Resumen Mensual no es ni más ni menos que un breve repaso de las lecturas que han pasado por nuestras manos, sus correspondientes reseñas, progreso de los diferentes desafíos y otras noticias similares.
Libros
En mi extenso y fructífero recorrido por la literatura contemporánea de origen nipón, Yoko Ogawa es una mujer que tenía asegurado un hueco importante a pesar de no haberlo encontrado hasta el momento. Los tiernos lamentos, la más reciente obra que nos llega a España de la escritora japonesa, ha sido una primera incursión en la amplia producción literaria de Ogawa bastante satisfactoria y exquisita, pero no del todo arrebatadora. La historia que nos propone la autora en este libro es la de una joven calígrafa llamada Ruriko que, superada por la infidelidad de su desconsiderado marido, decide abandonar su estilo de vida en Tokio y huir a un refugio rural enclavado en una zona montañosa. Allí conocerá a Nitta, un misterioso y bohemio fabricante de clavecines cuya prometedora carrera como intérprete se vio truncada de manera irreversible, y a su ayudante Kaoru, una enigmática muchacha con cierta tendencia a obsesionarse con sus intereses hasta límites enfermizos. Y así transcurre lentamente una deliciosa novela en la que prevalecen los medios tiempos y los silencios penetrantes, una historia que se cuece a fuego lento y donde los protagonistas despliegan su creatividad artística para afrontar, resolver o incluso enmascarar sus respectivos dramas personales en medio de una atmósfera tensa cuyas posibilidades de estallar aumentan in crescendo. No he llegado a encariñarme con ninguno de los personajes durante la lectura y el tono general de la narración me ha parecido demasiado contenido, pero de todas formas, Yoko Ogawa demuestra tener una sensibilidad especial a la hora de bucear en las profundidades de la psique humana y sobre todo cuando se trata de desenterrar los sentimientos más profundamente resguardados en nuestro corazón, como si aún no hubiéramos aprendido que no hay mejor modo de curar el dolor, de hacer desaparecer las cicatrices, que hurgando profusamente en la herida.
4. La noche que nunca acaba - Edward Hogan ★★½
Este libro es el perfecto ejemplo de que una novela breve puede llegar a hacerse terriblemente larga. De hecho, podríamos sustituir sin problemas el título de la obra por 'La historia que nunca acaba' y tendríamos una portada que casa perfectamente con el contenido insustancial e insípido que guarda en su interior. Y no es que el estropicio de Edward Hogan empezara con mal pie precisamente: la historia de un adolescente acomplejado que se siente responsable del divorcio de sus padres y del alcoholismo incipiente de su progenitor no es quizá la premisa más original del mundo, pero lo cierto es que Hogan presenta unos personajes cercanos, bien definidos y carismáticos que consiguen acaparar la atención y el interés del lector de manera poco corriente. Preparados para iniciar una especie de terapia familiar en el interior de un complejo deportivo, Daniel y su padre irán transformando los términos de su relación a medida que vayamos conociendo más detalles sobre sus respectivas personalidades y su forma de comportarse con los restantes inquilinos de Mundo Ocio. Pero todo comienza a trastornarse cuando entra en escena una chica llamada Lexi y a raíz de su aparición empieza a sucederse una serie de acontecimientos con cierto aire de suspense poco menos que paranormales. Sin embargo, no es la interacción de elementos reales con otros de origen inexplicable lo que me hizo perder completamente la fe en la novela de Hogan, sino el tratamiento apresurado, ilógico e incluso absurdo que se hace de todo el meollo que se desata. Y no solo carecía de sentido la narración, es que además durante la segunda mitad de la obra me aburría como una ostra. No obstante, prefiero resaltar el mensaje positivo y optimista que este título lanza sobre temas como el perdón, la importancia de los lazos familiares y la aceptación de uno mismo, porque en se sentido La noche que nunca acaba sí que merece la pena.
5. Snuff - Chuck Palahniuk ★★★★
10. Condenada - Chuck Palahniuk ★★★½
Mayo ha sido el mes en que aparentemente se desató en mí la fiebre Palahniuk. Da hasta un poco de vergüenza admitirlo (quien esté acostumbrado a las lindezas escatológicas de este señor sabrá por qué), pero leer las soberanas guarrerías de Chuck supone un pasatiempo cada vez más estimulante. No sé si es por su imaginación pervertida, por la hilarante comicidad de un estilo que hibrida temas de seriedad absoluta y sueños de pedófilo empedernido o por la facilidad con que sus habituales vueltas de tuerca te dejan completamente noqueado, pero Chuck tiene una capacidad extraordinaria para convertir las miserias humanas en un festival orgiástico de dramas y comedias que despiertan en el lector una especie de... visceral asombro. En esta ocasión, la bajada a los infiernos (no en sentido metafórico) de Maddison, una joven adolescente, con problemas de sobrepeso e hija de unas extravagantes estrellas del rock que se preocupan más por salir bien en la tele que por la propia Maddison, supone el punto de partida de una novela realmente descacharrante que reinventa nuestra visión acomodada y burguesa del tormento eterno. En ella, Maddison acompaña a un grupo de almas condenadas en su recorrido por los lugares más emblemáticos del reino satánico para descubrir que los métodos tradicionales de castigo han sido sustituidos por montañas de pañales desechados e interminables encuestas de telemárketing. Ingenioso, polémico, gamberro, irreverente... Condenada reúne una vez más todos aquellos elementos que han hecho de Palahniuk un escritor de talla internacional, un escritor que no solo sabe tirar de humor sucio sino que derrocha lirismo ultra concentrado y es capaz de imaginar escenarios, situaciones y diálogos sencillamente memorables. Sin embargo, a pesar de sus numerosas virtudes, se nota que la última obra de Palahniuk carece de ese algo especial, ese descaro definitivo que sí tienen otros de sus títulos anteriores. Llamémosle chispa. Llamémosle alma. Sea como sea, parece que bajar al Infierno no está exento de riesgos.
Mayo ha sido el mes en que aparentemente se desató en mí la fiebre Palahniuk. Da hasta un poco de vergüenza admitirlo (quien esté acostumbrado a las lindezas escatológicas de este señor sabrá por qué), pero leer las soberanas guarrerías de Chuck supone un pasatiempo cada vez más estimulante. No sé si es por su imaginación pervertida, por la hilarante comicidad de un estilo que hibrida temas de seriedad absoluta y sueños de pedófilo empedernido o por la facilidad con que sus habituales vueltas de tuerca te dejan completamente noqueado, pero Chuck tiene una capacidad extraordinaria para convertir las miserias humanas en un festival orgiástico de dramas y comedias que despiertan en el lector una especie de... visceral asombro. En esta ocasión, la bajada a los infiernos (no en sentido metafórico) de Maddison, una joven adolescente, con problemas de sobrepeso e hija de unas extravagantes estrellas del rock que se preocupan más por salir bien en la tele que por la propia Maddison, supone el punto de partida de una novela realmente descacharrante que reinventa nuestra visión acomodada y burguesa del tormento eterno. En ella, Maddison acompaña a un grupo de almas condenadas en su recorrido por los lugares más emblemáticos del reino satánico para descubrir que los métodos tradicionales de castigo han sido sustituidos por montañas de pañales desechados e interminables encuestas de telemárketing. Ingenioso, polémico, gamberro, irreverente... Condenada reúne una vez más todos aquellos elementos que han hecho de Palahniuk un escritor de talla internacional, un escritor que no solo sabe tirar de humor sucio sino que derrocha lirismo ultra concentrado y es capaz de imaginar escenarios, situaciones y diálogos sencillamente memorables. Sin embargo, a pesar de sus numerosas virtudes, se nota que la última obra de Palahniuk carece de ese algo especial, ese descaro definitivo que sí tienen otros de sus títulos anteriores. Llamémosle chispa. Llamémosle alma. Sea como sea, parece que bajar al Infierno no está exento de riesgos.
11. Sic Transit - Reggie Oliver ★★★★½
Aunque ya habíamos tenido ocasión de disfrutar de Reggie Oliver en uno de los apasionantes relatos que aparecen en Sui Generis, la editorial digital Fata Libelli nos ofrece ahora la excepcional oportunidad de paladear en solitario los inquietantes, terroríficos y retorcidos mundos de este escritor británico aficionado a los cuentos de miedo y a las situaciones que escapan a nuestro control. Bajo el subtítulo 'Cuentos de fantasmas', Reggie Oliver despliega su enorme talento literario a lo largo de seis piezas sencillamente imprescindibles donde los espíritus errantes no arrastran cadenas ni se esconden bajo sábanas blancas. En su lugar, Oliver transforma la naturaleza cotidiana de la realidad para inducir en sus protagonistas un estado de extrañeza, perplejidad y desconcierto que les llevará a cuestionar los límites mismos de su cordura. Entre otras cosas, los cuentos de Oliver destacan por la embriagadora exquisitez de su prosa, el asfixiante embrujo de sus claustrofóbicas atmósferas y un cuidadísimo dominio del tempo narrativo que al final se traduce en una demoledora explosión capaz de reverberar durante bastante tiempo en tu cabeza. Pero quizá lo más asombroso de esta fabulosa antología, muy cuidada en el aspecto editorial y con una impecable labor de traducción a sus espaldas, sea la forma en que el autor consigue ponerte la piel de gallina sin recurrir a los tópicos ni lugares comunes más frecuentes del género. Puede ser que después de Sic Transit sigas sin tenerle miedo a la oscuridad. Puede que aún te sientas cómodo caminando por una avenida solitaria. ¿Pero podrás decir lo mismo la próxima vez que te mires al espejo en una habitación vacía? ¿O cuando ese simpático vecino que siempre saludaba te llame por teléfono reclamando tu alma?
Parece que la editorial Nube de Tinta comienza a especializarse en literatura de temática bélica a golpe de títulos como este o el anterior Quedaos en la trinchera y luego corred, novelas dedicadas a un público middle grade que comparten cierta e inevitable similitud con aquella obra que a todos se nos viene a la cabeza cuando palabras como 'niños' y 'régimen nazi' comparten espacio en la misma frase. No obstante, el debut en solitario de Ángela Armero se distancia lo suficiente de sus más inmediatos referentes como para poder hablar de originalidad en aspectos como el esbozo de los personajes o la resolución de los distintos conflictos que se plantean, aunque no en la perspectiva edulcorada e infantiloide de los temas que se tratan. La historia corre a cargo de un niño llamado Oliver que es separado de su padre (prestigioso chef de cocina que trabaja para las tropas alemanas) tras un violento atentado en las calles de Berlín. A partir de ese momento, la narración va alternando entre la vida de ambos protagonistas y la desesperada odisea que han de atravesar para reencontrarse de nuevo mientras los trágicos horrores de la dictadura impuesta por Hitler van desfilando ante la impasible mirada del lector. Impasible porque aun gozando de cierta gracilidad estilística y alguna que otra sorpresa argumental, Oliver y Max no alcanza a ofrecer más que una lectura entretenida, trivial y de trascendencia efímera que deja un poso bastante tibio en quien se anima a compartir un par de horas con ella.
- Lilith
16. No saldré vivo de este mundo - Steve Earle ★★★
17. El curioso caso de Benjamin Button - F. Scott Fitzgerald ★★★½
19. Breathe - Sarah Crossan ★★★½
20. El sentido de un final - Julian Barnes ★★★
Muchos libros :) yo quiero leer tenemos que hablar de kevin :D
ResponderEliminar¡Sí que te ha cundido el mes! Siempre he tenido curiosidad por leer algo de Palahniuk
ResponderEliminarHola! Qué de lecturas madre mía, me alegro! Me llama la atención Tenemos que hablar, y si fue tu mejor lectura por algo será ;) Besos!
ResponderEliminarMadre mia cuantos títulos, tengo Melisande a medias, me está costando leerlo y el de Yoko Ogawa me llama bastante
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