Han Kang - La clase de griego

lunes, 24 de noviembre de 2025



► Título original:  희랍어 시간
► Traducción: Sunme Yoon
► Año: 2011
► Edición:  Random House (2023)
► Páginas: 128


Puede que Han Kang (Gwangju, 1970) se haya convertido, junto a Bob Dylan, en uno de los Premios Nobel de literatura más polémicos de la historia reciente. Ya sabemos que en esto de los galardones nunca llueve a gusto de todos, pero lo cierto es que no recuerdo haber sido testigo de un cuestionamiento tan vehemente como el que se produjo hacia la obra de la autora surcoreana. Lo cual no deja de ser irónico, pues las novelas de Kang suelen estar protagonizadas precisamente por mujeres más bien irritantes que sufren en sus carnes las severas consecuencias de no ceñirse a las convenciones. En La clase de griego, publicada originalmente en 2011, Han Kang dilata hasta el extremo el efecto de esta opresión sistemática y nos pone en la piel de una madre silenciada por su propia incapacidad para narrar el relato.

Y es que, tras el fallecimiento de su madre y perder la custodia de su hijo de nueve años, la protagonista de La clase de griego no está para muchas conversaciones. Mujer de mediana edad, víctima de una galopante afasia provocada por su repentino cambio de circunstancias, la narradora se refugia en el griego antiguo con la esperanza de encontrar un lenguaje donde existan los símbolos apropiados para expresar su dolor. Su profesor, un hombre atrapado entre dos países y épocas distintas, la observa con detenimiento —sin recibir nada más que una indiferencia inamovible— mientras experimenta el avance de una enfermedad que le está arrebatando progresivamente la visión.

Así, a medida que se van desvelando episodios de sus respectivos pasados, los dos protagonistas de La clase de griego establecen una curiosa relación de reconocimiento mutuo que pone de manifiesto la conmovedora sensibilidad de la autora surcoreana para describir las complejas ramificaciones del trauma. Han Kang ha elaborado una historia minimalista y de arquitectura simple para desvelar las limitaciones del lenguaje como herramienta de comprensión. Su prosa, íntima, atmosférica y repleta de belleza e imágenes arrebatadoras, permite concebir un espacio donde aflora la necesidad de conectar con otro ser humano cuando el peso de la tristeza se convierte en una carga demasiado difícil de soportar.

En La clase de griego, Han Kang aborda un tema tan común como la soledad desde una óptica absolutamente singular que nos obliga a redactar las normas de una nueva sintaxis. La alumna de la novela nos recuerda que, en la mayoría de casos, detrás de una apariencia apocada o un silencio proverbial se esconde una historia sobrecogedora que precisa ser escuchada. En el caso del profesor, resulta tan trágico como terrible presenciar su caída en desgracia. A las heridas emocionales arrastradas desde la juventud, como el desarraigo, la añoranza y la culpa, se suman el miedo a un futuro en sombras, marcado por la pérdida de autonomía y una ceguera que pende sobre el horizonte como una condena.

A pesar de su temática oscura, el tono de la novela es luminoso, por momentos casi triunfal. Definitivamente, Han Kang es una escritora que no se detiene en las profundidades del abismo, sino que se aproxima a él solo para averiguar dónde está la salida. La clase de griego es una obra austera, pero enormemente poética y de gran calado, así como de grandes contrastes. Tremendamente sensorial, además, para ser una novela donde los personajes van dejándose los sentidos por el camino. No te lo da todo hecho, sino que transita sin ningún tipo de pudor el territorio de las apreciaciones y la interpretación del lector. Como una maestra dispuesta a exprimir todo el potencial del estudiante, Han Kang nos enseña en La clase de griego nuevos modos de conjugar la existencia humana y usos que solo se dan en el idioma de la literatura con mayúsculas.


«Tomé conciencia de que el cuerpo humano es triste, de que está lleno de zonas cóncavas, suaves y vulnerables, como brazos, axilas, pecho y entrepierna; de que es un cuerpo nacido para abrazar y desear el abrazo de alguien.»


★★★

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