► Título original: Limberlost
► Traducción: Alberto Sesmero
► Año: 2022
► Edición: Editorial Mapa (2025)
► Páginas: 256
La infancia es el lugar donde nacen todos los monstruos, pero también es el único sitio donde se les puede matar. Y es que hay terrores que, si no los espantas de niño, te acompañarán durante el resto de tu vida como una sombra inseparable. En el caso de Ned, el protagonista de Limberlost, la obsesión tiene rostro de ballena. Sin embargo, en las salvajes desembocaduras de Tasmania nadie ha oído hablar de ningún Ahab ni de sus maníacas maquinaciones. Aquí, la tripulación del Pequod está formada por un padre tosco e impenetrable y un grupo de hermanos asustadizos que salen al encuentro del legendario cetáceo solo para construir un recuerdo destinado a imprimir su huella indeleble.
Ambientada en la isla australiana que da nombre al demonio más famoso de todos los tiempos, la tercera novela de Robbie Arnott (Launceston, 1989) es una maravillosa historia de formación que nos revela tanto el esplendor como la crudeza de crecer en el mundo rural, donde la precariedad y el demandante ritmo de las tareas cotidianas ahogan cualquier brote de optimismo. Desconsolado por la temprana pérdida de su madre, un padre incomunicativo y enclaustrado en sí mismo y la partida de sus hermanos mayores a la guerra, el joven Ned se dedica a cazar conejos con el objetivo de vender las pieles y reunir el dinero suficiente para comprarse una barca. Ahora bien, cuando un ejemplar de dasiuro —especie de mamífero protegido por su rareza e inusual belleza— queda atrapado en una de las trampas colocadas por Ned en el gallinero de la finca familiar, animal y humano establecerán una extraña conexión capaz de despertar instintos nunca antes catalogados.
Con una sensibilidad poco frecuente, Robbie Arnott elabora un relato contemplativo sobre la tenacidad de un chico decidido a rescatar sus sueños del terreno de lo imposible. Limberlost es una novela que reflexiona sobre nuestra relación ambivalente con la naturaleza, pero también una historia de superación, constancia y fe inamovible en la capacidad de superar cualquier inclemencia. Ned es un personaje tierno y entrañable cuya complejidad se va desvelando de una forma cautivadora, a medida que sus distintas experiencias vitales hacen que regrese con cada vez más frecuencia a esa etapa específica de su pasado. Convertido en esposo, padre, capataz o pastor de vacas, las distintas facetas de Ned confluyen en un episodio trascendental que nos recuerda, de forma descorazonadora, nuestra falta de herramientas para reconocer a su debido tiempo la relevancia de los momentos aparentemente superfluos.
De ritmo pausado, pero constante, Limberlost ofrece un refugio contra la inhabitable inmediatez del mundo contemporáneo y nos traslada a un paisaje indómito que Robbie Arnott consigue capturar en toda su versatilidad mediante descripciones sucintas pero arrebatadoras. Esta es una novela cuya trama, lejos de detonar, va inundándote paulatinamente como la crecida de un río hasta que quedas, sin darte cuenta, arrastrado por corrientes de tristeza y conmiseración. Ned es un protagonista que, con su ingenuidad, su inspirador tesón y su insistencia en tratar de hacer del mundo un sitio más navegable, sustenta los cimientos de una novela minimalista, pero repleta de sugerentes insinuaciones. No hay que dar nada por hecho al leer Limberlost, ya que sus personajes tienen una habilidad pasmosa para pillarte con la guardia baja y el cariño, la bondad o el agradecimiento pueden suceder, entre las páginas de este libro, justo al lado de la cólera o un arrebato de codiciosa mezquindad. Gratamente sorprendido por la propuesta de Robbie Arnott y la cuidadísima edición a cargo de Mapa, Limberlost es la reconfortante constatación de que se puede alcanzar una vida digna aun cuando tus únicas posesiones sean un puñado de miedos y una embarcación malherida para surcarlos.
«Su vida se había expandido. El tiempo se tambaleaba. Rozó la verdad que había en sus sueños, rozó un mundo de una perfección estática, aunque fuera solo mientras durase el ocaso.»
★★★☆




