► Título: Canciones de amor a quemarropa
► Autor: Nickolas Butler
► Saga: -
► Año: 2014
► Editorial: Libros del Asteroide
► Páginas: 344
► Precio: 21.95 €
Henry, Lee, Kip y Ronny crecieron juntos en el mismo pueblo de Wisconsin, Little Wing. Amigos desde niños, sus vidas comenzaron de manera similar, pero han tomado caminos distintos. Henry se quedó en el pueblo y se casó con su primera novia, mientras que el resto lo abandonó en busca de algo más: Ronny se convirtió en un famoso cowboy de rodeo, Kip en exitoso agente de bolsa y Lee en una estrella de rock de fama mundial.
Cuando se vuelven a reunir en una boda, todos tratan de recuperar su vieja amistad pese a lo mucho que han cambiado. Entre la alegría del encuentro las antiguas rivalidades renacen y los viejos secretos amenazan con destrozar amistad y amor.
Opinión
De entre todas sus magníficas cualidades, sin duda alguna mi favorita es que la música llega donde las palabras muchas veces no alcanzan. Un acorde inesperado, un solo de guitarra, el último single de tu artista preferido o una melodía pegadiza a veces alivian más dolor que una caja entera de aspirinas. Y es que admitámoslo ya de una vez: existen fibras de nuestro ser a las que solo se puede acceder mediante instrumentos de percusión. En ese sentido, Nickolas Butler demuestra en Canciones de amor a quemarropa no ser tanto un buen escritor como un excelente director de orquesta. Aquello que podría haberse convertido en un nostálgico y melancólico sucedáneo de algo escrito por Nick Hornby queda reflejado en manos del debutante autor norteamericano como un arpegio completamente exquisito de sintonías narrativas, un auténtico recital de buen gusto e interpretaciones ejecutadas de manera soberbia que resuenan en la mente del lector mucho tiempo después de haber arrancado al libro sus últimas notas.
A grandes rasgos, Canciones de amor a quemarropa relata las historias de cuatro viejos amigos criados en el mismo pueblo de Wisconsin cuyas vidas han ido tomando con el transcurso de los años derroteros totalmente diferentes. Ronny, un intrépido vaquero de rodeo retirado por las secuelas de un accidente relacionado con el alcohol; Kip, forrado de dinero gracias a sus exitosas inversiones en la banca; Lee, una flamante estrella del rock que nunca ha renegado de sus orígenes humildes y que está sopesando las ventajas de regresar al anonimato; y por último, Henry, al que cualquier cosmopolita no dudaría en tachar de fracasado porque se casó con su primera novia y nunca llegó a abandonar el pueblo que le vio nacer. La boda de uno de ellos supondrá el escenario idóneo para consumar el reencuentro definitivo de este improbable cuarteto. Pero, como en toda buena verbena que se precie, la alegría y entusiasmos iniciales darán paso al florecimiento de antiguas rencillas, cuentas pendientes y secretos de categoría inconfesable que podrían desestabilizar (o incluso llegar a demoler) los cimientos de su compleja relación.
Nickolas Butler ha construido una magnífica novela que podríamos catalogar como de 'crecimiento' alternando repetidamente, pero con innegable eficacia, entre los puntos de vista de Kip, Ronny, Lee, Henry y Beth, siendo estos dos últimos los miembros de un matrimonio feliz que quizá pronto deje de serlo. A lo largo de la historia, el estallido lumínico de la gran ciudad se contrapone desde el lado opuesto de la balanza al estilo de vida íntimo, tradicional y campestre que ofrece Little Wing a sus habitantes; la introspección como método de reafirmarse individualmente en pleno contacto con la naturaleza frente al escaparte frío y estéril de la parafernalia televisiva. Pero sobre todo, Butler dedica un buen número de páginas a disertar acerca de esos prometedores sueños de juventud que se transforman en pesadillas al verse atropellados por la realidad más cruda y nos demuestra que el amor, aún en circunstancias nada favorecedoras, puede manifestarse de múltiples e inesperadas formas.
¿Cómo expresar de manera adecuada el sobrecogedor sentimentalismo que me embarga al recordar ciertos pasajes de esta obra? Sencillamente, no se puede. Dotada de una sensibilidad extrema, un ritmo ágil y un desarrollo tan elocuente como perfectamente equilibrado, Canciones de amor a quemarropa es de esas historias cuya desbordante personalidad capturan tu atención desde el primer momento y que consiguen implicarte a un nivel emocional con todos sus personajes por su demoledora credibilidad. Nickolas Butler describe las relaciones humanas con profunda certeza y revela conocer a cabalidad el irresistible encanto de esas imperfecciones que nos hacen a cada uno especiales. Pero lo mejor de todo es que lo hace siempre con un estilo delicioso, instintivo, sobrio pero certero y no exento de cierta musicalidad que aporta enteros a la narración. ¿Y no es ese, al final, -el recuerdo de una canción hermosa- el poso más duradero que nos está permitido conservar?
A grandes rasgos, Canciones de amor a quemarropa relata las historias de cuatro viejos amigos criados en el mismo pueblo de Wisconsin cuyas vidas han ido tomando con el transcurso de los años derroteros totalmente diferentes. Ronny, un intrépido vaquero de rodeo retirado por las secuelas de un accidente relacionado con el alcohol; Kip, forrado de dinero gracias a sus exitosas inversiones en la banca; Lee, una flamante estrella del rock que nunca ha renegado de sus orígenes humildes y que está sopesando las ventajas de regresar al anonimato; y por último, Henry, al que cualquier cosmopolita no dudaría en tachar de fracasado porque se casó con su primera novia y nunca llegó a abandonar el pueblo que le vio nacer. La boda de uno de ellos supondrá el escenario idóneo para consumar el reencuentro definitivo de este improbable cuarteto. Pero, como en toda buena verbena que se precie, la alegría y entusiasmos iniciales darán paso al florecimiento de antiguas rencillas, cuentas pendientes y secretos de categoría inconfesable que podrían desestabilizar (o incluso llegar a demoler) los cimientos de su compleja relación.
Y llega el día en el que te caes del planeta y empiezas a flotar en el espacio exterior, y todo lo que te parecía cierto, todas las leyes que antes habían regido tu vida, todas las reglas y las normas que mantenían las cosas en su sitio, que te mantenían a ti en tu sitio, han desaparecido. Y ya nada tiene sentido. Adiós a la gravedad. Adiós al amor.
Nickolas Butler ha construido una magnífica novela que podríamos catalogar como de 'crecimiento' alternando repetidamente, pero con innegable eficacia, entre los puntos de vista de Kip, Ronny, Lee, Henry y Beth, siendo estos dos últimos los miembros de un matrimonio feliz que quizá pronto deje de serlo. A lo largo de la historia, el estallido lumínico de la gran ciudad se contrapone desde el lado opuesto de la balanza al estilo de vida íntimo, tradicional y campestre que ofrece Little Wing a sus habitantes; la introspección como método de reafirmarse individualmente en pleno contacto con la naturaleza frente al escaparte frío y estéril de la parafernalia televisiva. Pero sobre todo, Butler dedica un buen número de páginas a disertar acerca de esos prometedores sueños de juventud que se transforman en pesadillas al verse atropellados por la realidad más cruda y nos demuestra que el amor, aún en circunstancias nada favorecedoras, puede manifestarse de múltiples e inesperadas formas.
¿Cómo expresar de manera adecuada el sobrecogedor sentimentalismo que me embarga al recordar ciertos pasajes de esta obra? Sencillamente, no se puede. Dotada de una sensibilidad extrema, un ritmo ágil y un desarrollo tan elocuente como perfectamente equilibrado, Canciones de amor a quemarropa es de esas historias cuya desbordante personalidad capturan tu atención desde el primer momento y que consiguen implicarte a un nivel emocional con todos sus personajes por su demoledora credibilidad. Nickolas Butler describe las relaciones humanas con profunda certeza y revela conocer a cabalidad el irresistible encanto de esas imperfecciones que nos hacen a cada uno especiales. Pero lo mejor de todo es que lo hace siempre con un estilo delicioso, instintivo, sobrio pero certero y no exento de cierta musicalidad que aporta enteros a la narración. ¿Y no es ese, al final, -el recuerdo de una canción hermosa- el poso más duradero que nos está permitido conservar?
Deseo asi mucho que esta editorial traiga a mi pais
ResponderEliminarGenial. Escuché hablar de él por primera vez aquí, en este blog, y desde entonces me dejó con los dientes largos. La reseña no ha hecho más que acrecentarlos. Lo apunto sin dudar.
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