Hace mucho tiempo que quería leer esta novela, pero por un motivo u otro, al final siempre acababa dejándola de lado. Ahora, gracias al Reto 10 Clásicos en el que estoy inmerso, por fin se me ha presentado una oportunidad perfecta para saciar mi apetito lector y al mismo tiempo disfrutar de un buen compendio de literatura proveniente de otras épocas. Al principio tenía miedo de no poder estar a la altura de lo que este reto exige, acostumbrado como estaba a los típicos best-sellers que se devoran en un par de días pero que no dejan ningún tipo de huella en nuestra biblioteca personal ni gozan del espíritu crítico y de crecimiento interior que sí vemos perfectamente reflejado en otro tipo de novelas más cercanas al perfil de lector casual. Sin embargo, a día de hoy no puedo estar más que satisfecho con la elección de los títulos pertenecientes a este desafío. Lejos de resultar aburridos, arcaicos o anticuados, he descubierto que el ser humano sigue teniendo los mismos problemas y las mismas inquietudes (salvando las distancias, claro) que hace 20, 50 o 100 años, y que lo único que cambia con el paso del tiempo es, quizá, la forma de narrarlos.
Título: Nada
Autor: Carmen Laforet
Año de publicación: 2010 (1944 en la ed. original)
Género: Novela, clásicos
Editorial: Austral
Páginas: 304
PVP: 7.95
ISBN: 9788423342792
Sinopsis
Andrea llega a Barcelona para estudiar Letras. Sus ilusiones chocan, inmediatamente, con el ambiente de tensión y emociones violentas que reina en casa de su abuela. Andrea relata el constante entre este sórdido microcosmos familiar -pobado de seres heridos y violentos- y la frágil cordialidad de sus relaciones universitarias, centradas en la bella y luminosa Ena. Finalmente, los dos mundos se encuentran y chocan con violencia.
"¡Cuántos días inútiles! Días llenos de historias, demasiadas historias turbias. Historias incompletas, apenas iniciadas e hinchadas ya como una vieja madera a la intemperie. Historias demasiado oscuras para mí. Su olor, que era el podrido olor de mi casa, me causaba cierta náusea... Y sin embargo, habían llegado a constituir el único interés de mi vida."
"¡Cuántos días inútiles! Días llenos de historias, demasiadas historias turbias. Historias incompletas, apenas iniciadas e hinchadas ya como una vieja madera a la intemperie. Historias demasiado oscuras para mí. Su olor, que era el podrido olor de mi casa, me causaba cierta náusea... Y sin embargo, habían llegado a constituir el único interés de mi vida."
Opinión
Pocas veces había leído un libro que se pareciera en lo más mínimo a este que acabo de terminar. Haciendo honor a su nombre, podríamos decir que a lo largo de sus 200 y pico páginas no ocurre absolutamente nada en la casa de la calle Aribau. Con esto no quiero decir que el libro se aburrido, ni mucho menos. La joven protagonista de esta historia es Andrea, una adolescente que acaba de llegar a Barcelona después de haber pasado una temporada en un pueblo en compañía de su familia materna y que ahora se dispone a iniciar su andadura universitaria. Mientras tanto, Andrea se aloja con la familia de su padre, una serie de extraños personajes consumidos por los horrores de la guerra que ahora viven inmersos en una densa capa de rencor, desconfianza e ira.
Su abuela es una mujer que carga con demasiados años a sus espaldas y cuya voluntad se halla totalmente anulada por el carácter díscolo de sus hijos, la tía Angustias parece perseguir un único objetivo: amargar la existencia de cuantos la rodean a base de regañinas. Los tíos de Andrea, Juan y Román, no podrían ser más diferentes entre sí: el primero sufre constantes accesos de ira, dirigidos principalmente a su mujer y a su hijo, que mantienen en vilo al resto de la casa. Román, sin embargo, es un ex-soldado poseedor de una vena artística bastante bien desarrollada, un bohemio atormentado que en sus ratos libres, cuando no está de viaje Dios sabe dónde, se dedica a pintar cuadros o a tocar el piano. A pesar de sus contrastes, tanto Juan como Román son dos seres atormentadas por un pasado en común, sostenido en precario equilibrio, continuamente amenazando con derrumbarse sobre los habitantes de la calle Aribau.
"«Si aquella noche —pensaba yo— se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo.» Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida... Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace..."
En contraposición al tragicómico mundo familiar, Andrea nos irá contando sus primeras experiencias como alumna universitaria, un mundo diametralmente opuesto a aquel al que está acostumbrada, pero igual de fascinante. Muy pronto trabará amistad con Ena, una chica perteneciente a la clase alta de la sociedad barcelonesa, por la que Andrea comienza a cultivar una poderosa admiración. A partir de ese momento, seremos testigos de cómo los dos mundos en los que se ha zambullido Andrea se van entrelazando mágicamente, dando pie a una serie de conflictos que harán sacudir los sentimientos más arraigados de la joven estudiante. Como ya he dicho al principio, Nada es una novela en la que la acción brilla por su ausencia. Todo se reduce a al transcurrir constante de los días, y mientras vamos pasando las páginas, lo único que encontramos en ellas son hechos cotidianos (con alguna que otra excepción) acompañados de las interesantes reflexiones de Andrea.
Lejos de parecer un tostonazo sin parangón, Nada se caracteriza por hacer alarde de una narración pausada pero absorbente, un ritmo constante, una prosa enigmática y bella que te mantendrá pegado a la historia aunque tú no quieras. De hecho, durante la lectura de Nada me he encontrado con varios momentos intrascendentes a más no poder, pero la increíble forma que tiene Laforet de transmitir las vivencias de Andrea, el magistral uso que hace del lenguaje y la pasmosa habilidad para hilar unas palabras con otras, hacen que no puedas abandonar la lectura. Ciertamente, potenciar la calidad narrativa en detrimento del argumento es un arma de doble filo. Habrá gente a la que las frases, en ocasiones tan recargadas, les suponga una distracción, mientras que a otros les parecerá un importante aliciente para suplir la falta de acción.
En contraposición al tragicómico mundo familiar, Andrea nos irá contando sus primeras experiencias como alumna universitaria, un mundo diametralmente opuesto a aquel al que está acostumbrada, pero igual de fascinante. Muy pronto trabará amistad con Ena, una chica perteneciente a la clase alta de la sociedad barcelonesa, por la que Andrea comienza a cultivar una poderosa admiración. A partir de ese momento, seremos testigos de cómo los dos mundos en los que se ha zambullido Andrea se van entrelazando mágicamente, dando pie a una serie de conflictos que harán sacudir los sentimientos más arraigados de la joven estudiante. Como ya he dicho al principio, Nada es una novela en la que la acción brilla por su ausencia. Todo se reduce a al transcurrir constante de los días, y mientras vamos pasando las páginas, lo único que encontramos en ellas son hechos cotidianos (con alguna que otra excepción) acompañados de las interesantes reflexiones de Andrea.
Lejos de parecer un tostonazo sin parangón, Nada se caracteriza por hacer alarde de una narración pausada pero absorbente, un ritmo constante, una prosa enigmática y bella que te mantendrá pegado a la historia aunque tú no quieras. De hecho, durante la lectura de Nada me he encontrado con varios momentos intrascendentes a más no poder, pero la increíble forma que tiene Laforet de transmitir las vivencias de Andrea, el magistral uso que hace del lenguaje y la pasmosa habilidad para hilar unas palabras con otras, hacen que no puedas abandonar la lectura. Ciertamente, potenciar la calidad narrativa en detrimento del argumento es un arma de doble filo. Habrá gente a la que las frases, en ocasiones tan recargadas, les suponga una distracción, mientras que a otros les parecerá un importante aliciente para suplir la falta de acción.
"Bajé las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza, el anhelo de vida con que las había subido por primera vez. Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada."
Mención aparte merece el espectacular personaje de Andrea. Carmen Laforet ha elaborado una personalidad tan compleja, contradictoria y cargada de los sentimientos encontrados propios de la adolescencia, que no pocos pensamos en el carácter autobiográfico de la protagonista. Me atrevería a pensar que las correrías de Andrea en Barcelona podrían estar cimentadas en la propia experiencia de Laforet, lo cual no deja de ser una mera suposición. El resto encontraréis en Andrea una chica peculiar, libre, rebosante de vitalidad y cargada de los sueños que a todos nos acompañan en la juventud. A pesar de su ritmo irregular y de las frecuentes diatribas de los personajes, la lectura de Nada ha significado para mí una experiencia enriquecedora, completamente recomendable para todo aquel que quiera perderse en los ajetreos de las vidas ajenas. En Nada encontrarás una novela inolvidable, marcada por una protagonista en la que todos nos podemos ver reflejados, una historia de la que se pueden extraer lecciones vitales sin morir del aburrimiento, todo un clásico de la literatura de posguerra que destila calidad y melancolía por los cuatro costados. Un libro en el que, por primera vez, nada significa todo.
Mención aparte merece el espectacular personaje de Andrea. Carmen Laforet ha elaborado una personalidad tan compleja, contradictoria y cargada de los sentimientos encontrados propios de la adolescencia, que no pocos pensamos en el carácter autobiográfico de la protagonista. Me atrevería a pensar que las correrías de Andrea en Barcelona podrían estar cimentadas en la propia experiencia de Laforet, lo cual no deja de ser una mera suposición. El resto encontraréis en Andrea una chica peculiar, libre, rebosante de vitalidad y cargada de los sueños que a todos nos acompañan en la juventud. A pesar de su ritmo irregular y de las frecuentes diatribas de los personajes, la lectura de Nada ha significado para mí una experiencia enriquecedora, completamente recomendable para todo aquel que quiera perderse en los ajetreos de las vidas ajenas. En Nada encontrarás una novela inolvidable, marcada por una protagonista en la que todos nos podemos ver reflejados, una historia de la que se pueden extraer lecciones vitales sin morir del aburrimiento, todo un clásico de la literatura de posguerra que destila calidad y melancolía por los cuatro costados. Un libro en el que, por primera vez, nada significa todo.
Puntuación
4/5
Conmovedora
Como (supongo) la mayoría, lo leí en el instituto por obligación porque era lectura para Selectividad. No me gustó mucho porque me lo leí con la presión de fin de curso, y encima después salió en el examen... En fin, que no me gustó mucho. Puede que le dé una oportunidad en el futuro :)
ResponderEliminarLo tengo pendiente. Me ha encantado tu reseña, así que seguramente yo también lo incluya en el reto de los 10 clásicos.
ResponderEliminarUn beso!
Yo me lo leí en literatura castellana y me gustó mucho. Me sorprendió, ya que en éstas lecturas obligadas jamás suelen gustarme, pero ésta me sorprendió muy gratamente, muy recomendable, y tienes razón, 'Nada' le va que ni anillo al dedo xD
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