► Título original: Dream Count
► Traducción: Carlos Milla
► Año: 2025
► Edición: Random House (2025)
► Páginas: 536
Tras más de diez años desde el advenimiento de Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie despierta de su letargo para constatar que nadie ha sido capaz de ocupar su puesto durante esta larga ausencia. Y es que la escritora nigeriana ha diseñado una fórmula inimitable para narrar el descontento y la desesperanza propios de un territorio que no te pertenece ni te reclama. Sí, con su afilado escalpelo, Chimamanda puede adentrarse de manera única en el sentir de una generación, como quien realiza la autopsia de un cadáver descompuesto, hacia ese lugar terrible e íntimo donde los sueños yacen extintos.
Los agitados albores de la pandemia constituyen el escenario donde las cuatro protagonistas de Unos cuantos sueños comienzan a desvelar el intenso drama de sus vidas. Con la introspección y el tono confesional que propician el inevitable confinamiento, Chimamanda entreteje cuatro historias entrelazadas sobre mujeres radicalmente humanas que se apartan de las convenciones y desafían cualquier estereotipo: mujeres vibrantes, instruidas, imperfectas y contradictorias, rodeadas en su mayoría de comodidad y opulencia, cuya acuciante necesidad poco o nada tiene que ver con la voluntad de la tribu, sino con un profundo anhelo de autorrealización.
Chiamaka es una escritora en ciernes que viaja por todo el mundo recogiendo sus impresiones de los lugares que visita. Convencida de que el amor se le mostrará en toda su magnitud en el momento adecuado, Chiamaka va deambulando de una relación frustrada a otra mientras las expectativas, las suyas y las ajenas, van adquiriendo con el paso del tiempo un peso insoportable. Su mejor amiga, Zikora, ejerce como abogada en un prestigioso bufete y afronta el abandono de su pareja mientras trata de sobrellevar las secuelas de un pasado traumático. Ambas se convertirán en un importante apoyo para Kadiatou cuando esta última, tras huir de su Guinea natal en busca de asilo político en Estados Unidos, se vea sometida a un demoledor escrutinio mediático en el contexto de un juicio sobre abuso sexual. Completa este pintoresco cuarteto la idealista y beligerante Omelogor, una profesional del sector financiero —implicada en una escandalosa red de corrupción— que, desde su púlpito de Internet, ahora se dedica a divulgar los efectos nocivos de la pornografía en la educación sexual de los hombres.
En una época de futuro incierto y presente paralizado, Chimamanda Ngozi Adichie recurre al pasado como recurso para indagar en el material del que están hechos los sueños. Desde Nigeria a Dinamarca, pasando por Londres, París o Nueva York, Chimamanda establece una apasionante hoja de ruta por los paisajes del deseo y la incertidumbre vital que nos lleva a conocer tanto un África moderno y cosmopolita como su faceta más retrógrada, incivilizada y cruel con las mujeres, reflejo de un continente secuestrado por los vestigios de su época colonial y un infantilismo político que solo es carnaza para codiciosos sin escrúpulos y jefes de guerra. A través de un inolvidable elenco de personajes, y haciendo gala de un firme pulso narrativo que sabe en todo momento hacia dónde se dirige, Unos cuantos sueños recoge los amargos sinsabores, vuelcos y desengaños del mundo contemporáneo en toda su universal singularidad.
Monumental en su amplitud y estremecedora por su descarnado realismo, la última novela de Chimamanda Ngozi Adichie es un sobresaliente relato multicultural y gastronómico que pretende iluminar los rincones más oscuros de la experiencia femenina, desde la imposición del matrimonio y la maternidad como un indicador de mérito personal hasta la irreparable violencia con la que el fuego de la atracción provoca incendios capaces de arrasarlo todo. Emotiva, ambiciosa y comprometida, Unos cuantos sueños, a pesar de su carácter marcadamente trágico, desprende un aire triunfal que aviva la esperanza y supone, aun con las pruebas en contra, una reparación necesaria en la creencia de que imaginar una vida mejor no es una simple fantasía.
«Mi cuerpo quedó inmóvil, se detuvo él mismo, por propia iniciativa. Me tambaleé. Así de visceral, de profunda, fue la impetuosa arremetida del recuerdo y el pesar, y la pérdida, y el anhelo de aquello que podría haber sido.»
★★★★
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