Natsume Sōseki - Más allá del equinoccio de primavera

lunes, 18 de marzo de 2019



Título original: 彼岸過迄 (Higan Sugi Made)
Traducción: Yoko Ogihara, Fernando Cordobés
Año: 1912
Edición: Impedimenta (2018)
Páginas: 336


El pasado mes de noviembre se publicaba —como viene siendo habitual, bajo la mano de Impedimenta— una de las pocas novelas de Natsume Sōseki que permanecían inéditas en castellano. A pesar de que no se encuentra entre las más conocidas, Más allá del equinoccio de primavera (1912) poco o nada tiene que envidiar a otras grandes obras del maestro japonés como Kokoro (1914) o Soy un gato (1905). 

Escrita casi al final de su vida, la entrañable historia de Keitaro Tagawa, un joven recién graduado que trata de abrirse hueco en el competitivo mundo laboral, posee la arrebatadora desazón existencial que suele impregnar la narrativa de Sōseki. Abatido por una agotadora e infructífera búsqueda de empleo, Keitaro languidece bajo el peso de la monotonía hasta que se cruza con un enigmático individuo llamado Morimoto, trabajador en una estación de ferrocarril que le llenará la cabeza de relatos delirantes y anécdotas pintorescas. Su amistad con Morimoto le contagiará el gusto por las historias ajenas, haciendo crecer en su interior una insaciable necesidad de desentrañar el extraordinario misterio por el que se caracterizan las relaciones humanas.

La repentina e inesperada desaparición de Morimoto, que huye dejando tras de sí únicamente una misiva y un bastón tallado a modo de regalo, proporciona el contexto idóneo para que Keitaro se convierta en el protagonista de su propia aventura. Enfrascado de nuevo en su propósito —mucho más laborioso de lo que imaginaba para alguien con su nivel de educación— de encontrar una ocupación con la que ganarse el sustento, Keitaro acude al encuentro de un antiguo compañero de estudios llamado Sunaga. Tras una impredecible y precipitada cadena de acontecimientos, Keitaro se verá ejerciendo de espía para Taguchi, tío de Sunaga, quien le ordena seguir los pasos de un desconocido fácilmente reconocible por un lunar en el entrecejo.

Así, bajo esta premisa algo murakamiana, Natsume Sōseki construye una novela sorprendente y polifacética en la que su protagonista irá cediendo el testigo de la narración hasta convertirse, como el lector, en mero observador del intrincado tapiz humano que se despliega entre las páginas de Más allá del equinoccio de primavera. Demostrando un asombroso dominio de ambos registros, Sōseki entrelaza la detectivesca trama de Keitaro con una demoledora tragedia amorosa que involucra al desdichado Sunaga y a su encantadora prima Chiyoko. 

Como viene siendo habitual en sus novelas, Sōseki somete los dictados del corazón a los designios del destino, dos conceptos a menudo enfrentados que cobran, en manos de Sōseki, un estrepitoso y fatal cariz. Con su estilo luminoso y ligero, Sōseki es capaz de sondear las abismales simas de la naturaleza humana, diseccionando emociones complejas y contradictorias con precisión quirúrgica. Tal y como el Keitaro de la novela, uno abandona la lectura de Más allá del equinoccio de primavera con la certeza de que algo «ha agitado su ser, ha permeado hasta llegar a las capas más profundas, donde se ha decantado»


«Vivir en una gran ciudad le permitía no solo soñar con países y gentes exóticas, sino deleitarse en la contemplación de mujeres normales y corrientes que veía a diario en los tranvías, de hombres con los que se cruzaba cuando salía a pasear. Pensaba que, tras su apariencia de normalidad, todos ellos escondían algo fuera de lo común bajo el forro de sus abrigos, en las mangas. Deseaba mirar ahí dentro, echar un vistazo a lo extraordinario y fingir después que no había ocurrido nada».


PUNTUACIÓN: ★★★☆

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