«Y sobre esa colosal ruina, infinita y soterrada, se extendió la solitaria jungla, allanándolo todo a su paso. De sueños imperiales y hombres muertos, solo la alta hierba quedó.»
El camino estrecho al norte profundo es el perfecto ejemplo de novela que, casi con toda seguridad, nunca caería en mis manos si no llevara un premio bajo el brazo. Cada vez me siento menos atraído por los bestsellers de temática bélica, que ya sabemos en torno a lo que suelen girar: lugares comunes sobre el caos, la devastación, lo inhumano de la guerra. Y si le añadimos una buena dosis de drama romántico bien trágico y edulcorado, mejor que mejor. Por sorprendente que pueda parecer, la obra de Richard Flanagan no se aleja demasiado de los contornos que acabo de definir. Sin embargo, Flanagan ajusta con precisión milimétrica las cantidades de estos elementos tan eficaces como peligrosos, obteniendo como resultado una obra absolutamente emocionante y épica que, al menos en mi caso, ha dinamitado prejuicios largo tiempo atrincherados.
La acción principal transcurre en un campamento de prisioneros japonés, donde miles de soldados australianos trabajan sin descanso y en condiciones infernales en la construcción del denominado «Ferrocarril de la muerte». Dorrigo Evans, el protagonista y principal narrador de la novela, es un joven cirujano que lucha desesperadamente por mantener a sus compañeros con vida a pesar de que cohabitan en un ambiente plagado de enfermedades, hambre, inmundicia y palizas. Sirviéndose de las propias experiencias relatadas por su padre, Richard Flanagan ha recreado de manera excepcional la atmósfera decadente que se respiraba en estos emplazamientos, describiendo sin ninguna clase de tapujos las humillaciones tanto físicas como psicológicas a que eran sometidos los reos, la crueldad, desesperanza y brutalidad extrema que gobernaba sus días. Cárceles donde el tiempo no transcurría, sino que se paralizaba.
No obstante, toda esta carnaza narrativa, explícita e insensible por sí sola, adquiere una relevancia especial por lo que Flanagan es capaz de hacer con ella. Tomando como materia prima una prosa grácil y melódica, el escritor australiano transforma el horror sin sentido en la más pura y sobrecogedora belleza. Donde algunos solo ven muerte y violencia, Richard Flanagan ve amor, bondad y confraternidad que se entrelazan para crear una historia donde el ser humano destaca por su capacidad de renovación a pesar de la gravedad de las heridas infligidas. El camino estrecho al norte profundo es un relato vibrante y estremecedor sobre las secuelas de la guerra, pero también una hermosa reflexión sobre el olvido y la memoria, y de cómo ambos, paradójicamente, nos ayudan a sobreponernos al dolor.
Otro de los pilares sobre los que se sostiene la novela de Richard Flanagan es la relación de Dorrigo Evans con Amy, la esposa de su tío, un apasionado romance cargado de fatalidad y erotismo, potenciados quizá por el trasfondo bélico del mismo. La abrupta interrupción de este amor tan intenso como prohibido deja en Dorrigo una huella que el tiempo nunca llega a borrar. Ya en su vejez, cansado de méritos, condecoraciones y reconocimientos que no le van a devolver ni una centésima parte de lo que perdió como prisionero, Dorrigo continúa percibiendo las resonancias de esta relación infructuosa y persigue su eco por las camas de cientos de mujeres ajenas a sus tribulaciones. Ahora bien, ¿existió de verdad aquel amor de juventud? ¿Va Dorrigo Evans detrás de un recuerdo o de un ideal? ¿Qué queda de nosotros tras una experiencia tan traumática sino una simple carcasa, un fósil tallado para siempre en la misma y terrorífica época?
Una de las pocas pegas que se le pueden achacar a una obra, por lo demás intachable, es que da la sensación de que el autor ha querido redondear demasiado su final estirándolo innecesariamente y provocando que el último trecho no deslumbre tanto como el resto de la novela. Aún así, El camino estrecho al norte profundo me ha parecido una lectura sobresaliente, un libro muy recomendable que destaca sobre todo por su elevada carga emocional, la crudeza de sus descripciones y su profunda inspiración en la literatura japonesa, presente incluso en el propio título. No lo dejéis escapar.
Título original: The Narrow Road to the Deep North
Traducción: Rita da Costa
Año: 2013
Editorial: Literatura Random House
Páginas: 448
Valoración: ★★★★
¡Hola! Me llama muchísimo, me gustan mucho las novelas históricas y las bélicas tambien. Pero no suelo leerlas, porque suelen llevar su tiempo la mayoría, y tiempo es algo que me hace falta ahora mismo jaja.
ResponderEliminarMuchas gracias por la reseña, me has animado a darle una oportunidad.
Besos