► Título original: —
► Traducción: —
► Año: 2025
► Edición: Reservoir Books (2025)
► Páginas: 184
¿Se ha elegido ya el libro revelación de 2025? ¿Podemos confirmar a Lana Corujo como la sensación literaria de la temporada? No suele ocurrir muy a menudo, pero en Han cantado bingo he encontrado, al fin, uno de esos libros que corren por las redes como la pólvora cuya popularidad no hace que me quiera tirar de los pelos. Me pinchan y no sangro. Y es que el sólido debut de Lana Corujo (Lanzarote, 1995) es una historia profundamente conmovedora que, dando lo prometido, explora las ramificaciones del duelo y la memoria con una sensibilidad y una madurez narrativa que parecen impropias de una novata. Pero claro, la vida es una experiencia que no se ensaya y la tristeza, que puede ser tan temprana como la infancia, constituye formación suficiente para alumbrar una obra escrita con tinta, tierra volcánica y un buen puñado de lágrimas.
Lana Corujo ha creado una novela traviesa e inclasificable, resistente a las etiquetas, que solo obedece a las retorcidas reglas de su propio juego. Un rompecabezas difuso y hecho de fragmentos con el que dos hermanas se entretienen mientras el lector trata de resolver el misterio que las sobrevuela. La narradora de Han cantado bingo describe en un descorazonador tono de inocencia interrumpida sus vivencias junto a Alejandra —dos años menor que ella— en una pequeña villa insular que está enclavada al borde de una montaña conocida como El Ahorcado. A través de una cronología rebelde y febril vislumbramos escenas, a veces tan fugaces como un destello, que retratan una convivencia marcada por el alcoholismo y la desatención, pero también por una entrañable sororidad que rodea a las dos hermanas como el abrazo de una cinta irrompible.
Creo que el truco de magia más efectivo de esta novela, que se devora con una urgencia autodestructiva, es la magnífica ambientación de un universo narrativo donde se dan cita terroríficos monstruos nocturnos, canciones sobre el magnetismo de la muerte, sombrías premoniciones, una maldición sobrenatural que se transmite de generación en generación y hasta un volcán que te clava su ominosa mirada con ojos vigilantes. De manera tan convincente como imaginativa, Lana Corujo recrea el carácter crepuscular de la niñez con una cadencia onírica que resulta sobrecogedora y reconfortante a partes iguales. No obstante, a veces la realidad ahoga el sueño. En manos de Lana Corujo, los pasillos y recodos de la nostalgia constituyen los cimientos de una casa que se vuelve inhabitable cuando golpea la tragedia y, de repente, una parte esencial de ti acaba convertida en un fantasma, arrancado del tiempo, congelado en el recuerdo para toda la eternidad.
En ese sentido, Han cantado bingo constituye una bella meditación sobre la necesidad de reclamar un espacio individual para procesar la pérdida y expiar la culpa. Con un inconfundible acento canario que dota al conjunto de una textura vibrante, Lana Corujo habla sobre familias disfuncionales y apegos feroces, sobre cómo la ternura es capaz de darse la mano con la sordidez y cuán difícil es inventar palabras para nombrar ciertas ausencias. Han cantado bingo escenifica el poder de la huida como camino para encontrar el consuelo de la distancia y nos enseña que el remordimiento no siempre significa estar arrepentido de tus pecados y pequeñas villanías, sino estar dispuesto a cruzar infinitos terrenos de rofe solo para mostrar un último gesto de bondad. Sin ser una obra especialmente pionera ni revolucionaria, la primera novela de Lana Corujo me ha parecido una lectura absorbente, cautivadora y con tremenda personalidad que sitúa en el mapa un nuevo lugar donde cartografiar nuestro más hondo desconsuelo.
«Quizás un día se lo cuente a alguien y lo que reciba de vuelta sea amor y comprensión, un cuerpo ajeno al mío en el que pueda descansar. El mundo me muestra una apertura donde estoy sola con mi secreto.»
★★★☆
Hola! Qué premisa más interesante. Definitivamente me lo apunto.
ResponderEliminarGracias por compartir ♥