► Título original: The First Bad Man
► Autor: Miranda July
► Traducción: Luis Murillo Fort
► Año de publicación: 2015
► Editorial: Literatura Random House
► Páginas: 282
Gran parte de esa literatura actual que se autodenomina feminista aborda muchos de los problemas a los que se enfrentan las mujeres desde una perspectiva asentada en la ruptura con los valores y roles tradicionales. Ya nadie siente simpatía por las chicas vulnerables, desvalidas y con poca iniciativa que solo viven para obedecer los dictámenes del sexo opuesto. Hoy día, todo aquello que ata, oprime, aprieta o constriñe es objetivo de proyectiles incendiarios y está abocado a una completa erradicación. Las barreras desaparecen. Los muros caen. Las cadenas solo se permiten en el dormitorio. Por eso, resulta cuando menos extraño encontrar novelas de publicación reciente cuyos personajes femeninos repitan punto por punto pautas y patrones de comportamiento que se consideraban extintos.
Tal es el caso de Cheryl Glickman, protagonista de la obra con la que Miranda July, reconocida y muy talentosa artista multidisciplinar, realiza su debut en el terreno novelístico. Esta estrafalaria mujer de cuarenta y pocos años vive bajo la influencia de las más disparatadas y absurdas fantasías. Se rige por un rocambolesco sistema de normas de cuyo estricto cumplimiento depende su bienestar. A veces la acompaña el espíritu de un bebé al que conoció cuando era pequeña. Además, está obsesionada a niveles patológicos con uno de los directivos de su empresa, un hombre unos veinte años mayor que ella inmerso en una controvertida relación nabokoviana que espera la aprobación de la propia Cheryl para ser consumada. Para colmo de males, le ha reaparecido en la garganta un bolo histérico que en ocasiones le impide tragar o respirar bien y su terapeuta habitual no parece dar señales de vida.
No obstante, el verdadero contratiempo en la vida de Cheryl está a punto de surgir cuando sus jefes le encargan casi por obligación acoger temporalmente a su hija Clee, una veinteañera rebelde, déspota y desorganizada que bien podría haber participado en un casting de Hermano Mayor. Como era de esperar, la súbita irrupción de Clee en su apartamento consigue alterar hasta extremos insoportables la aparente y relativa tranquilidad en la que Cheryl estaba antes inmersa. A ojos de Cheryl, Clee es un agente externo de carácter patógeno, una amenaza que merece ser disuelta de forma inmediata. Sin embargo, Cheryl asimila la presencia de su enemiga con una pasividad extrema, rehuyendo en todo momento el enfrentamiento y haciéndose partícipe de esa nueva jerarquía en la que ella es la sierva. Incluso cuando es víctima de sus clamorosos abusos, vejaciones y arranques de violencia, Cheryl no es capaz más que de mostrar una sumisión absoluta a pesar de que trabaja en una organización dedicada a grabar peculiares vídeos de autodefensa femenina.
Todo esto, que en principio suena mucho más dramático de lo que realmente es, da pie a un profundo e interesante ejercicio de reflexión que Cheryl aprovecha para indagar un poco más en sí misma y pararse a descubrir aspectos de su personalidad que no hubieran salido a la luz bajo cualquier otra coyuntura. Empleando un tono jovial, despreocupado, casi jocoso, Miranda July elabora un impresionante esbozo psicológico de los personajes que aparecen en la novela, aunque especialmente de su protagonista, y nos ofrece un relato exuberante, impulsivo y divertidísimo sobre lo incomprensibles e intempestivas que a veces son las relaciones humanas. En concreto, la de Clee y Cheryl pasa de ser parasitaria a simbiótica en cuestión de pocas páginas, pero sin perder en ningún momento ni un ápice de credibilidad y resultando el proceso una experiencia orgánica y sumamente enriquecedora.
En su primera vez como novelista, Miranda July demuestra tener una habilidad especial a la hora de aportar frescura y originalidad a unas voces que ya hemos podido escuchar en otras ocasiones al hablar de amor, sexo o maternidad, pero que aquí están imbuidas de un carisma indiscutible. Su prosa es caprichosa, atípica y singular, por lo que no será del agrado de todo el mundo. Aún así, este hecho no oculta la sensibilidad genuina de su autora cuando trata temas serios y complicados sin perder ese sentido del humor que la caracteriza. Así que tened cuidado. Extremad las precauciones. El primer hombre malo de esta polifacética escritora norteamericana tiene fuerzas suficientes para dejarte noqueado cuando menos te lo esperes. Y si esto empieza así... ¿quién sabe lo que nos traerá Miranda en un segundo asalto?
Tal es el caso de Cheryl Glickman, protagonista de la obra con la que Miranda July, reconocida y muy talentosa artista multidisciplinar, realiza su debut en el terreno novelístico. Esta estrafalaria mujer de cuarenta y pocos años vive bajo la influencia de las más disparatadas y absurdas fantasías. Se rige por un rocambolesco sistema de normas de cuyo estricto cumplimiento depende su bienestar. A veces la acompaña el espíritu de un bebé al que conoció cuando era pequeña. Además, está obsesionada a niveles patológicos con uno de los directivos de su empresa, un hombre unos veinte años mayor que ella inmerso en una controvertida relación nabokoviana que espera la aprobación de la propia Cheryl para ser consumada. Para colmo de males, le ha reaparecido en la garganta un bolo histérico que en ocasiones le impide tragar o respirar bien y su terapeuta habitual no parece dar señales de vida.
No obstante, el verdadero contratiempo en la vida de Cheryl está a punto de surgir cuando sus jefes le encargan casi por obligación acoger temporalmente a su hija Clee, una veinteañera rebelde, déspota y desorganizada que bien podría haber participado en un casting de Hermano Mayor. Como era de esperar, la súbita irrupción de Clee en su apartamento consigue alterar hasta extremos insoportables la aparente y relativa tranquilidad en la que Cheryl estaba antes inmersa. A ojos de Cheryl, Clee es un agente externo de carácter patógeno, una amenaza que merece ser disuelta de forma inmediata. Sin embargo, Cheryl asimila la presencia de su enemiga con una pasividad extrema, rehuyendo en todo momento el enfrentamiento y haciéndose partícipe de esa nueva jerarquía en la que ella es la sierva. Incluso cuando es víctima de sus clamorosos abusos, vejaciones y arranques de violencia, Cheryl no es capaz más que de mostrar una sumisión absoluta a pesar de que trabaja en una organización dedicada a grabar peculiares vídeos de autodefensa femenina.
Todo esto, que en principio suena mucho más dramático de lo que realmente es, da pie a un profundo e interesante ejercicio de reflexión que Cheryl aprovecha para indagar un poco más en sí misma y pararse a descubrir aspectos de su personalidad que no hubieran salido a la luz bajo cualquier otra coyuntura. Empleando un tono jovial, despreocupado, casi jocoso, Miranda July elabora un impresionante esbozo psicológico de los personajes que aparecen en la novela, aunque especialmente de su protagonista, y nos ofrece un relato exuberante, impulsivo y divertidísimo sobre lo incomprensibles e intempestivas que a veces son las relaciones humanas. En concreto, la de Clee y Cheryl pasa de ser parasitaria a simbiótica en cuestión de pocas páginas, pero sin perder en ningún momento ni un ápice de credibilidad y resultando el proceso una experiencia orgánica y sumamente enriquecedora.
En su primera vez como novelista, Miranda July demuestra tener una habilidad especial a la hora de aportar frescura y originalidad a unas voces que ya hemos podido escuchar en otras ocasiones al hablar de amor, sexo o maternidad, pero que aquí están imbuidas de un carisma indiscutible. Su prosa es caprichosa, atípica y singular, por lo que no será del agrado de todo el mundo. Aún así, este hecho no oculta la sensibilidad genuina de su autora cuando trata temas serios y complicados sin perder ese sentido del humor que la caracteriza. Así que tened cuidado. Extremad las precauciones. El primer hombre malo de esta polifacética escritora norteamericana tiene fuerzas suficientes para dejarte noqueado cuando menos te lo esperes. Y si esto empieza así... ¿quién sabe lo que nos traerá Miranda en un segundo asalto?
3.5 para vosotros suele ser de fiar, voy a mirarmelo a ver si me lo encuentro.
ResponderEliminarMuchas gracias!