Reseñas breves [176 - 179]

jueves, 14 de febrero de 2019



Título original: Sleepless Nights
Traducción: Marta Alcaraz
Año: 1979
Edición: Navona (2018)
Páginas: 216


Aunque de Elizabeth Hardwick se destaca principalmente su papel como editora del New York Review of Books —un rol, desde luego, que no suele estar entre los más mediáticos—, la escritora norteamericana también cultivó el arte de la narrativa. A lo largo de su vida publicó tres novelas, quizá algo desconocidas, de entre las cuales destaca este Noches insomnes que la editorial Navona recupera ahora para deleite de lectores aventurados e inconformistas. Hecha de retales y recuerdos hilvanados a altas horas de la madrugada, la de Hardwick es una obra inclasificable que, lejos de engarzar un argumento complejo, deslumbra por su mirada profundamente conocedora de la naturaleza humana. Al contrario que sus coetáneos masculinos, enzarzados en una competitiva disputa por escribir «la gran —y enrevesada— novela americana», Hardwick, con su trazo impresionista, va capturando reflejos ínfimos de historias ajenas que le sirven para reflexionar de manera magistral sobre el inevitable declive de las relaciones personales y el peso acumulado de los acontecimientos en el transcurso de una vida. Crónica, además, de la subcultura jazzística de los años 50, Noches insomnes me ha impresionado por su arrebatador lirismo y esa incorregible inconcreción que se acaba convirtiendo, ironías del destino, en su atractivo universal.  

★★★☆




Título original: The Soul of Kindness
Traducción: Ana Bustelo
Año: 1964
Edición: Gatopardo (2018)
Páginas: 264


Un alma cándida, novela de Elizabeth Taylor publicada originalmente en 1964, es la confirmación de un talento narrativo sobrenatural. Tal y como hiciera en la fabulosa Una vista del puerto, la escritora británica demuestra en esta novela poseer una incomparable habilidad para desgranar las secretas complejidades de sus personajes, una apasionante galería de individuos que orbitan, esclavizados por la gravedad de su carácter bondadoso e inocente, en torno a la figura de una joven llamada Flora. Incapaz de conceder importancia ni a los problemas propios ni a los ajenos, la angelical protagonista de Un alma cándida pasa como de puntillas por los encontronazos propios de cualquier matrimonio, repartiendo allá por donde pasa consejos beatíficos y derroches de buenas intenciones. Complementan el maravilloso —y prolífico— elenco de personajes su marido Richard, un diligente empresario que en el fondo desprecia a los amigos de su mujer, Kit, un actor aspirante cuya ferviente admiración por Flora acabará convirtiéndose en su perdición, y Patrick, un escritor que no destaca precisamente por su capacidad de observación. Haciendo gala de un delicioso sentido del humor y una dinámica narrativa fundamentada en la prolija observación de lo cotidiano, Elizabeth Taylor nos sumerge en un mundo de trivialidades domésticas que alcanzan en Un alma cándida el esplendor de lo excepcional. 





Título original: La mémoire de l'aire
Traducción: Raquel Vicedo
Año: 2014
Edición: Tránsito Editorial
Páginas: 108


A pesar de su brevedad, La memoria del aire es un libro profundamente perturbador. Su autora, Caroline Lamarche, trata de volcar en él todo el sufrimiento provocado por una experiencia traumática. Esta necesidad de expurgar, de transformar la herida, es el combustible que mantiene en movimiento una narración, por lo demás, entrecortada, fragmentaria, capaz de reflejar del mejor modo posible esa dificultad inenarrable de recrear sobre el papel una antigua relación amorosa intoxicada por los excesos y los abusos. La protagonista, haciendo uso de un lenguaje tan incisivo como conmovedor, se debate entre alucinatorias conversaciones con su propio cadáver y arriesgados juegos de seducción en los que acaba ejerciendo tanto el papel de verdugo como el de víctima. Sin duda, se trata de una lectura difícil que, no obstante, recompensa con creces la valentía de hundirse en ella. La memoria del aire no es, ni mucho menos, una obra excepcional ni revolucionaria. Su atractivo reside, más bien, en la desgarradora fatalidad de su voz, en la contundencia sazonada con sensibilidad que impregna las páginas del texto. Una obra potente e indiscutiblemente viva en la que Caroline Lamarche sale triunfante de la lucha contra el recuerdo.  

★★★★

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