Brandon Sanderson - Firefight

martes, 22 de noviembre de 2016


«Apreté el gatillo. Esta vez la bala no rebotó. Cayó al suelo y un líquido rojo más intenso fue acumulándose a su alrededor y se mezcló con el que caía. Bajé el arma.
  Me llamo David Charleston.
  Mato a personas con superpoderes».

Brandon Sanderson encabeza una lista de autores que están, según muchos lectores, llamados a renovar las bases del género fantástico. De él se destaca siempre la originalidad de sus argumentos, el atrevimiento que le caracteriza a la hora estudiar otro tipo de personajes y conflictos que escapen a los estereotipos o, cómo no, la cacareada innovación de las reglas que rigen sus mundos imaginarios. Sin embargo, cuanto más lee uno los libros de Sanderson más se pregunta hasta qué punto era necesaria o no tal renovación. No sé si la aclamada factoría de ideas de Sanderson echó el cierre mientras escribía Firefight o si el hecho de coordinar la publicación de media docena de sagas diferentes le ha pasado una irremisible factura, pero está claro que la secuela de Steelheart no es su obra más inspirada. Al contrario que los superpoderosos villanos que traen de cabeza a los protagonistas de esta trilogía, Sanderson no goza de habilidades sobrehumanas que le permitan escribir a todo tapo sin evidenciar muestras de desgaste. Al final, las flaquezas asoman y la necesidad de romper moldes a toda costa se acaba convirtiendo en un cliché como otro cualquiera.

Quizá el aspecto más destacable de esta saga es el concepto que subyace bajo la superficie. Brandon Sanderson retuerce sin miramientos la sagrada e inviolable idea clásica de superhéroe, figura esencial de la cultura norteamericana contemporánea, con el fin de ofrecernos un ejército de humanos mejorados llamados Épicos que utilizan sus poderes para convertirse en déspotas, terroristas y traficantes de armas. Por muy nobles que sean sus intenciones, los agraciados por el fenómeno conocido como Calamity (una especie de estrella muy roja y brillante que un buen día apareció en el cielo) acaban sucumbiendo a la naturaleza malévola de sus habilidades, que vienen determinadas por la personalidad y el pasado de cada individuo. 

A lo largo del primer libro, fuimos testigos de cómo David, el protagonista, se unía a una organización clandestina denominada Reckoners con el objetivo de matar al Épico que acabó con la vida de su padre. Sin embargo, Steelheart era solo el comienzo de una dura y larga guerra que enfrentará a Reckoners y Épicos hasta que uno de los dos bandos sea exterminado. En Firefight, seguiremos más o menos al mismo grupo de personajes en su viaje hasta Babilonia Restaurada, nombre por el que es conocido la antigua Nueva York y que vive ahora bajo el dominio de una Épica capaz de manipular el agua tan fácilmente como a las personas. 

La premisa parece interesante, pero lo cierto es que se desmorona bajo el peso de sus similitudes con el esquema del libro anterior. Lejos de complicarse la cabeza con tramas enrevesadas o personajes con un mínimo de profundidad e interés, Brandon Sanderson despacha una sencilla novela de aventuras que no falla a la hora de mantener el ritmo, pero que decepciona en todos los demás aspectos. El hilo argumental de Firefight es una simple concatenación de cliffhangers que parece pensado para lectores preocupados únicamente por darle la vuelta a la página. Pelea, pausa para elaborar una estrategia, pelea, pausa para elaborar una estrategia... este es el ciclo que Sanderson repite ad nauseam a lo largo de Firefight, y lo cierto es que me parece insuficiente como para justificar sus estratosféricas valoraciones. 

El estilo, ramplón e insulso; los diálogos, pobres; la caracterización de los personajes secundarios, inexistente; el desarrollo de los conflictos que se plantean, superficial. Por no hablar de la pueril, insufrible y exasperante voz narrativa, a la que solo le interesa elaborar símiles y chascarrillos absolutamente absurdos, pero que en un universo paralelo alguien debe de encontrar ingeniosísimos. Además, la lógica interna de la novela, sujeta en todo momento a la caprichosa voluntad del autor, parece de todo menos lógica cuando Sanderson elabora una de sus risibles explicaciones a sucesos y comportamientos que no calzan ni a tiros.    

En definitiva, por más que Brandon Sanderson no sea santo de mi devoción, el autor tiene en su haber obras mucho más interesantes y mejor resueltas que esta, burda imitación de su antecesora que no aporta nada al desarrollo de la trilogía salvo unos cuantos giros finales que habremos de ver resueltos (espero que de manera mucho más satisfactoria) en su tercera y última parte. Afortunadamente, no queda mucho para poder disfrutarla. O soportarla.  



Título original: Firefight (Reckoners #2)
Traducción: Pedro Jorge Romero
Año: 2015
Editorial: Ediciones B
Páginas: 440
Valoración: ★★





3 comentarios :

  1. Vaya, Steelheart será mi próxima lectura, y no me has animado demasiado con esta reseña de su continuación U.U jajaja
    Conoceré a este autor con este libro, así que espero que me anime a leer más historias suyas. Pero cuando empiece Fireight lo haré con las expectativas medias-bajas para no llevarme un chasco :P

    ¡Gracias por darnos tu opinión!

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  2. Hola :) esta vez no coincido para nada contigo. Para mi creo que es mejor que su predecesora, la cual me resultaba bastante apurada en muchos aspesctos. Aquí se toma tiempo para indagar un poco más en David y hacerlo crecer dentro de la historia. Si, admito los golpes de ritmo a todo trapo con cliffhangers, pero creo que es la gracia de esta serie en concreto, o al menos lo que busca Sanderson es únicamente entretener. Pero bueno, como con todo, es mi opinión, y cada uno tenemos la nuestra, si no, vaya mundo más aburrido. Un abrazo^^

    ResponderEliminar
  3. No he leído nada de este tipo. Pero si te soy sincero me llama mucho la atención. Pues no te digo que no lo haga pronto, aunque espero que sea otro libro, ya que tu nota no ha sido muy favorable.

    La Estupenda

    Kiss

    ResponderEliminar

 
Generación Reader © 2012