Abigail Thomas - Lo que viene después... y que te guste

domingo, 16 de noviembre de 2025



► Título original: What Comes Next and How to Like It
► Traducción: Regina López Muñoz
► Año: 2015
► Edición:  Errata Naturae (2025)
► Páginas: 320


En el tercer volumen de sus memorias —Lo que cabe en un instante (Errata Naturae, 2024), Una vida de tres perros (Errata Naturae, 2023)—, la escritora norteamericana Abigail Thomas desgrana un episodio de su vida al que pocas personas pueden ponerle palabras. ¿Cómo se afronta el descubrimiento de que tu mejor amigo mantiene una aventura con tu hija? ¿Cómo se habla de la ciega negligencia que permite a la traición abrir una grieta tan profunda? Pues, por supuesto, no hablando de ello en absoluto. No sin pasarlo antes por el esclarecedor filtro de la literatura. Poseedora de una sabiduría casi ancestral, Abigail Thomas demuestra conocer perfectamente cómo operan los intrincados mecanismos del recuerdo y las historias que nos contamos a nosotros mismos, ofreciendo en Lo que viene después... y que te guste un emocionante ejercicio de narrativa mayúscula donde los momentos complicados de la vida prevalecen como el terreno del que brota la verdad más pura.

Lo que viene después... y que te guste aborda de manera absolutamente libre de ataduras la rocambolesca amistad de Abigail Thomas con el conocido agente literario Chuck Verrill —representante durante muchísimos años de nada más y nada menos que Stephen King—. Esta relación, entrañable, cautivadora y de una tonalidad casi romántica, se verá puesta a prueba cuando Thomas descubra, previa confesión de Verrill, que su alma gemela lleva un tiempo teniendo un lío con su hija Catherine. A través de viñetas que capturan escenas tan cotidianas como sobrecogedoras, Thomas reflexiona sobre el carácter indescifrable de la vida y las relaciones humanas mientras recoge pensamientos sencillamente deslumbrantes que giran en torno al amor, la confianza, la felicidad, el perdón y el arrepentimiento.

Aun con la presencia de episodios ciertamente oscuros, las memorias de Abigail Thomas irradian una fascinante luz. La autora norteamericana entremezcla su ambiciosa labor autobiográfica con su faceta artística, salpicando capítulos de una sombría implicación emocional con arrebatadoras imágenes sobre su proceso creativo a la hora de pintar. En las páginas de Lo que viene después... y que te guste resuenan los pasos de una familia efervescente, cuyos miembros entran y salen de escena a voluntad de la autora para dejar constancia de impresiones deslavadazas pero duraderas. Sin embargo, cuando Catherine sea diagnosticada con un cáncer bastante agresivo, la hija pequeña de Thomas dejará de ser en un mero satélite para convertirse en su dramático centro de gravedad.

Lo que viene después... y que te guste es, en gran medida, un acto de rebeldía contra el paso del tiempo y su ímpetu destructivo, empeñado en borrarlo todo. Desde la atalaya de la vejez y un alcoholismo mal disimulado, Abigail Thomas consigue plasmar con una genialidad indiscutible la absurda arbitrariedad de la memoria, capaz de obviar años y personas enteras mientras se aferra a detalles en apariencia insignificantes que, no obstante, acabamos atesorando como amuletos de un valor incalculable. Gracias a este magnífico volumen de visiones tan fugaces como indelebles, he podido adentrarme en la existencia de una mujer apasionante, inteligente, lúcida y mordaz que indaga en su pasado como recurso para extraer fuerzas con el que encarar el futuro y su inseparable presagio de muerte.

Apasionada de los hombres y los perros a partes iguales —a veces resultan indistinguibles unos de otros—, Abigail Thomas rescata de vivencias absolutamente devastadoras algunas de las enseñanzas más perspicaces y profundas del libro, como si tocar el trauma con los dedos fuese el catalizador de un entendimiento sublime. Y es ese quizá el artificio mejor logrado de una obra extraordinaria, conmovedora, humana a rabiar y completamente recomendable de principio a fin: la impresión de que su autora, tras toda una vida recorriendo escarpadas cimas y hondonadas en penumbra, está menos perdida e indefensa que cualquiera de nosotros.


«Odio el orden cronológico. [...] La idea de que ha pasado esto y luego esto otro y luego esto y lo de más allá, la implacable sucesión de acontecimientos y emociones engarzadas sólo porque los días se suceden y forman semanas que se suceden y se convierten en meses y años, consolida el hecho de que el único fin lógico para el orden cronológico es la muerte.»


★★★

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