► Título original: The World and Other Places
► Traducción: Alejandro Palomas
► Año de publicación: 1998
► Editorial: Lumen
► Páginas: 224
Si hay algo que he podido comprobar a lo largo de las diecisiete piezas que componen esta colección de relatos es que Jeanette Winterson tiene la capacidad de intercalarse a sí misma en una gran variedad de facetas: desde el realismo más visceral e íntimo hasta la mitología clásica, pasando por escenarios de corte futurista y cuentos eróticos que destilan una pasión desenfrenada, El mundo y otros lugares es un compendio bastante heterogéneo de los temas, ideales e inquietudes cotidianas que estimulan la creatividad de esta autora británica.
Por ejemplo, en "Veinticuatro horas en la vida de un perro", relato que abre la antología, Winterson disecciona de manera tan cruda como emocionante el dilema interno de una mujer que ha de renunciar a la compañía de un entrañable canino por motivos que cualquiera de nosotros pudiera juzgar de irrisorios, pero que -tal y como vamos descubriendo- son de vital importancia para ella. La historia que más me ha impactado, sin ninguna duda, es "La poética del sexo", un deslumbrante relato narrado en retrospectiva acerca de dos mujeres que son víctimas de una insaciable apetencia sexual, descrita aquí como motor y fuerza artística que inunda las páginas de sugerentes, amén de atípicas, figuras literarias.
Ahora bien, aparte de los dos ejemplos anteriores, apenas hay cuatro o cinco relatos que me hayan dejado un poso significativo; la mayoría de historias me han parecido banales e inconsecuentes, un simple ejercicio de buen estilo salpicado de ideas atractivas y alguna que otra frase contundente, pero que Winterson no llega a solventar de manera satisfactoria. No obstante, El mundo y otros lugares es una obra tan amplia y variopinta, mezcla de conceptos tan fascinantes y diversos, que es prácticamente imposible no encontrar elementos en la atípica imaginería de Jeanette Winterson que no despierten de algún modo u otro tu atención. Como conjunto no me ha parecido un título destacable, es cierto, pero aún así este libro supone un método idóneo para meter los dedos del pie en las aguas narrativas de la autora si acaso no te atreves a zambullirte de lleno en una de sus novelas.
Ya sé que soy un barco que hace aguas, pero ¿hace falta que me lo recuerden a diario?
Por ejemplo, en "Veinticuatro horas en la vida de un perro", relato que abre la antología, Winterson disecciona de manera tan cruda como emocionante el dilema interno de una mujer que ha de renunciar a la compañía de un entrañable canino por motivos que cualquiera de nosotros pudiera juzgar de irrisorios, pero que -tal y como vamos descubriendo- son de vital importancia para ella. La historia que más me ha impactado, sin ninguna duda, es "La poética del sexo", un deslumbrante relato narrado en retrospectiva acerca de dos mujeres que son víctimas de una insaciable apetencia sexual, descrita aquí como motor y fuerza artística que inunda las páginas de sugerentes, amén de atípicas, figuras literarias.
Ahora bien, aparte de los dos ejemplos anteriores, apenas hay cuatro o cinco relatos que me hayan dejado un poso significativo; la mayoría de historias me han parecido banales e inconsecuentes, un simple ejercicio de buen estilo salpicado de ideas atractivas y alguna que otra frase contundente, pero que Winterson no llega a solventar de manera satisfactoria. No obstante, El mundo y otros lugares es una obra tan amplia y variopinta, mezcla de conceptos tan fascinantes y diversos, que es prácticamente imposible no encontrar elementos en la atípica imaginería de Jeanette Winterson que no despierten de algún modo u otro tu atención. Como conjunto no me ha parecido un título destacable, es cierto, pero aún así este libro supone un método idóneo para meter los dedos del pie en las aguas narrativas de la autora si acaso no te atreves a zambullirte de lleno en una de sus novelas.
► Título original: Lighthousekeeping
► Traducción: Alejandro Palomas
► Año de publicación: 2004
► Editorial: Lumen
► Páginas: 208
Aunque la escritora británica y yo no empezamos con buen pie, La niña del faro me ha parecido un auténtico despliegue de sensibilidad literaria y refinamiento en el arte de fabricar historias, notablemente superior en todos los sentidos a los cuentos que se pueden hallar en el volumen El mundo y otros lugares. Valiéndose de una niña huérfana que ejerce como voz narradora, Winterson entreteje a lo largo de esta novela una laberíntica red de relatos en los que brilla sobre todo la reconfortante calidez de su prosa y el significado tan personal que Winterson es capaz de imprimir al lenguaje.
Desde el mismo comienzo, la voz de Silver, su protagonista, nos atrapa con su dulzura, candor y honestidad a pesar de su inexperiencia (o quizá precisamente por eso) y las trágicas circunstancias en las que se ve envuelta. Silver pronto entablará amistad con el enigmático Pew, un hombre ciego y amante de las historias que se encarga de cuidar el faro de la localidad donde ambos viven, estableciendo a partir de ese momento una entrañable, peculiar y en ocasiones incomprensible relación donde los términos (así como el argumento de la novela) están lejos de haberse definido.
Tierna, evocadora e imbuida de esa característica atmósfera mágica que es propia de tierras escocesas, La niña del faro me ha parecido una lectura singular, acogedora y muy recomendable que versa sobre el poder de la amistad, el amor y el arte, no de contar historias, sino de crearlas e incorporarlas a nuestra biografía para que, buscando cada uno su propia moraleja, nos proporcionen sentido como individuos.
Un principio, un desarrollo y un final es la forma adecuada de contar una historia, pero a mí me cuesta aplicar ese método.
Desde el mismo comienzo, la voz de Silver, su protagonista, nos atrapa con su dulzura, candor y honestidad a pesar de su inexperiencia (o quizá precisamente por eso) y las trágicas circunstancias en las que se ve envuelta. Silver pronto entablará amistad con el enigmático Pew, un hombre ciego y amante de las historias que se encarga de cuidar el faro de la localidad donde ambos viven, estableciendo a partir de ese momento una entrañable, peculiar y en ocasiones incomprensible relación donde los términos (así como el argumento de la novela) están lejos de haberse definido.
Tierna, evocadora e imbuida de esa característica atmósfera mágica que es propia de tierras escocesas, La niña del faro me ha parecido una lectura singular, acogedora y muy recomendable que versa sobre el poder de la amistad, el amor y el arte, no de contar historias, sino de crearlas e incorporarlas a nuestra biografía para que, buscando cada uno su propia moraleja, nos proporcionen sentido como individuos.
A mí La niña del faro me gustó mucho, pero que muy mucho. No recuerdo mucho de la historia (ajá xD) pero la narración y algunas citas me parecieron sublimes y bueno, creo que ayudo mucho la traducción de Palomas.
ResponderEliminarBesicos!
yo quiero leer la niña del faro asi como pronto :)
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