►Título original: Nos richesses
►Traducción: Manuel Arranz
►Año: 2018►Edición: Libros del Asteroide (2018)
►Páginas: 192
Nuestras riquezas, de la joven escritora Kaouther Adimi (Argel, 1986), pertenece a una especie de subgénero literario que nunca caerá en desuso porque se alimenta de un sentimiento imperecedero: sí, esa febril nostalgia que cualquier amante de la lectura ha experimentado al sumergirse entre las páginas de un libro que habla sobre otros libros. Nuestras riquezas es una obra que estruja hasta la última gota, sin ningún tipo de remordimiento, ese pasteloso romanticismo que nos hace venerar la mera proximidad de un manuscrito. Con suma artesanía narrativa, un lenguaje seductor y un tono que atrapa desde la primera escucha, Kaouther Adimi nos invita a pasear por las abarrotadas calles de Argel hasta el 2 bis de la calle Hamani, antigua calle Charras, donde un emprendedor e idealista Edmond Charlot abrió en 1936 una librería de préstamo llamada Las Verdaderas Riquezas.
El relato de Adimi, una biografía novelada del prestigioso editor parisino, está compuesto de tres hilos argumentales que se trenzan a lo largo de la obra hasta formar un delicioso y vibrante fresco donde la librería actúa como epicentro de la narración. Proyecto editorial, estandarte político, refugio para desamparados, testigo de acontecimientos históricos y cuna de escritores como André Gide o Albert Camus, Las Verdaderas Riquezas constituye en sí misma un fascinante personaje que, olvidada ya su época de mayor gloria, está a punto de ser convertida por su nuevo propietario en un puesto dedicado a la venta de buñuelos.
Mientras desaloja las pocas pertenencias que quedan allí, Ryad, un joven ingeniero recién llegado de París que no siente el más mínimo interés por la literatura, irá descubriendo —gracias, sobre todo, a los testimonios de los vecinos— la estrecha conexión existente entre la librería y las gentes del lugar. Intercalado con el relato del presente, encontramos extractos del diario de Edmond Charlot donde se recogen, entre otras cosas, los tortuosos inicios comerciales de la librería, las desavenencias de Charlot con sus socios o el esfuerzo titánico que implicaba llevar a cabo dirigir todas las actividades relacionadas con la recepción, corrección, traducción y publicación de cada nuevo título. El crecimiento lento pero constante, la inevitable llegada de los premios y posterior reconocimiento... de todo ello da cuenta el apasionante diario de Charlot, al que ni los problemas para hacer frente a los pagos, ni la censura, ni el estallido de la Segunda Guerra Mundial, ni el hecho de estar robando cada vez más tiempo a su familia consiguieron arrebatarle la ilusión por estar al frente de Las Verdaderas Riquezas.
En Nuestras riquezas, lo individual se engarza con lo colectivo de manera sublime. Kaouther Adimi nunca pierde la perspectiva histórica del relato, sino que añade, junto a las de Ryad y Charlot, una tercera capa narrativa que actúa como voz en off y proporciona tridimensionalidad al contexto. El pueblo argelino, en masa, adquiere gracias a Adimi una representación necesaria, una plataforma donde escenificar la historia sangrienta de un país menospreciado por los franceses desde la violenta apropiación de sus tierras y que fue arrastrado interesadamente al conflicto bélico en nombre de una patria que después se desentendió. El conjunto, a pesar de su aparente carácter desarticulado, posee una solidez y una potencia realmente contundentes, haciendo de Nuestras riquezas una de las radiografías metaliterarias más absorbentes, comprometidas y, por encima de todo, enriquecedoras de los últimos años.
«Así es como yo concibo mi trabajo. El escritor tiene que escribir, el editor tiene que dar vida a los libros. No veo límites a esta idea. La literatura es demasiado importante como para no dedicarle todo mi tiempo».
0 comentarios :
Publicar un comentario