Laurie Colwin - Felicidad familiar

viernes, 27 de enero de 2017



Título original: Family Happiness
Traducción: Antonio-Prometeo Moya
Año: 1982
Editorial: Libros del Asteroide
Páginas: 336
Valoración: ★★★


La felicidad es una meta escurridiza. Un bien deseable y escaso que todo el mundo pretende conseguir. Sin embargo, hay personas que no parecen predispuestas a encontrarla. Personas que, a pesar de las circunstancias favorables, terminan saboteando sus propios intentos de alcanzar el tan ansiado estado de bienestar. En su última novela traducida al castellano, Laurie Colwin (Nueva York, 1944) reflexiona sobre esta particularidad en un mundo donde los lazos familiares constituyen la base sobre la que cimentar una existencia feliz. La protagonista de este relato es Polly Solo-Miller Demarest, miembro de un reputado clan de juristas estadounidenses que disfrutan de seguridad económica, prominencia social, realización personal y, en general, todas las comodidades que a uno se le puedan venir a la cabeza. Unidos por un fuerte apego a los valores tradicionales y a la excelencia tanto en el ámbito laboral como el individual, los Solo-Miller son una familia que no concibe la infelicidad, una tribu donde cada miembro conoce bien las expectativas que hay puestas sobre él y se esfuerza incansablemente por satisfacerlas.


«Puede que la verdad sea que soy tan caprichosa, tan engreída y tan afortunada que nunca he tenido que pelear para tener lo que quiero. Puede que nunca haya querido nada de esto. Puede que solo sea capaz de pensar lo que me han inculcado».


En el caso de Polly, su papel consiste en ser una hija, hermana, madre y esposa intachable, brillante en su trabajo, excelente cocinera, cuidadora incansable y mediadora en los escasos e inofensivos conflictos familiares que se plantean. Una mujer educada para «prestar atención, no ser el centro de la misma». Lejos de hundirse bajo semejante carga, Polly cumple sus funciones razonablemente bien. Soporta con estoicidad la indiferencia de su padre, Henry, y los severos juicios de su madre, Wendy, que la compara constantemente con sus dos hermanos varones: Paul, un hombre exquisito, ausente e irascible que no parece muy interesado en los asuntos terrenales («Se decía que era brillante, pero era tan callado que nadie le había oído decir nunca nada brillante»), y Henry el Joven, considerado un poco la oveja negra de la familia tras renunciar a una carrera en el mundo de la abogacía, casarse con una checoslovaca y tener perro en lugar de un hijo que añadir a la estirpe de los Solo-Miller. Sin embargo, la vida de Polly da un inesperado vuelco cuando conoce a Lincoln, un pintor solitario y algo bohemio del que se enamora sin remedio tras asistir a una de sus exposiciones. La velocidad y desesperación con que Polly se lanza a los brazos de Lincoln no es sino un síntoma de su insatisfacción latente, una grieta prácticamente inapreciable por la que este personaje se cuela para calmar una sed que Polly no era consciente de tener.

De repente, Polly se ve sacudida por una desbordante sensación de humillación y culpabilidad, consciente de lo que pensaría su entorno si se hiciera pública su aventura amorosa. El adulterio es una mancha en su expediente que sencillamente no puede permitirse. Incapaz de decidirse entre un amante con el que la vida en pareja no funcionaría y un marido al que ama, pero con el que se siente desplazada por culpa de su trabajo, Polly se encamina hacia la autodestrucción total, hacia una encrucijada emocional donde ninguna de las alternativas supone un verdadero alivio. Este dilema que va consumiendo poco a poco a Polly se convierte en el terreno donde Laurie Colwin, en un tono compungido y repleto de desasosiego, cultiva una fascinante observación de la felicidad como cuchillo de doble filo. Por un lado, expone los sacrificios a los que hacemos frente en nombre del amor, de la prosperidad sentimental, de la solución que complace al mayor número de individuos. Por el otro, Colwin deja entrever que dichas medidas, adoptadas para corresponder al ideal de felicidad que nos han inculcado desde pequeños, a veces acarrean justo lo contrario.


«Su problema no era haberse enamorado de Lincoln, ni siquiera lo que había posibilitado el haberse enamorado: su problema era ella misma. Era el yugo que se había puesto sobre la cerviz, las normas a las que se había sometido voluntariamente y el hecho de que por debajo de todo el servicio, cariño, cuidado y educación había otra Polly que no había afrontado totalmente».


Hablando de amor, ¿puede uno enamorarse de un libro? Si es así, no hay duda de que yo me he enamorado de Felicidad familiar. Se llame como se llame, el sentimiento que me despiertan los libros de Laurie Colwin son producto de algo más que una simple meritocracia. Seguramente habrá por ahí montones de obras que sobrepasen las cualidades literarias de este. Sin embargo, pocos alcanzan a trasmitir la misma autenticidad, la naturalidad y el profundo entendimiento de los lazos familiares que la autora demuestra poseer aquí. La novela de Colwin se lee como una descarnada y emotiva confesión, aderezada con finísimos toques de humor, de alguien que se abre en canal ante el lector para exponerle sus dudas, inseguridades y temores más arraigados. Colwin hace de la sencillez su estandarte y de la honestidad todo un arte. Consigue que te involucres con unos personajes que, a pesar de tener todo lo que uno pudiera desear, no son inmunes a los desacarreos e inconvenientes de la vida. Polly no sale indemne de su romance ilícito, pero nosotros tampoco. Y es precisamente ese nivel de conexión que la autora consigue establecer entre realidad y ficción lo que convierte a Felicidad familiar en una lectura tan necesaria. Maravillosa Colwin, y maravillosa la decisión tomada por Libros del Asteroide de seguir apostando por ella.

4 comentarios :

  1. ¡Hola! :)
    Lo tengo en la estantería desde hace unos días y con tu reseña me han entrado más ganas de devorarlo. :D

    Abrazo,
    M

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  2. Es una lástima que a Colombia no lleguen los libros de la editorial, porque, además de apuntarme este, tengo otros varios que quisiera leer desde hace años. Creo, por lo que puedo leer en tu reseña, que es un libro muy humano, y a mí lecturas de ese tipo son las que más me gustan.

    Gracias por darlo a conocer.

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    1. Estimado Luis: nuestros libros tienen distribución en Colombia (el distribuidor se llama Siglo del Hombre, por si quieres buscarlo y preguntarle directamente a qué librerías acudir), las novedades tardan algo más en llegar pero el fondo está casi todo. Un cordial saludo, Libros del Asteroide.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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