Reseña "Los lanzallamas"

miércoles, 11 de febrero de 2015

Título: Los lanzallamas
Autora: Rachel Kushner
Año: 2014
Editorial: Galaxia Gutenberg
Páginas: 432
Precio: 22.00 €

Dos escenarios: el Nueva York de los años setenta, una ciudad sin dinero, despojada de su base industrial, llena de basura, cuyas áreas del centro se convirtieron en zonas abandonadas, llenas de artistas, delincuentes y adinerados en busca de emociones extremas; y la Italia de 1977, cuando la juventud se radicalizaba enfrentada a todo hasta llegar al terrorismo de las Brigadas Rojas.
Y una protagonista: una chica apasionada por las motos, que quiere ser artista y a quien todo el mundo traiciona.
Los lanzallamas comienza con un asesinato y acaba con una desaparición. Entre uno y otra, Reno, su protagonista, va dando bandazos entre preguntas incómodas sobre la libertad y el sentido de las cosas, el poder y la identidad, las graves consecuencias de las acciones políticas y el material insignificante con el que componemos nuestras vidas. Historia de amor y novela de formación a la vez, Los lanzallamas es una obra profunda y radical, fascinante y conmovedora que sigue relampagueando en la mente del lector meses después de terminada su lectura.


Con más o menos ímpetu, aquí todos hemos sido advertidos de los peligros que tiene jugar con fuego. Aprendemos a través de la experiencia que prender una llama puede provocar graves quemaduras; somos conscientes de su gran capacidad para hacer la materia desaparecer. En ese sentido, la segunda novela de Rachel Kushner es material de alto contenido inflamable. Finalista en el año 2013 del National Book Award, Los lanzallamas es una obra ardiente y explosiva, un festival de pirotecnia narrativa al que nadie en su sano juicio se atrevería a acercarse con una cerilla. Sin embargo, con frecuencia tendemos a olvidar que el fuego también renueva y purifica; que, adoptando ciertas medidas preventivas, el más virulento estallido puede convertirse en un hermoso e imponente espectáculo digno de admiración. Por eso, para sacar el máximo partido a la extraordinaria novela de Kushner, es necesario realizar ciertas aclaraciones previas: primero, que no estamos ante una novela convencional. No narra una historia, sino dos; varias más, quizá. No sigue los restrictivos dictados de una cronología habitual. No se deja domar fácilmente. De hecho, cualquier atisbo de normalidad y sentido común, el más mínimo rastro de similaridad que puedas establecer con otras novelas, es lo que menos tarda en arder entre las páginas de Los lanzallamas. Todo reducido a un humeante montón de cenizas.

Segundo, no has de fiarte por completo de lo que cuenta. Rachel Kushner juega constantemente con la verdad y la mentira, con la fantasía y el delirio, para configurar el relato global de un paisaje narrativo fragmentado hasta la médula. Y se divierte mucho con ello. Bajo el apasionado romance de su protagonista -una estudiante de Bellas Artes y enamorada de las motos apodada Reno- con un seductor activista italiano, subyace una auténtica plétora de historias que se bifurcan adelante y atrás en el tiempo como distintos focos de un incontrolable incendio. Así, a modo de extraña mezcla entre reconstrucción histórica y novela de iniciación, Los lanzallamas nos conduce por el rocambolesco y decadente escenario artístico de Nueva York a finales de los años 70, así como por las calles de una Roma agitada por las revueltas estudiantiles, cada vez más inclinadas hacia un radicalismo político casi imposible de contener. A lo largo de sus páginas irán desfilando una serie de personajes cada cual más fascinante y carismático que el anterior, entre los que destaca especialmente la joven Reno, una muchacha idealista, impetuosa y de carácter un tanto trágico cuya ingenuidad en el terreno amoroso le causará más de un quebradero de cabeza. Y es que el enorme talento de Rachel Kushner a la hora de escribir reside no solo en su capacidad para dotar a sus personajes de una fuerza y voluntad arrolladoras, sino también en la potencia y mordacidad de sus diálogos, en la facilidad que tiene para ir salpicando el relato de frases (o incluso párrafos) absolutamente memorables o en el extraordinario acompañamiento musical del que goza en todo momento la narración: rugido de motores, chillido de llantas sobre el asfalto, la vida que pasa a nuestro lado como un proyectil imparable a punto de explotar. El resultado, desde luego, no puede ser más brillante. Así que id a por Los lanzallamas. Sin reparos, sin titubeos, sin dudas ni contemplaciones. Toda esa dinamita no puede quedarse dentro.



3 comentarios :

  1. Fíjate que hace una semana o dos cotilleando el blog busqué a ver si había reseña del libro y solo lo encontré en un IMM. Me parecía muy de tu estilo de lectura y me parecía raro no tenerlo ya por aquí, porque me habían hecho comentarios muy positivos acerca del libro, y veo que tu opinión no es muy diferente... Pues nada, otro libro al que le tenía ganas y al que ahora le tengo todavía más pero no me voy a comprar porque soy un rata :(

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  2. Las ediciones de Galaxia Gutenberg suelen gustarme por regla general así que entre eso y tu reseña me da que en el próximo pedido igual cae y todo ;) A ver si lo tienen aún porque en la última revista no lo vi... Sino buscaré en Amazon.

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