Colson Whitehead - El ferrocarril subterráneo

lunes, 18 de septiembre de 2017



Título original: The Underground Railroad
Traducción: Cruz Rodríguez Juiz
Año: 2016
Editorial: Literatura Random House
Páginas: 320
Valoración: ★★★½


Resulta complicado añadir algo sobre un libro del que ya se ha dicho todo. Desde que se alzara el año pasado con el National Book Award, al que se sumaron otros como el Premio Pulitzer o el Arthur C. Clark Award, la última novela de Colson Whitehead ha ido labrándose una extensa trayectoria plagada de reconocimientos. Si dichos reconocimientos son o no merecidos no está en mi mano decidirlo. Lo que sí parece estar fuera de toda duda es que obras como la de Whitehead se benefician enormemente del candente escenario sociopolítico que hoy día azota los Estados Unidos. No es de extrañar, por tanto, que bajo el mandato del odio y la manipulación proliferen títulos que sirvan como recordatorio de las atrocidades cometidas en el pasado. 

En ese sentido, El ferrocarril subterráneo constituye una feroz e incisiva dentellada literaria que ahonda en los testimonios de quienes vivieron subyugados por la supremacía racial. La protagonista del relato es Cora, una joven esclava que trabaja en una plantación algodonera en Georgia. Su carácter irreverente y contestatario le ocasiona más de un problema a ella y a quienes la rodean. Sin embargo, lejos de amedrentarse, Cora se impone a sus adversarios con las herramientas que haga falta. Su lengua es tan afilada como el hacha que blande ante un trabajador de la plantación que quiere arrebatarle el pequeño trozo de tierra que heredó de su madre. Sin duda, Cora es un personaje admirable capaz de granjearse fácilmente nuestras simpatías gracias a su voluntad de hierro. Sus lúcidas y mordaces observaciones sobre la vida en la plantación, así como de los miembros que conforman su comunidad de esclavos, nos demuestran que la violencia no entiende de etnias ni de color. Cuando las cosas empiezan a ponerse más feas de la cuenta, Cora recibe la invitación de Caesar, un esclavo procedente de Virginia, de huir con él hacia los estados del norte tomando lo que se conoce como el ferrocarril subterráneo. Dicha institución, que durante el siglo XIX estaba formada por una red de activistas y refugios clandestinos que protegían a los esclavos fugitivos, es aquí convertida por Whitehead en un ferrocarril literal que opera a través de estaciones bajo tierra.  

El problema de este recurso narrativo es que no parece lo suficientemente justificado. Más allá de servir a los personajes como medio de transporte, la presencia del ferrocarril es más bien nimia a lo largo de la novela y su propósito en la trama no se distancia demasiado de aquello que pretende representar, con lo cual su empleo me parece meramente anecdótico. De hecho, las fortalezas de la novela distan mucho de residir en su capacidad imaginativa. Colson Whitehead se muestra mucho más decidido como cronista que como fabulador. Su exploración de la identidad afroamericana, así como sus comentarios sobre la esclavitud y sus repercusiones en el individuo, dejan la novela plagada de fantásticas y reveladoras declaraciones que tienen un efecto devastador. A veces Whitehead descarga el puño de manera directa describiendo horripilantes escenas de maltrato y abuso sexual. Sin embargo, otras veces destapa expresiones mucho más sutiles que puede adoptar la opresión. Imponer el convencimiento de que la tiranía es el orden natural de las cosas puede ser mucho más efectivo que los cepos y las cadenas. Y ya sea por medio de argumentos históricos, sociales o religiosos plagados de falsedades, el hombre blanco ha enarbolado su visión sesgada del mundo contra todo aquel que se haya puesto en el camino. 

El miedo es una sombría constante en esta novela, la brújula que guía las decisiones tomadas por los personajes y que convierte el viaje de Cora en pos de la libertad en poco más que una persecución incesante. Su inspiradora y al mismo tiempo terrorífica historia está intercalada con breves interludios pensados para rellenar los espacios narrativos a los que Cora, desde su limitada perspectiva, no alcanza. Todo ello conforma una novela dura, sin concesiones, que comienza por fuerza bruta y concluye de manera desalentadora. Y es que, esclavitud de por medio, no existen los finales felices.

4 comentarios :

  1. Muy interesante la reseña. Como bien dices el libro lleva sonando desde mucho antes de llegar, tanto que hasta lo han sacado en audiolibro. Es una lectura que me atrae lo suficiente como para salirme un tanto de mi zona de confort lectora, además de las buenas recomendaciones. Que es un relato duro y critico sobre el racismo se ve desde la sinopsis, pero no pensé que dejará declaraciones tan devastadoras. Un abrazo^^

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  2. A mi me pasa lo contrario. Lleva sonando tanto este libro que lo he aburrido un poco, y no termina de atraerme.
    Un beso ;)

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  3. Yo lo tengo, y ya veremos cuando me atrevo con él. Tengo que reconocer que tanto premio puede hacer que resulte decepcionante (pasa muchísimo con los clásicos que después de haber leido tanto sobre ellos se esperan maravillas y a veces la conexión con el lector no se da).
    Por un lado me alegro de que no haya pasado el corte en el Booker (aunque también tengo que decir que Bienvenidos a Occidente si lo ha hecho y a mí no me ha convencido nada de nada).
    Eso sí, la notoriedad de autores afroamericanos en la temporada de premios viene de bastante antes de que les cayera encima el presidente que tienen.
    El vendido antes de ganar el Booker ya había ganado el premio del círculo de críticos y Delicious foods de James Hannaham había ganado el PEN/Faulkner.
    Por no hablar escritores americanos emigrados de áfrica o escritores africanos que han estudiado en Estados Unidos (o el Reino Unido).
    Lo cierto es que Colson Whitehead ya me había llamado la atención con anterioridad porque hay que tenerlos bien puestos para gozando de fama en círculos literarios escribir una novela de zombies (Zona Uno).
    Lo dicho, en unas semanas (o quizás un mes) le daré una lectura, que nunca está de más formarse una opinión propia y ver si esa novela a la que le llovieron tantos premios es para tanto o no

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  4. Tenía bastante prejuicios y lo reconozco. No ya solo por lo multipremiada que ha sido (quizás desde La maravillosa vida breve de Oscar Wao no había novela norteamericana que acaparara tanto premio) y además dado que el tema racial ha estado muy destacado últimamente en los premios norteamericanos y en alguna novela con mucho revuelo alrededor me hacían pensar que quizás no era para tanto.
    Pero para mí sí lo ha sido. Me ha gustado mucho, tanto la historia (que no es precisamente de las que alegran el día) con el estilo de Whitehead.
    Se que van a reeditar Zona Uno, pero estaría muy bien que reeditaran La intucionista y también que publicaran sus otras novelas. La verdad es que es un escritor de temática muy variada y me gustaría poder leer más obras suyas (especialmente Sag Harbor).
    Últimamente a muchas editoriales (incluida Random House que este mismo año ha publicado la primera novela de Phillip Meyer tras haber publicado El hijo en el 2015) les da por rescatar obras anteriores de los autores que publican, así que cruzo los dedos porque pase lo mismo con Whitehead

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