► Título: Crash
► Autor: J.G. Ballard
► Año de publicación: 2012
► Género: Novela, ciencia-ficción
► Editorial: RBA
► Páginas: 224
► PVP: 17.00 €
► ISBN: 9788490063538
James Ballard, traumatizado por un accidente de tráfico cerca del aeropuerto de Londres, conoce por casualidad al doctor Robert Vaughan, famoso en su momento por presentar programas científicos en televisión. A su alrededor se reúne un grupo de personajes extraños, supervivientes de accidentes de automóvil, obsesionados con reproducir siniestros de personajes famosos, sobre todo de estrellas del cine. El protagonista se verá arrastrado a una espiral de autodestrucción orquestada por Vaughan, que contiene un alto grado de erotismo morboso, culto a la tecnología y tendencias suicidas.
Opinión
Después de haberme sumergido anteriormente en la obra de J.G. Ballard con títulos como La isla de hormigón y El mundo de cristal (ambos dentro de la colección Literatura Fantástica), yo creía tener más o menos dominado el inmenso imaginario conceptual de este escritor británico tan extraño como fascinante, pero lo cierto es que por tercera vez consecutiva Ballard ha vuelto a pillarme con la guardia baja. Sin importar el número de ideas preconcebidas (o la absurdidad de las mismas) que te puedas plantear antes de embarcarte en una de sus novelas, este hombre es capaz en apenas unas páginas de pisotearlas hasta el exterminio, dejándote con esa sensación tan ansiada por los lectores experimentados de no saber por qué oscuros derroteros te conducirá la trama del libro que tienes en tus manos. Publicada originalmente en 1973 y adaptada al cine 23 años más tarde por el canadiense David Cronenberg, la incalificable Crash es el ejemplo perfecto de cómo una premisa sumamente arrebatadora y en cierta medida asequible para cualquiera que esté familiarizado con el género, puede degenerar hasta el extremo de convertirse en un demencial relato de violencia, sexo y alta tecnología no apto para convencionalismos ni estómagos sensibles.
James Ballard (no confundir con el Ballard escritor) se convierte en el protagonista de esta espeluznante novela cuando sufre un aparatoso accidente tras perder el control de su vehículo, suceso que acarrea la muerte de un hombre convertido a partir de ese momento en una especie de símbolo posmoderno. Ballard pasará a formar parte de un exclusivo grupo de personas obsesionadas de forma enfermiza con los accidentes de tráfico, capitaneada por un hombre seductor, atractivo y manipulador llamado Robert Vaughan que desde hace tiempo viene realizando fotografías de coches siniestrados porque le producen un indescriptible placer sexual, un hombre cuya mayor fantasía es escenificar la colisión definitiva, una que acabe con la vida de Elizabeth Taylor y con la suya propia en una suerte de orgía mortal.
Más que una línea argumental bien definida, la novela de J.G. Ballard se compone de recurrentes e innumerables escenas de sexo y accidentes de tráfico que narran con todo lujo de detalle los desvaríos psicológicos del autor. Cada página de Crash está impregnada de un repugnante olor a sangre, vísceras, cicatrices, semen, excrementos y mucosidades varias que se mezclan con el irrefrenable deseo sexual que despierta en los protagonistas practicar el coito en el interior de cabinas automovilísticas, descubriendo a medida que avanza la historia nuevas posturas, orificios y cavidades corporales que les permiten encontrarse a sí mismos y profundizar en su lujuriosa conexión con las máquinas que les rodean. Desde luego, si lo que Ballard pretendía era provocar el más absoluto asco entre sus lectores, con Crash ha logrado su objetivo a niveles insospechados; pero lo que es más perturbador, inquietante y desolador si cabe es que describe cada párrafo con una intensidad y de una forma tan absorbente que te atrapará entre sus fauces tal y como están atrapados los personajes .
Más allá de su brutal, descarnada y aplastante visión de la realidad, de su interpretación pornográfica y de la terrible sensación de náusea que te invade en ciertos pasajes, lo que está fuera de toda discusión es que Crash ofrece una experiencia lectora a la que muy pocas obras llegan. A pesar de su escasa longitud, leer las aproximadamente 200 páginas de la novela supone en ocasiones un esfuerzo mental considerable, sobre todo por la exagerada repetición de algunas imágenes que es preferible enterrar en el olvido. No obstante, la magnífica prosa deshumanizada, vanguardista y retorcida del escritor ejerce el magnetismo suficiente como para no querer despegarse del libro en cuestión hasta haber presenciado todas y cada una de las atrocidades que se cometen entre asientos de escay, rejillas de aire acondicionado, salpicaderos y paneles de mandos rociados con esperma. No sé cómo debería sentirme al afirmar que me ha gustado la novela, pero lo cierto es que Crash ha sabido cautivarme y horrorizarme al mismo tiempo. Es una novela experimental, arriesgada y de difícil lectura, una esquizofrénica metáfora acerca del matrimonio entre violencia y sexualidad que no será de tu agrado si lo que buscas es un entretenimiento ligero con el que pasar una tarde poco productiva. Ahora bien, si estás dispuesto a zambullirte en un mundo de oscuras perversiones, largas carreras por la autopista y luces de neón bajo un cielo contaminado, no dudes en atreverte con la mayor chaladura de Ballard que he tenido la oportunidad de leer hasta el momento. Quedarás completamente traumatizado.
Vaughan me fue desvelando poco a poco todas sus obsesiones acerca del misterioso erotismo de las heridas: la lógica perversa de los tableros de instrumentos empapados en sangre, los cinturones de seguridad manchados de excrementos, los parabrisas cubiertos de masa encefálica. [...] El tiempo y el espacio íntimo de un ser humano se fosilizaban para siempre en aquella telaraña de chapa afilada y cristal agrietado.
James Ballard (no confundir con el Ballard escritor) se convierte en el protagonista de esta espeluznante novela cuando sufre un aparatoso accidente tras perder el control de su vehículo, suceso que acarrea la muerte de un hombre convertido a partir de ese momento en una especie de símbolo posmoderno. Ballard pasará a formar parte de un exclusivo grupo de personas obsesionadas de forma enfermiza con los accidentes de tráfico, capitaneada por un hombre seductor, atractivo y manipulador llamado Robert Vaughan que desde hace tiempo viene realizando fotografías de coches siniestrados porque le producen un indescriptible placer sexual, un hombre cuya mayor fantasía es escenificar la colisión definitiva, una que acabe con la vida de Elizabeth Taylor y con la suya propia en una suerte de orgía mortal.
Más que una línea argumental bien definida, la novela de J.G. Ballard se compone de recurrentes e innumerables escenas de sexo y accidentes de tráfico que narran con todo lujo de detalle los desvaríos psicológicos del autor. Cada página de Crash está impregnada de un repugnante olor a sangre, vísceras, cicatrices, semen, excrementos y mucosidades varias que se mezclan con el irrefrenable deseo sexual que despierta en los protagonistas practicar el coito en el interior de cabinas automovilísticas, descubriendo a medida que avanza la historia nuevas posturas, orificios y cavidades corporales que les permiten encontrarse a sí mismos y profundizar en su lujuriosa conexión con las máquinas que les rodean. Desde luego, si lo que Ballard pretendía era provocar el más absoluto asco entre sus lectores, con Crash ha logrado su objetivo a niveles insospechados; pero lo que es más perturbador, inquietante y desolador si cabe es que describe cada párrafo con una intensidad y de una forma tan absorbente que te atrapará entre sus fauces tal y como están atrapados los personajes .
Para Vaughan, los accidentes de tráfico y su propia sexualidad habían contraído su unión última. Lo recuerdo de noche, con chicas nerviosas en los asientos traseros de coches abandonados en cementerios de chatarra, en fotos de posturas sexuales imposibles. Los rostros contraídos, los muslos tensos, iluminados por el flash de una Polaroid, como si fueran los atemorizados supervivientes de un desastre submarino.
Más allá de su brutal, descarnada y aplastante visión de la realidad, de su interpretación pornográfica y de la terrible sensación de náusea que te invade en ciertos pasajes, lo que está fuera de toda discusión es que Crash ofrece una experiencia lectora a la que muy pocas obras llegan. A pesar de su escasa longitud, leer las aproximadamente 200 páginas de la novela supone en ocasiones un esfuerzo mental considerable, sobre todo por la exagerada repetición de algunas imágenes que es preferible enterrar en el olvido. No obstante, la magnífica prosa deshumanizada, vanguardista y retorcida del escritor ejerce el magnetismo suficiente como para no querer despegarse del libro en cuestión hasta haber presenciado todas y cada una de las atrocidades que se cometen entre asientos de escay, rejillas de aire acondicionado, salpicaderos y paneles de mandos rociados con esperma. No sé cómo debería sentirme al afirmar que me ha gustado la novela, pero lo cierto es que Crash ha sabido cautivarme y horrorizarme al mismo tiempo. Es una novela experimental, arriesgada y de difícil lectura, una esquizofrénica metáfora acerca del matrimonio entre violencia y sexualidad que no será de tu agrado si lo que buscas es un entretenimiento ligero con el que pasar una tarde poco productiva. Ahora bien, si estás dispuesto a zambullirte en un mundo de oscuras perversiones, largas carreras por la autopista y luces de neón bajo un cielo contaminado, no dudes en atreverte con la mayor chaladura de Ballard que he tenido la oportunidad de leer hasta el momento. Quedarás completamente traumatizado.
Puntuación
Crash
Hola, pues creo que este no es mi libro, la verdad es que lo que cuentas no me ha seducido nada, pero bueno, me alegro, que dentro de lo que cabe, hayas pasado (te iba a decir agradable, pero creo que no es la palabra...) algunas horas con el libro ;p
ResponderEliminarMuak
No es en absoluto un libro agradable xD Aun así, me ha entretenido bastante. Besos!
EliminarEsta editorial es un peligro. Normalmente, es ver sus títulos y querer llevármelos todos. Y sobre el de hoy, aunque no me llama especialmente de base, me apunto el autor, que me han hablado muy bien de él. Y por lo que he podido leer en tus reseñas, no tiene pérdida.
ResponderEliminarTal y como has descrito la novela, creo que con 200 páginas yo tendría más que suficiente. Mira que cuando Stephen King se pone asquerosito ya me dan ganas de saltarme el párrafo y seguir con la trama de forma que una novela entera de este estilo... No te niego que su atractivo tiene qu etener. Y que hay que ser buen escritor para poder conseguir ese efecto de cautivar y horrorizar al lector que mencionas.
Tal vez no sea una compra segura pero al menos curiosidad sobre el libro tengo ahora mismo. Aunque es probable que no sea capaz de terminarlo xD
Besos
Yo ya te digo que libro que sacan, libro que se quiere venir a mi casa xD Si tienes la oportunidad de leerlo y te apetece probar algo diferente, ya sabes. Besos!
EliminarAins que peligro ;) yo quiero comprarlos todos ains que emosion!
ResponderEliminarYo tengo el libro en mi casa pero es de mi padre, vaya, yo eso no lo tengo ni jarta vino xD venía con ganas de leer la reseña porque hace cuatro o cinco años (una Sasy de 12, ponte en situación) abrí el libro a la mitad, leí un poco y me dio PUTO ASCO xDDDDDDDDDDD es que a quién se le ocurre, cojona, desde entonces le tengo un miedete...
ResponderEliminarA ver si algún día lo cojo con menos grima, que me dejas con ganas xD
Joder, no me extraña que no quieras saber nada del libro xDDDD En fin, si algún día te sientes psicológicamente preparada... léelo xD Un beso.
EliminarPues a mí me has convencido totalmente, no he leído anda del autor, pero cuando me anime con él, será con este libro sin duda. Además sabía de la película, pero no sabía que estaba basada en un libro. Así lo leo antes de verla.
ResponderEliminar1beso:)