Ocean Vuong - El emperador de Alegría

domingo, 19 de octubre de 2025



► Título original: The Emperor of Gladness
► Traducción: Daniel Saldaña París
► Año: 2025
► Edición:  Anagrama (2025)
► Páginas: 440


Aspirantes desde luego hay miles, pero pocos son los debuts que generan tanto entusiasmo y ruido mediático como el que logró Ocean Vuong hace unos años con su primera novela. De ascenso meteórico y viral repercusión, En la Tierra somos fugazmente grandiosos fue para mí como esa musa de los suplementos literarios que, dotada con la omnipresencia propia de un ardid propagandístico, de vez en cuando irrumpe para hacerte sentir como un absoluto marciano por no verle las bondades que todo el mundo señala. Tras paladear las mieles del éxito, Vuong regresa ahora con El emperador de Alegría, una novela mucho más ambiciosa y menos transgresora que habla sobre amistades improbables, diáspora vietnamita y una ciudad en la que los sueños constituyen la base de una insaciable pirámide alimenticia.

Ambientada en un pueblo de Nueva Inglaterra llamado Alegría Este, la novela de Ocean Vuong nos pone en la piel de Hai, hijo de padres exiliados por la guerra que emigraron a Estados Unidos arrastrando de su familia solo para ver cuán fácilmente devienen en pesadilla las nieblas inaprensibles del sueño americano. Tras la muerte de su abuela y su mejor amigo, incapaz de lidiar con sus problemas de adicción y su fracaso como estudiante universitario, Hai orquesta una simulación que sirva como tapadera para complacer las exigentes expectativas de su madre mientras secretamente planea su suicidio. Sin embargo, justo cuando está a punto de tirarse por el puente que marca el límite de la ciudad, Hai es interrumpido por una excéntrica señora de origen lituano que experimenta el invisible pero implacable avance de la demencia.

A partir de ese momento, Hai se convertirá en el cuidador de la entrañable Grazina y entre ambos se establecerá una simbiosis ambivalente, rubricada siempre por esa embarazosa intimidad de quien te ha visto en tu momento más vulnerable. Flotando entre la alucinación y la vigilia, inmersos en un juego narcotizado por reconstruir el pasado, Hai y Grazina se aferran a la ficción como mecanismo para sobrellevar el trauma y asimilar una realidad vaciada de esperanza. Y es que Vuong, no sé si como homenaje o como remake, implementa aquí esa premisa que Kurt Vonnegut ya desarrolló en Matadero cinco, espejo lejano en el que se mira la obra de Vuong y donde el delirio se erige como la respuesta racional a la irracionalidad del campo de batalla que todos llevamos dentro. 

El emperador de Alegría, con esa prosa afectada, retórica y preciosista que constituye el sello personal de Ocean Vuong, retrata el día a día cruel e impúdico de una sociedad triturada a la que le han robado la capacidad de imaginar una vida plena. Tras obtener empleo en un restaurante de comida rápida, Hai nos descubre las existencias truncadas de un grupo de trabajadores que revelan las miserias del sector de la hostelería y que atraviesan cada mañana las puertas de su local como cerdos dispuestos a ser descuartizados por la industria cárnica estadounidense. Sobre penas cotidianas y espontáneas confidencias, Vuong deja florecer vínculos entre un variopinto elenco de individuos repudiados en cuya compañía Hai, junto a su primo Sony —un chaval con autismo y una fijación morbosa por la guerra civil norteamericana—, tratará de establecer el ansiado hogar que siempre se le ha negado.

Aunque me fascina la sensacional habilidad de Vuong para iluminar los rincones más oscuros con la radiante tonalidad de su lenguaje, sigo sin encontrar mi sitio en su visión de la literatura, que se me antoja un tanto pueril. El emperador de Alegría, lejos de cautivarme, me ha parecido una novela sin propósito ni mensaje y, por momentos, soporífera, un recuento de escenas deslavazadas que parecen más un esfuerzo por transmitir determinados vibes que por articular una trama sólida e interesante. No obstante, creo que El emperador de Alegría puede encantar a los que fliparon con el primer trabajo de Ocean Vuong y busquen ración doble de ese ingrediente tan característico con el que sazona su escritura. Así, si prestas atención, de entre los escombros cenicientos de Alegría Este verás emerger la desgarradora llamada de auxilio de alguien que cada día elige en quién debe convertirse. Ya sea como Hai, Labas o el sargento Pepper, el protagonista de El emperador de Alegría encarna la desconsoladora tragedia de quienes son víctimas de la historia y se ven forzados a meter una multitud de vidas en el diminuto hueco de una sola vida.


«Porque recordar es llenar el presente con el pasado, lo que significa que el coste de recordar algo, cualquier cosa, es la vida misma.»


★★

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