Reseña "Vampiros y limones"

lunes, 2 de marzo de 2015

Título: Vampiros y limones
Autor: Karen Russell
Año: 2014
Editorial: Tusquets
Páginas: 280
Precio: 19.00 €

En el maravilloso cuento que da título a este volumen, dos vampiros en un limonar inundado de sol intentan desesperadamente saciar su sed de sangre, en una inolvidable parábola sobre la adicción y el ansia, el pavor y el amor mortales. Le siguen siete relatos protagonizados por los más sorprendentes protagonistas: un adolescente (enamorado) que descubre que el universo se comunica con él a través de unos talismanes abandonados en un nido de gaviotas, una comunidad de mujeres que se transforman lentamente en gusanos de seda humanos para tejer delicados hilos extraídos de sus propias entrañas, una masajista que descubre su poder sanador manipulando los tatuajes en el torso de un veterano de guerra...


Hay una versión desactualizada de mí mismo que frunce el ceño cada vez que devoro una colección de relatos. Existe otro yo anterior a este momento poco dispuesto a comprender que las ficciones breves también son capaces de sorprender y cautivar con la misma contundencia que la mejor de las novelas; que las ideas de tamaño bolsillo pueden alcanzar zonas remotas de tu cerebro con mayor facilidad y estimular circuitos emocionales que llevaban mucho tiempo pidiendo una descarga de alto voltaje. Sin embargo, hay gente en el mundo, personas llamadas George Saunders, Kelly Link o -desde ahora también- Karen Russell que parecen haber nacido para dinamitar definitivamente todas tus certezas; individuos malintencionados que vendrán a ponerlo todo patas arriba de un modo que después ni siquiera te apetecerá remediar. Y ahora, gracias a ellos, ese gemelo malvado y escéptico que no creía en cuentos no es más que una pálida sombra encerrada en su propia torre. Porque los ocho relatos aquí reunidos no solo gozan de un poder que va más allá de lo normal; son además el baremo que debería empezar a utilizarse para hacer mediciones en términos de genialidad e inventiva. Ocho pequeñas muestras de un talento ingobernable y feroz que consolidan el carácter transformador de las historias y que convierten a la joven escritora norteamericana en una de las voces contemporáneas más interesantes del panorama internacional.

Así pues, Karen Russell no es más que el nombre escondido tras la leyenda. Detrás de esa fachada de fémina dulce e ingenua vive agazapada una auténtica deidad narrativa. Un ecléctico torbellino de ideas descabelladas que giran y giran sin parar hasta que adquieren su carácter más vil y retorcido ante la atónita presencia del lector. Y de esta constante y descontrolada metamorfosis literaria, sin límites ni normas que coarten de manera alguna su desarrollo, nace una versatilidad que resplandece siempre en su máxima expresión. Los diferentes cuentos que componen la colección son tan opuestos unos de otros que a priori bien pudieran parecer el enloquecido producto de ocho mentes disociadas. No obstante, se percibe en todos ellos la indiscutible firma de una misma voluntad creadora, el leve rastro de un elemento común que dirige y coordina semejante batiburrillo de fórmulas anormales con la pericia propia de un director de orquesta. Como resultado, uno abre Vampiros y limones y le es difícil no enamorarse de ese vampiro abstemio que protagoniza el relato homónimo, un desdichado sucedáneo de Drácula que no responde a ninguno de los mitos que se han forjado a lo largo de los siglos en torno a su diabólica figura. Resulta complicado no prorrumpir en aplausos al terminar 'Devanando para el Imperio' tras haber seguido la historia de unas mujeres que están condenadas a hilar con una fibra extraída de sus propios cuerpos. Uno intenta resistirse, pero al final cae rendido ante la genialidad de 'El establo al final de nuestro mandato', en el que diversos expresidentes de los Estados Unidos se reencarnan en caballos y trazan un disparatado plan para salir de ese purgatorio en forma de establo en el que viven encerrados.

Y, ojo, eso no es más que una pequeña muestra de todo lo que nos espera dentro de esta rocambolesca obra. Sin embargo, no solo cuenta Russell con un indescriptible repertorio de ideas poco convencionales, sino que además dispone de los medios necesarios para llevarlos a buen término con una apabullante tasa de éxito. La autora de Vampiros y limones tiene una habilidad especial para forjar un argumento novedoso, pero también para reinventar la forma en que reaccionamos ante él según nuestro arcaico y anquilosado mapa de respuestas emocionales. Y al final uno se descubre a sí mismo riendo de pena. Llorando de sorpresa o gritando de incertidumbre. Porque nunca sabes lo que va a pasar. No hay pistas ni señales que te indiquen hacia dónde se dirige el camino correcto. Nadie (ni siquiera la propia Karen Russell, estoy seguro) puede prever el final de esas historias que te cautivan ya desde la primera línea. Pero una cosa está clara. Te lo vas a pasar como un enano intentando descubrirlo.



4 comentarios :

  1. Yo soy fansa del relato de las gusanas de seda. El resto, bueno. Sí que me dejó un poco ojiplática el del niño que tiene que llevar su ventana a los vecinos y de sus hermanas fantasma, pero el de las gusanas se lleva mis dies.

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  2. No te equivoques. Tu gemelo oscuro soy yo. Subrayo línea a línea todo lo que dices. Y los cuentos que nombras son el ejemplo perfecto de que Russell es, contra todo pronóstico, alguien a vigilar de cerca en el relato breve. No acabé muy convencido de su Tierra de Caimanes. Pero sus limones, sus cuentos y sus comedoras de morera me han hecho replantearme todo lo que pensaba de ella.

    Quiero su OTRO libro de relatos traducido, ya!

    Bye!

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  3. ¡Hola! Tengo muchas ganas de darle una oportunidad a este libro. Me ha gustado mucho la reseña :)

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  4. Este es el tipo de lecturas que me gustan, no lo conocía pero me lo apunto.

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