► Título: Los viajeros de la noche
► Autor: Helene Wecker
► Saga: -
► Año: 2014
► Editorial: Tusquets
► Páginas: 512
► Precio: 21.15 €
El impresionante debut de Helene Wecker narra la historia de dos criaturas sobrenaturales en el Nueva York de 1899. Chava es un golem, un ser hecho de arcilla al que dio vida un extraño hombre familiarizado con la magia negra cabalística. Cuando su amo muere a bordo en el trayecto transoceánico desde Europa, queda desorientada y a la deriva mientras el barco sigue su curso hasta el puerto de Nueva York. Ahmad es un genio, un ser de fuego nacido en el desierto de la antigua Siria. Atrapado en un viejo jarro de cobre por un hechicero beduino varios siglos atrás, es liberado por accidente en el taller de un hojalatero del Bajo Manhattan. En su lucha por abrirse camino en ese lugar nuevo y extraño, la golem y el genio procuran encajar con sus vecinos, todos ellos inmigrantes, encubriendo su verdadera naturaleza. Al conocerse por casualidad, las dos criaturas inician una improbable amistad, una unión quebradiza que desafía sus naturalezas opuestas, hasta la noche en que un horrible incidente las devuelve a sus universos respectivos. Sin embargo, una potente amenaza volverá a reunir pronto a ambos: estará en juego su existencia, lo que les obligará a tomar una fatídica decisión.
Opinión
Sorprende que una editorial como Tusquets, entre cuyo catálogo ninguna persona viva ha visto jamás novela similar, decida sacar al mercado una historia con tintes tan marcadamente opuestos a su línea habitual. Pero claro, a veces las apariencias engañan. A veces, un simple frasco de metal encierra en su interior la esencia de un alma condenada. En ocasiones, el rostro más expresivo enmascara en realidad un delicado corazón de piedra. El exterior nunca ha sido representativo de lo que llevamos por dentro, pero el ser humano lleva siglos intentando fingir que los sentimientos se pueden leer a través de la piel como si fuéramos un libro con las tapas abiertas. Precisamente sobre apariencias, autenticidad y la verdadera naturaleza de las cosas habla largo y tendido Helene Wecker en su esperado primer libro, situado a medio camino entre la fantasía de corte oriental y la novela histórica. Los viajeros de la noche es uno de esos afortunados debuts que logran formar bastante ruido desde el momento de su publicación, pero por desgracia también cae en el saco de las obras que, bajo mi punto de vista, no consiguen satisfacer todas esas expectativas que genera.
Leyendo la sinopsis, uno se sentiría tentado a pensar que las criaturas a las que hace referencia el título original de la novela (The Golem and the Jinni) son los únicos -o al menos, los más importantes- protagonistas de la historia, pero más bien son el elemento estructural en torno al que giran la gran cantidad de tramas que ya va abriendo Helene Wecker desde los primeros capítulos. Enseguida conoceremos a Chava, una golem hecha de arcilla que embarca junto al hombre que ordenó su creación en un peligroso viaje a través del océano con destino a Nueva York, ciudad que a finales del siglo XIX ofrecía grandes promesas de prosperidad y bonanza a inmigrantes procedentes de todo el globo. Mientras, por otro lado, seguiremos los pasos de Ahmed, un genio enclaustrado en el cuerpo de un hombre sirio que aparece de improviso en un taller de artesanía -también en Nueva York- tras ser liberado por accidente de su mágica prisión.
Así pues, estos dos seres sobrenaturales irán aprendiendo a base de constancia, esfuerzo y un par de varapalos lo que significa labrarse un camino a través del bullicioso estruendo de la gran ciudad. Chava tendrá que hacer frente a los problemáticos designios de sus habilidades sobrehumanas, como por ejemplo la de escuchar inevitablemente los pensamientos ajenos o su tendencia irreprimible a satisfacer los deseos, peticiones y necesidades de la gente que se encuentra a su alrededor. Ahmed, en cambio, deberá adaptarse al asfixiante confinamiento en una entidad corpórea y a combatir los efectos perjudiciales que tiene sobre su salud exponerse al contacto con el agua. Gracias a una serie de encuentros fortuitos aprenderemos sus diversas reflexiones acerca de temas como el amor, la libertad o la ética y se cuestionarán importantes preceptos de índole religiosa e incluso tradiciones fuertemente arraigadas. Sin embargo, el verdadero reto para estas dos criaturas tan especiales -y a la vez, dominadas por pasiones tan comunes- consistirá en luchar contras los impulsos de sus respectivas naturalezas y hacer perdurar su atípica amistad en un mundo dominado por los prejuicios, la ambición humana y la incapacidad de aceptar lo desconocido como una manifestación diferente pero igual de válida de la misma realidad.
Esto que en principio parece una idea atractiva, entrañable y sumamente enternecedora, no ha terminado de convencerme (como sin duda habréis podido adivinar) a pesar de que empecé leyendo Los viajeros de la noche con un índice de entusiasmo cuando menos considerable. En primer lugar, creo que la novela es demasiado larga para lo que cuenta. Muchos arcos argumentales podrían haberse solucionado de manera bastante más satisfactoria o hasta insertarse en el texto de forma que no supongan un estorbo para la historia principal, sensación que desgraciadamente he experimentado multitud de veces. Por otro lado, y esto no sé si es intención deliberada de la autora, el elemento mágico aquí presente se explota de modo irrisorio, cuando es a todas luces uno de los potenciales más interesantes de la obra; el elemento que mayor juego podría haber aportado en una novela diluida entre un montón de historias paralelas y un tanto anodinas. A su favor, he de decir que Helene Wecker demuestra una sensibilidad especial a la hora de indagar en la psicología de sus personajes o de describir los fabulosos paisajes de esa Nueva York con la que todos hemos soñado alguna vez. Notablemente bien escrita, en definitiva, cargada de buenas intenciones, original en su planteamiento y ambiciosa en su caracterización de toda una época. Pero también flaquea en algunos de los aspectos fundamentales que para mí ha de tener un buen libro, como por ejemplo la consistencia de la trama general o la habilidad de cautivar continuamente al lector mediante dosificar equitativamente el ritmo narrativo. De ahí que al menos la segunda mitad de la novela se me haya hecho tan cuesta arriba. Pero qué le vamos a hacer. Las apariencias no siempre reflejan la verdad completa. Y la arrebatadora belleza del libro, al menos en esta ocasión, no se encuentra precisamente en su interior.
Leyendo la sinopsis, uno se sentiría tentado a pensar que las criaturas a las que hace referencia el título original de la novela (The Golem and the Jinni) son los únicos -o al menos, los más importantes- protagonistas de la historia, pero más bien son el elemento estructural en torno al que giran la gran cantidad de tramas que ya va abriendo Helene Wecker desde los primeros capítulos. Enseguida conoceremos a Chava, una golem hecha de arcilla que embarca junto al hombre que ordenó su creación en un peligroso viaje a través del océano con destino a Nueva York, ciudad que a finales del siglo XIX ofrecía grandes promesas de prosperidad y bonanza a inmigrantes procedentes de todo el globo. Mientras, por otro lado, seguiremos los pasos de Ahmed, un genio enclaustrado en el cuerpo de un hombre sirio que aparece de improviso en un taller de artesanía -también en Nueva York- tras ser liberado por accidente de su mágica prisión.
Pero recuerda esto: una criatura solo puede alterarse hasta cierto punto a partir de su naturaleza fundamental. Continuará siendo un golem. Tendrá la fuerza de doce hombres. Te protegerá sin pensárselo y dañará a otros para conseguirlo.
Así pues, estos dos seres sobrenaturales irán aprendiendo a base de constancia, esfuerzo y un par de varapalos lo que significa labrarse un camino a través del bullicioso estruendo de la gran ciudad. Chava tendrá que hacer frente a los problemáticos designios de sus habilidades sobrehumanas, como por ejemplo la de escuchar inevitablemente los pensamientos ajenos o su tendencia irreprimible a satisfacer los deseos, peticiones y necesidades de la gente que se encuentra a su alrededor. Ahmed, en cambio, deberá adaptarse al asfixiante confinamiento en una entidad corpórea y a combatir los efectos perjudiciales que tiene sobre su salud exponerse al contacto con el agua. Gracias a una serie de encuentros fortuitos aprenderemos sus diversas reflexiones acerca de temas como el amor, la libertad o la ética y se cuestionarán importantes preceptos de índole religiosa e incluso tradiciones fuertemente arraigadas. Sin embargo, el verdadero reto para estas dos criaturas tan especiales -y a la vez, dominadas por pasiones tan comunes- consistirá en luchar contras los impulsos de sus respectivas naturalezas y hacer perdurar su atípica amistad en un mundo dominado por los prejuicios, la ambición humana y la incapacidad de aceptar lo desconocido como una manifestación diferente pero igual de válida de la misma realidad.
Esto que en principio parece una idea atractiva, entrañable y sumamente enternecedora, no ha terminado de convencerme (como sin duda habréis podido adivinar) a pesar de que empecé leyendo Los viajeros de la noche con un índice de entusiasmo cuando menos considerable. En primer lugar, creo que la novela es demasiado larga para lo que cuenta. Muchos arcos argumentales podrían haberse solucionado de manera bastante más satisfactoria o hasta insertarse en el texto de forma que no supongan un estorbo para la historia principal, sensación que desgraciadamente he experimentado multitud de veces. Por otro lado, y esto no sé si es intención deliberada de la autora, el elemento mágico aquí presente se explota de modo irrisorio, cuando es a todas luces uno de los potenciales más interesantes de la obra; el elemento que mayor juego podría haber aportado en una novela diluida entre un montón de historias paralelas y un tanto anodinas. A su favor, he de decir que Helene Wecker demuestra una sensibilidad especial a la hora de indagar en la psicología de sus personajes o de describir los fabulosos paisajes de esa Nueva York con la que todos hemos soñado alguna vez. Notablemente bien escrita, en definitiva, cargada de buenas intenciones, original en su planteamiento y ambiciosa en su caracterización de toda una época. Pero también flaquea en algunos de los aspectos fundamentales que para mí ha de tener un buen libro, como por ejemplo la consistencia de la trama general o la habilidad de cautivar continuamente al lector mediante dosificar equitativamente el ritmo narrativo. De ahí que al menos la segunda mitad de la novela se me haya hecho tan cuesta arriba. Pero qué le vamos a hacer. Las apariencias no siempre reflejan la verdad completa. Y la arrebatadora belleza del libro, al menos en esta ocasión, no se encuentra precisamente en su interior.
No, no invita a su lectura....
ResponderEliminarGracias.
Saludos
me lo apunto!! bss
ResponderEliminar¿Es The gollem and the jini en español? Nunca lo hubiera dicho ni por la portada, ni por el título ni por la editorial ni nada. Yo ya lo tengo apuntado en la wishlist y me llama mucho la atención. Aunque parece que no te ha terminado de convencer, sigo queriendo darle una oportunidad.
ResponderEliminarUn beso!
Sí, es The Golem and the Jinni XDD Si al final te animas a leerlo, ya me contarás qué te parece. A mí me ha sabido a poco, demasiado largo para lo que cuenta...
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