Julio Fajardo Herrero - Asamblea ordinaria

martes, 17 de enero de 2017



Título: Asamblea ordinaria
Autor: Julio Fajardo Herrero
Año: 2016
Editorial: Libros del Asteroide
Páginas: 224
Valoración: ★★☆


Si entendemos la literatura como una vía para canalizar los problemas que aquejan a la sociedad, un terreno sin restricciones donde volcar la realidad cotidiana y estudiar su impacto en el individuo, no es de extrañar que en los últimos tiempos haya proliferado en el mundo editorial una corriente de obras denominadas como «novelas de la crisis», que es, al fin y al cabo, el acontecimiento reciente que más ha trastocado los cimientos de nuestro país. De esa necesidad por encontrar respuestas ante los tiempos de cambio o, sencillamente, registrar las dimensiones de la catástrofe, nace esta segunda obra de Julio Fajardo Herrero, escritor de origen tinerfeño que en su Asamblea ordinaria nos ofrece una incómoda radiografía de la actual coyuntura social, política y económica españolas.


«Por mucho que ahora mismo esa cantidad para nosotros sea una verdadera fortuna, el hecho de haberla aceptado enseguida no iba a ser más que otro quebradero de cabeza que añadir a la lista de cosas pendientes —otra losa que sumar a lo que ya le debes al banco y a tu madre y a los padres de tu pareja— y desde ese momento te va a tocar componértelas con la noción de que ahora también le debes dinero a un amigo que tampoco es millonario, ni mucho menos. Por eso digo que si te lo ofrecen, aunque no dudo que sea con la mejor intención, en parte es porque también saben que no vas a aceptarlo».


Asamblea ordinaria se compone de tres historias —ambientadas en tres ciudades tan diferentes como Madrid, Zaragoza y Barcelona— que nos pueden resultar desagradablemente familiares: historias de desempleo, precariedad laboral, tensiones domésticas y vidas rotas por culpa del desplome financiero. Esta tres líneas argumentales, que nunca llegan a cruzarse y que se intercalan de manera mecánica en ciclos que con el tiempo resultan un tanto monótonos, están protagonizadas por tres parejas de personajes anónimos que, supongo, pretenden englobar al conjunto de la sociedad para que cualquiera pueda sentirse identificado con ellas.

En el primer caso tenemos a un matrimonio en el que crecen las rencillas porque el marido lleva dos años en paro. El dinero escasea, las deudas se acumulan, y él lo único que parece buscar es porno en Internet y fantasías revolucionarias de la mano de una nueva «mayoría social» que empieza a manifestarse en las calles. Por otro lado, tenemos a un joven trabajador que siente una especie de fascinación obsesiva por su antiguo jefe, un hombre adinerado que trata de ocultar sus malas prácticas empresariales con toneladas de carisma y buenos propósitos. En último lugar, el sobrino que se marcha a vivir a casa de su tía —anciana, viuda y estafada hasta perder sus ahorros— con el fin de ahorrarse el alquiler. El conflicto generacional está servido y nos hace reflexionar sobre la capacidad del ser humano para empatizar e interesarse por el prójimo en tiempos de dificultad.

A nivel formal, Asamblea ordinaria tiene cosas destacables. Julio Fajardo Herrero trabaja muy bien los diferentes registros narrativos (los tres narradores, a pesar de su despersonalización, son perfectamente distinguibles) y su retrato de la actual realidad española es tan certero como preocupante. Su estilo, para mi gusto, innecesariamente enrevesado, fluctúa entre la ironía, la mordacidad y el despecho, entre la admonición y el reproche, entre el desengaño y la frustración, creando una amalgama de reacciones y respuestas ante esta época convulsa que no dejan indiferente a nadie. Otra cosa que alabo es la capacidad del autor para ahondar en los abismos de la crisis sin adoptar posturas políticas determinadas ni que haya eslóganes panfletarios de por medio, involucrándose en las historias pero nunca posicionándose con ninguno de sus protagonistas.


«Por ejemplo ella pensaba mucho en la muerte de su marido, porque la seguía teniendo muy presente, y se acordaba de todas las cosas a las que habían renunciado juntos y por las que se habían sacrificado, siempre tan mentalizados con que llegaría el momento de dejar de trabajar e imaginando esa etapa de sus vidas como lo que debería ser para todo el mundo, un descanso. Los dos se habían deslomado durante más de cuarenta años, a menudo con más de un trabajo cada uno, gastando lo estrictamente necesario siempre con la idea en la cabeza de poder tener un retiro tranquilo —sin derroches, pero también sin pasar apuros—, y todo para que al final a él le encontraran el cáncer justo un año y medio antes de cuando le tocaba jubilarse».


Ahora bien, la lectura de Asamblea ordinaria enfrenta varios escollos importantes, como por ejemplo la ausencia total de tensión narrativa o la escasa, por no decir nula, evolución de los personajes. Asamblea ordinaria es una obra que se apoya demasiado en el lenguaje, en la pomposidad de sus estructuras gramaticales y, en definitiva, parece demasiado interesada en reflejar la elocuencia de su autor más que en enganchar por medio de una trama propiamente dicha. Me parece que está repleta de detalles puntuales y enfoques de lo más interesante, pero que no terminan de adaptarse al formato en el que vienen envueltos. En resumen, una lectura irregular, de sensaciones encontradas, que a pesar de sus buenas cualidades no ha terminado de cuajar del todo conmigo.

1 comentarios :

  1. Aun estando de acuerdo con todo lo que dices a mí me gustó más que tí. Supongo que es una cuestión del estilo del autor, cuando se conecta con el estilo de un escritor todo entra bien, mientras que lo contrario supone un escollo.
    A mí me gustó especialmente las diferencias narrativas de cada historia, lo increiblemente sencillo que resulta reconocer, abriendo el libro al azar, en qué historia nos encontramos a pesar de que nunca sepamos los nombres de los personajes, gracias a las diferencias que establece fajardo en el uso del lenguje en cada una de las historias.

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