteligente a la violencia de los golpes, de los gritos, de los malos modales, pero también de ciertos silencios inexplicables.

Narrada con una estremecedora sensibilidad y un minucioso ímpetu analítico, El aniversario es una historia sobrecogedora sobre un hijo que corta el cordón umbilical por puro instinto de conservación, el relato de un hombre, no sabemos hasta qué punto inspirado en las propias vivencias del escritor, que explica los motivos de su distanciamiento y su negativa a asumir el cuidado de unos seres responsables de tanto dolor. Andrea Bajani señala a la familia como cuna del trauma y trata de esbozar un perfil de los padres del protagonista repleto de lagunas que solo es posible subsanar gracias al esfuerzo de la especulación.

El narrador asume la tarea de reconstruir el retrato de una familia desestructurada empezando por la figura apocada y casi impasible de la madre, una mujer víctima de su tiempo que parece vivir una vida ajena y que dosifica la poca autoridad que puede ejercer desde un inexpugnable bastión de indiferencia. En marcado contraste, el padre de la familia se erige como raíz de la vorágine doméstica, lanzando virulentas andanadas de furia que no solo resquebrajan la paz del hogar, sino que la hacen estallar como si la golpeara un cañón de mortero. Bajani describe la crianza como trinchera, pero lo hace desde una posición de genuina curiosidad que no busca únicamente el resarcimiento o la catarsis, sino que trata de hallar explicación al fracaso entre los escombros de una casa con los cimientos carcomidos. 

Andrea Bajani entiende que los padres cargan con sus propias culpas, frustraciones, remordimientos y pesares, que la intrahistoria es un enjambre de experiencias compartidas, pero de sensaciones que se intersecan. En ese sentido, El aniversario es un excepcional ejercicio de empatía, de bondad, de querer ponerse en el lugar del otro para ver mejor el tuyo propio, una novela desgarradora que sentencia de manera rotunda, pero nunca cruel, las deficiencias de unos roles que a veces se nos vienen demasiado grandes. Y todo por culpa de una paupérrima educación sentimental que queda en la obra de Bajani completamente masacrada y de cuyas secuelas el protagonista de la novela se tendrá que recuperar.

Así, a pesar de su carácter drástico y sombrío, El aniversario me ha parecido una novela absurdamente conmovedora, una deconstrucción diáfana y perspicaz de las relaciones paternofiliales que lo mismo te acaricia con ternura que te sacude con la fuerza de un martillo. Tal y como asegura el protagonista, «en ese acceso, a través de la invención, a lo que el recuerdo no posee estriba precisamente la fuerza brutal de la novela. Que casi siempre se desinteresa de la realidad y aporta siempre la verdad.» Sin duda, entre las páginas de El aniversario, Andrea Bajani ha conseguido plasmar esta máxima con una prodigiosa maestría.


«Y decía, más o menos, que todo cuanto cae sigue cayendo, incluso cuando ya ha tocado el suelo. Porque de todo, en el fondo, lo que cuenta es el peso.»


★★★

Benjamin Myers - Cuddy

lunes, 8 de diciembre de 2025



► Título original: Cuddy
► Traducción: Alberto Moyano Muñoz
► Año: 2023
► Edición:  Piel de Zapa (2025)
► Páginas: 463


La intuición me dice que, por desgracia, no verás este título en muchas listas de los mejores libros del año, pero lo cierto es que el último trabajo de Benjamin Myers (Durham, 1949) merece, lejos de pasar injustamente desapercibido, ser el foco de todas las alabanzas posibles. Proyecto inclasificable de ambición desmedida y prodigiosa —casi perfecta— ejecución, Cuddy es una novela hecha de novelas que giran, no alrededor de un tema, sino de un lugar convertido en personaje donde la realidad histórica se eleva a la categoría de mito.

Todo parte como una reconstrucción imaginada de los últimos días de Cutberto de Lindisfarne, un monje medieval del norte de Inglaterra cuya inspiradora devoción, piedad y enternecedora relación con la naturaleza constituyeron un baluarte contra el barbarismo de los invasores normandos durante una época de oscurantismo e incertidumbre. Tras su muerte, un grupo de fieles organizaron una compañía itinerante que se encargaba de acarrear el cadáver del querido pastor y obispo —del que se decía poseer propiedades milagrosas— mientras buscaban un lugar de descanso para sus restos, que sería, a su vez, punto de fundación de una colosal obra de arte arquitectónica que hoy conocemos como la catedral de Durham.

Haciendo gala de una maestría lingüística sin precedentes, insólita originalidad narrativa y una belleza absolutamente sobrecogedora, Benjamin Myers escribe sobre el legado del santo que da nombre a la novela y otorga a los espacios en blanco de la historia una textura tan plausible como conmovedora. Como si Walt Whitman hubiese reescrito el Hamnet de Maggie O’Farrell, Cuddy se erige como un texto poético, indómito, elegíaco y de una genialidad arrolladora, un sensacional híbrido de narrativa y lírica que adopta formas, de repente diáfanas, de repente retorcidamente barrocas, pero siempre dignas de una divina admiración.

Siglos después de su traslado definitivo, el bendito Cuddy seguirá siendo protagonista involuntario de tramas venideras. Myers entrelaza las andanzas del icono mesiánico con vidas aparentemente anodinas, insignificantes, engullidas por el implacable paso del tiempo, pero que de un modo u otro se vieron tocadas por su estela. Por ejemplo, la segunda parte de la novela está enfocada en el estremecedor relato de supervivencia de una cervecera casada con un arquero que la somete con extrema violencia. Mientras su marido combate en el ejército del rey, la joven descubrirá junto a uno de los canteros de la catedral que el amor no es una manifestación de autoritarismo, sino la piedra angular sobre la que erigir una nueva religión.

Más tarde, Cuddy nos traslada a los albores del siglo XIX, haciéndonos partícipes, mediante los diarios de un historiador experto en su campo, de una ominosa operación eclesiástica que tiene como objetivo exhumar los restos de San Cutberto. Mientras que la última sección, ambientada en 2019, relata el calvario de un adolescente en el precario sector de la construcción al tiempo que cuida de su madre enferma de cáncer y descubre, en compañía de una chica por la que empieza a sentir algo más que amistad, la apasionante majestuosidad de un edificio capaz de trascender los límites del tiempo.

Y es que, si existe, como tanto gente empieza a sospechar, un auge de la espiritualidad en la cultura, no es solo gracias a películas como Los domingos o discos como LUXsino que ambos productos podrían integrar una trinidad hipotética a la que habría que añadir, sin ningún atisbo de duda, la monumental Cuddy de Myers, una novela que reflexiona de manera experimental sobre nuestra relación con la historia, así como con sus vestigios. Figura solemne que vela por los lectores sedientos de experiencias catárticas, recipiente de las plegarias elevadas al éter en nuestras horas más bajas, Cuddy es una novela inolvidable e inexplicable, un misterio capaz de inducir al más apostólico de los ateos a un eufórico éxtasis de fervor.


«Las historias que nos contamos los unos a los otros son lo único que quedará cuando el tiempo muera e incluso las más duras piedras esculpidas se conviertan en polvo.»


★★

 
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