Ainur obtiene una sentencia favorable en un caso de mobbing tras una larga pugna judicial. Regresa a la aldea de sus ancestros para hallar la paz perdida tras toda una vida donde su condición de mujer le ha convertido en blanco de todo tipo de acosos, hasta el punto de preguntarse si no habrá en ella algo que la identifica como el miembro débil de la manada ante la jauría humana llamada sociedad.
La joven retoma su estudio de doctorado sobre una comadrona de la Edad Media quemada en la hoguera por la Inquisición, teniendo como telón de fondo el interés de los barberos, mal llamados cirujanos, por sustituir a las parteras, que durante siglos inmemoriales se habían encargado de traer niños al mundo.
La investigación sobre la vida de Selene, la que hablaba con los lobos, es el comienzo de una espiral donde la superstición juega un papel decisivo a la hora de que los instintos atávicos despierten y un pasado inquisitorial se avive a raíz de pruebas concluyentes:
La abuela de Ainur fue tenida por bruja.
El forastero más codiciado del lugar parece encandilado por ella, que no es una beldad precisamente.
Recoge a un perro abandonado y lo llama Satán.
Un lugareño acaricia al can y un rayo lo fulmina esa misma noche.
La defiende el párroco del pueblo, un hombre «contaminado» por las religiones africanas durante su época de misionero.
Ahora, como entonces, el veredicto ante tales «evidencias» es unánime: ¡Hoguera, hoguera para la bruja!
Sin embargo, en ocasiones, el fuego del odio consume también a quien lo prende…
este libro me lo lei el año pasado... me gusto bastante, me parecio algo diferente. Un buen libro
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