«Se sorprendía a sí mismo aferrándose una y otra vez a las puertas cerradas de la ciudad desierta».
►Título original: The Weekend
►Traducción: Álvaro Marcos
►Año: 1994►Editorial: Libros del Asteroide
►Páginas: 248
Si tuviera que elaborar una lista con los diez libros que definen mi identidad como lector, Algún día este dolor te será útil estaría indudablemente entre ellos. Por motivos que aún no he conseguido esclarecer del todo, la novela de Cameron se instaló en un lugar profundo de mi corazón, y desde entonces he visto cómo decenas —por no decir cientos— de candidatos han tratado en vano de aproximarse siquiera a lo que significó para mí aquella inolvidable historia. Con las personas pasa un poco lo mismo. Aparecen en nuestras vidas, crean vínculos cuya repercusión es imposible de vaticinar y, en ocasiones, desaparecen de manera trágica, dejando tras de sí un espacio que después nadie puede venir a sustituir. Lo cual, por supuesto, no impide que lo sigamos intentando. Y es que reponerse a la pérdida, continuar hacia delante a pesar del dolor, forma parte indeleble de la voluntad humana.
Un fin de semana, publicada originalmente en 1994, se aproxima a la desbordante complejidad de este proceso desde una perspectiva intimista y, muy en la línea de Cameron, marcada en todo momento por la contención narrativa y una enorme sutileza. Ambientada en el americano estado de Nueva York, Un fin de semana nos pone en la piel de un grupo de amigos que se reúnen en una casa rural en el aniversario de la muerte de Tony: su hermano, John, su cuñada, Marian, y su exnovio, Lyle, que acude con su nueva pareja, Robert, un joven pintor en ciernes con ideas artísticas tan férreas como ingenuas. La presencia de Robert se convierte en el elemento extraño al que Peter Cameron se aferra para desvelar poco a poco las secretas intimidades de los personajes, sus anhelos inconfesables y sus rencillas enterradas bajo una superficie de cordialidad.
Intercalados en el relato encontramos episodios del pasado que nos ayudan a comprender lo que los personajes callan en la actualidad: la penosa enfermedad de Tony, del que Lyle tuvo que hacerse cargo aun cuando las cosas ya no marchaban bien entre ellos, o las tentativas de suicidio de Marian, para quien la maternidad se ha convertido en tabla de salvación. Todos estos recuerdos enmarañados, agazapados en cualquier esquina de la casa esperando una oportunidad para asaltar a los personajes en sus horas bajas, constituyen el sustrato narrativo del que se nutre Cameron para elaborar una historia tan descorazonadora como auténtica sobre la crueldad del amor, el yugo de la amistad y el ingrato papel que juegan las expectativas en nuestras relaciones interpersonales.
Para alguien, como yo, que siente debilidad por los dramas domésticos, Un fin de semana supone una lectura imprescindible que da buena cuenta de la inteligencia narrativa de su autor. Se trata de una historia conmovedora, tierna en las formas, pero incontestable en sus conclusiones. Una historia, en definitiva, cargada de sensualidad y erotismo, de sangrante verdad y de ocultación de la misma, de la fatalidad crepuscular que va aparejada al final del verano, que es, también, el de todas las cosas.
Un fin de semana, publicada originalmente en 1994, se aproxima a la desbordante complejidad de este proceso desde una perspectiva intimista y, muy en la línea de Cameron, marcada en todo momento por la contención narrativa y una enorme sutileza. Ambientada en el americano estado de Nueva York, Un fin de semana nos pone en la piel de un grupo de amigos que se reúnen en una casa rural en el aniversario de la muerte de Tony: su hermano, John, su cuñada, Marian, y su exnovio, Lyle, que acude con su nueva pareja, Robert, un joven pintor en ciernes con ideas artísticas tan férreas como ingenuas. La presencia de Robert se convierte en el elemento extraño al que Peter Cameron se aferra para desvelar poco a poco las secretas intimidades de los personajes, sus anhelos inconfesables y sus rencillas enterradas bajo una superficie de cordialidad.
Intercalados en el relato encontramos episodios del pasado que nos ayudan a comprender lo que los personajes callan en la actualidad: la penosa enfermedad de Tony, del que Lyle tuvo que hacerse cargo aun cuando las cosas ya no marchaban bien entre ellos, o las tentativas de suicidio de Marian, para quien la maternidad se ha convertido en tabla de salvación. Todos estos recuerdos enmarañados, agazapados en cualquier esquina de la casa esperando una oportunidad para asaltar a los personajes en sus horas bajas, constituyen el sustrato narrativo del que se nutre Cameron para elaborar una historia tan descorazonadora como auténtica sobre la crueldad del amor, el yugo de la amistad y el ingrato papel que juegan las expectativas en nuestras relaciones interpersonales.
Para alguien, como yo, que siente debilidad por los dramas domésticos, Un fin de semana supone una lectura imprescindible que da buena cuenta de la inteligencia narrativa de su autor. Se trata de una historia conmovedora, tierna en las formas, pero incontestable en sus conclusiones. Una historia, en definitiva, cargada de sensualidad y erotismo, de sangrante verdad y de ocultación de la misma, de la fatalidad crepuscular que va aparejada al final del verano, que es, también, el de todas las cosas.
PUNTUACIÓN: ★★★★
Yo es que tengo mis dudas a la hora de aproximarme de nuevo a Cameron. Algún día este dolor te será útil me encantó pero Coral Glynn no me gustó nada de nada
ResponderEliminar