►Título original: Period Pain
►Traducción: Magdalena Palmer
►Año: 2016►Edición: Alpha Decay (2018)
►Páginas: 128
Florescencia, de la joven escritora sudafricana Kopano Matlwa (Pretoria, 1985), es uno de esos libros que parecen haber sido fruto de un monumental expurgo. Para muchas voces emergentes como la de Matlwa, la literatura se ha convertido en el recipiente donde volcar todo el dolor que ya no pueden contener sus cuerpos. Dolor, por un lado, físico, que se manifiesta en el caso de Masechaba, la protagonista de Florescencia, a través de aparatosas hemorragias menstruales causantes, además, de una punzante humillación. Pero también el agudo dolor emocional, mucho más imperceptible y diversificado, que Masechaba experimenta a raíz del suicidio de su hermano, con el que continúa mensajeándose después de muerto a modo de pantomima para evitar la realidad.
De forma paradójica, Masechaba —al igual que la autora— acaba ejerciendo medicina en un hospital de pocos recursos, donde la precariedad del sistema sanitario, unido a los desgarradores testimonios que Masechaba escucha día tras día de boca de los enfermos, hacen que la voluntad y el ánimo de la protagonista se deterioren a pasos agigantados. Incapaz de mitigar su propio sufrimiento ni salvar la vida de todos sus pacientes, Masechaba se deja arrastrar por una corriente de desesperanza del que ni el activismo político, ni la amistad, ni la educación religiosa recibida logran rescatarla. El hastío, la rabia y la impotencia se apoderan de su voz, impregnando la narración de un tono absolutamente mordaz que resuena en el texto como auténticas dentelladas.
Con una asombrosa economía de recursos, Kopano Matlwa traza en Florescencia el vibrante retrato de una época convulsa en la historia de Sudáfrica. Matlwa deja aquí entrever los rasgos más desfavorecedores de una sociedad machista, xenófoba y anclada a todo tipo de supersticiones. La inestabilidad del país, sumada al constante aumento de las tensiones raciales, propician un estallido de violencia que se lleva por delante a Masechaba con todas sus devastadoras consecuencias. El relato de Masechaba de los días y semanas posteriores a su brutal violación, perpetrada por una chusma que lo interpretó como una reprimenda a su cada vez más notable participación en los asuntos políticos de la comunidad, supone una lectura tan incómoda como necesaria que derrumba por completo las nociones que creíamos conocer sobre el umbral del dolor.
Podríamos hablar ahora de la «honestidad brutal» de la que hace gala la autora al exponer de forma tan descarnada un episodio autobiográfico. Podríamos hablar de «confesiones viscerales» y «sentimientos que nacen de las entrañas». Sin embargo, expresiones tan manidas como esas le harían poca justicia a una obra que me ha sorprendido sobre todo por su flagrante renuncia a convencionalismos y lugares comunes. En Florescencia, Kopano Matlwa se recrea sin remordimientos en su particular infierno personal con el objetivo de asimilar el trauma de forma más eficaz. Masechaba imparte en los momentos finales de la novela una magistral lección de supervivencia que quizá no sea la solución más popular, pero que demuestra una conmovedora humanidad y un inquebrantable espíritu de superación. Siempre entre el humor y la agonía, Florescencia se sitúa en esa estrecha franja narrativa que tan pronto es capaz de arrancarte una lágrima como una carcajada. Sin duda, merece la pena descubrir esta maravillosa rareza.
«A veces lo olvido. Me pierdo en la línea de bajo de una canción o en el aroma de la citronela. Entonces soy como cualquier otra persona. Pero luego me pregunto: «¿Por qué estás tan contenta? ¿No te olvidas de algo?» Busco y busco hasta que me acuerdo: Ah, sí; me violaron».
PUNTUACIÓN: ★★★★
Apuntado para buscarlo. Me intereso mucho lo que cuenta, promete ser una lectura dura como buena.
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