Reseña "Mago y cristal"

► Título: Mago y cristal
► Autor: Stephen King
► Año de publicación: 1999
► Género: Novela, fantasía
► Editorial: DeBolsillo
► Páginas: 928
► PVP: 10.95 €
► ISBN: 9788499892603

Roland y el ka-tet han conseguido escapar de la ciudad de Lud a bordo de Blaine, el tren enloquecido. Vencen a este último en un concurso de adivinanzas y siguen su camino hacia la Torre Oscura. Roland ahora cuenta su historia, una historia trágica de traiciones y destierro y de cómo se convirtió en un pistolero solitario, entregado a una búsqueda quizá imposible. Pero lo que fundamentalmente narra Roland es la historia de su amor por Susan Delgado, su primer amor y probablemente el único verdadero de su vida, y de las maniobras para separarlos. Y es que Roland era demasiado joven para defenderse de las fuerzas naturales y sobrenaturales que conspiraban contra él…

Opinión

Publicado originalmente en castellano hace 14 años bajo el título La bola de cristal, esta cuarta entrega de la Torre Oscura marca indudablemente un antes y un después en el largo recorrido de la saga, no solo por ser la última novela de la serie que escribió Stephen King antes de sufrir ese terrible accidente de coche que casi le cuesta la vida, sino porque Mago y cristal (nombre con el que se le conoce actualmente) constituye un importante punto de inflexión en la historia de Roland y su búsqueda de la Torre. No voy a negar que asimismo es uno de los libros que mayores sensaciones encontradas, profundos debates internos e interminables quebraderos de cabeza me ha producido en bastante tiempo (conoceréis los motivos algo más adelante), pero analizando con un poco de perspectiva el significado y la relevancia de lo mucho que sucede en esta mastodóntica novela de casi mil páginas, es prácticamente imposible no caer rendido ante la irritante genialidad narrativa de Stephen King, un autor capaz de aburrirte como si estuvieras viendo un desfile de tortugas (¡oh, bendita sea la Tortuga!) durante buena parte de un libro y aun así, dejarte con la boca abierta, los sentimientos a flor de piel y una implacable ira asesina en su recta final.

La Torre Oscura, el lugar en el que convergen todos los Haces, todas las líneas de fuerza. En sus ventanas en espiral ve un intermitente fuego eléctrico y oye los gritos de todos los que están encerrados allí dentro y percibe al mismo tiempo la fuerza de aquel lugar y su maldad.

Pero dejémonos de prolegómenos inútiles y vayamos directamente al embrollo de la novela. Tras el impactante "final" de Las tierras baldías y superar con éxito la peliaguda situación en la que se encuentran nuestros protagonistas a bordo de Blaine el Mono, Roland, Eddie, Susannah, Jake y Acho el bilibrambo se encaminan hacia un nuevo destino situado inequívocamente en la capital de Kansas, pero en una especie de dimensión alternativa que los encomiables lectores de Apocalipsis no tardarán en reconocer. Sin embargo, tras un extenso prólogo que a parte de dejarnos con la miel en los labios no sirve para otra cosa que contextualizar la obra y plantear una serie de interrogantes que tardarán cientos de páginas en resolverse, Roland decide hacer un abrupto descanso en mitad de la nada y aprovecha para contarle a su expectante ka-tet una de las narraciones más dramáticas, íntimas y trascendentales que podamos encontrar en el grueso de toda la saga: la fascinante a la par que conmovedora historia de Susan Delgado.
      Y aquí es cuando comienza la verdadera polémica que divide a los lectores de Mago y cristal: sin introducciones grandilocuentes, sin apenas información de lo que va a suceder y, como se suele decir, totalmente sin anestesia, Stephen King  nos traslada a una suerte de segunda novela camuflada bajo aquella en la que se encuentran Roland y compañía para relatar con todo lujo de detalles (en el sentido más exhaustivo de la expresión) un episodio en la vida del pistolero que explica el origen de su enfermiza búsqueda de la Torre Oscura. En él, un Roland adolescente, inexperto e imprudente es exiliado junto a sus compañeros Alain y Cuthbert a la baronía de Mejis con el objetivo de cumplir una condena por su mal comportamiento. Allí, Roland no solo deberá luchar contra las oscuras pretensiones de un traidor llamado John Farson, sino que vivirá una intensa, inocente y prohibida relación de amor con la bella Susan que pondrá en serio peligro el triunfo de su misión.

-Me lo pagaréis -murmuró-. Por todos los dioses que jamás han existido, me lo pagaréis. Rhea se presentará cuando menos lo esperéis y vuestros gritos os desgarrarán la garganta. ¿Me habéis oído? ¡Vuestros gritos os desgarrarán la garganta!

Personalmente, la historia de Mago y cristal me ha conmocionado hasta el tuétano, ha sido todo un placer explorar el pasado de Roland y descubrir no solo el asfixiante peso que lleva sobre sus hombros, sino también las razones que le impulsan a seguir adelante y los grandes sacrificios que tuvo que realizar en su juventud por culpa de la Torre. En este nuevo capítulo de la saga Stephen King demuestra una vez más su asombrosa capacidad para retratar personajes deslumbrantes y escenas que tardarán muchísimo tiempo en borrarse de tu memoria, que sabe dominar a la perfección sus técnicas narrativas habituales y que conserva la capacidad de impresionar al lector mediante enrevesados giros de la trama. Sin embargo, donde otras veces ha tenido éxito, aquí fracasa estrepitosamente: Mago y cristal acarrea un gran inconveniente desde sus mismos inicios que puede (y de hecho lo ha conseguido) ahuyentar a no pocos lectores acostumbrados a la acción frenética de anteriores entregas, y es que la cuarta novela de la Torre Oscura ostenta el dudoso honor de ser soporífera hasta extremos desesperantes.
    Puede que sea por el repentino cambio de escena, la entrada de incontables personajes nuevos o la incomprensible tardanza del argumento en volverse mínimamente interesante, pero lo cierto es que el comienzo de Mago y cristal es demasiado abrumador, abunda en descripciones innecesarias e impide que nos sumerjamos de lleno en la historia por culpa de su casi inexistente ritmo. El resto es sencillamente impecable. Las numerosas referencias cruzadas con otros libros del autor suponen un interesante extra que ameniza la experiencia lectora de quienes son habituales fieles de Stephen King, las similitudes que guarda esta novela con la popular El mago de Oz son poco menos que impresionantes y la alta cantidad de vocablos, leyendas y fantasías propias que aparecen en Mago y cristal contribuyen en gran medida a incrementar el ya de por sí inmenso imaginario de la serie. En resumen, a pesar de su fatídico principio, el cuarto volumen de la Torre Oscura me ha parecido en términos generales una lectura sublime. Para muchos, un oportuno apeadero en el que abandonar las aventuras de Roland y su ka-tet por los rincones de Mundo Medio, para otros, la incontestable confirmación de que la saga fantástica de Stephen King merece hallar un puesto entre las mejores del género. Para mí, una emocionante, trágica y espectacular historia de amor, nostalgia e inocencia perdida de la que tardaré bastante tiempo en recuperarme.

Puntuación

Mago y cristal