Observando el impresionante palmarés del que viene acompañado Justicia auxiliar, resulta complicado decidir si la gesta a la que debe hacer frente la protagonista de esta novela iguala en dificultad y mérito a la realizada por Ann Leckie en el transcurso de los dos últimos años. Hugo, Locus, Nebula, Arthur C. Clark, BSFA... el huracán Leckie ha arrasado en todos los premios habidos y por haber con su aclamada novela debut, un hecho que pudiera disipar cualquier duda sobre su excelente calidad, pero que a la vista de muchos otros lectores solo sirva para crear unas expectativas desmesuradas que corren el riesgo de no ser debidamente satisfechas. Para bien o para mal, lo que está claro es que Justicia auxiliar ha conseguido acaparar el foco de atención de los aficionados a la literatura de género como ningún otro título lo ha hecho en mucho tiempo. No obstante, si la novela resiste o no el peso de todos esos galardones que la preceden es algo que no he conseguido dilucidar durante su lectura. Y es que, si bien esta primera obra de Leckie supone un auténtico derroche de imaginación y deja traslucir aspiraciones bastante ambiciosas, toda esa luz proyectada sobre la novela no hace más que evidenciar de forma aún más clara una serie de importantes desperfectos estructurales. Pero vayamos por partes...
La protagonista de Justicia auxiliar es la soldado Breq, el único segmento superviviente de una inmensa inteligencia artificial conocida como Justicia de Toren que además se ha propuesto ejecutar una terrible venganza contra aquellos que destruyeron su nave veinte años atrás y, como consecuencia, al resto de individuos que la componían. Dichos individuos, o auxiliares, son en realidad cadáveres humanos conservados mediante técnicas de criogenización y posteriormente reanimados para anexionarse a la inteligencia de la nave como fieles súbditos que acatan sus órdenes. Así es, el concepto de Leckie no solo mola una barbaridad, sino que se presta con toda holgura a una serie de inquietantes cuestiones sobre identidad, relaciones interpersonales y jerarquías de mando que en la novela se exploran con todo lujo de detalles. Pero no solo eso, sino que a nivel literario posibilita la creación de una omnisciencia 'postiza' que la autora va intercalando de forma muy interesante a lo largo de los capítulos, según estén estos protagonizados por la temeraria Breq en el presente o por Esk Uno Diecinueve, su versión conectada a la Justicia de Toren, dos décadas en el pasado.
No os preocupéis, yo también me perdí un poco al principio.
Sin embargo, a medida que te vas familiarizando con esta peculiar dinámica narrativa resulta imposible no caer rendido ante el fascinante y muy bien elaborado universo creado por Leckie, un opresivo imperio intergaláctico colonialista y totalitario denominado Radch en cuyo seno se están gestando acontecimientos decisivos sin que nadie parezca percatarse de ello. La trama centrada en el presente de la obra se va resolviendo como un híbrido entre aventura e intriga, dotada de escenas tan vertiginosas como bien coreografiadas mediante las cuales Anne Leckie nos va desvelando en un emocionante crescendo los planes de Breq para perpetrar su venganza, así como el verdadero alcance de sus consecuencias. Por otra parte, la trama del pasado, mucho más intrincada, arriesgada y farragosa, aunque decisiva para comprender gradualmente hacia dónde nos quiere dirigir la autora, nos sitúa en un planeta que está a punto de ser absorbido por el Imperio, un mundo dominado por intrigas políticas, luchas de clase y la firme convicción por parte de sus ciudadanas de aferrase a sus señas de identidad. La combinación de ambos hilos argumentales no siempre se percibe de manera clara; ahí es donde se nota que Leckie debería haber redoblado esfuerzos para evitar ciertos agujeros en la estructura de la novela, personajes cuya función no está del todo justificada, bajones de ritmo y decisiones relacionadas con la historia que en mi opinión no están demasiado bien explicadas.
Con todo, los puntos fuertes de la novela declinan sin ninguna duda mi valoración general hacia el lado positivo de la balanza. El original tratamiento de la voz narrativa (a pesar de la escasa empatía que despierta), el empleo universal del pronombre femenino para referirse a cualquier personaje sin tener en cuenta su género o la inclusión de sentimientos y emociones como una variable fundamental en el paradigma de toma de decisiones al que están sujetas las inteligencias artificiales de la novela, son algunas de las características que hacen de Justicia auxiliar una obra tan llamativa como recomendable. No es una lectura fácil, ni accesible, ni ligera. Al contrario, requiere por parte del lector una buena dosis de paciencia y perseverancia mientras Anne Leckie va desplegando poco a poco su complejo telón interestelar. Sin embargo, como suele ocurrir con las grandes novelas, el esfuerzo al final merece la pena.
La protagonista de Justicia auxiliar es la soldado Breq, el único segmento superviviente de una inmensa inteligencia artificial conocida como Justicia de Toren que además se ha propuesto ejecutar una terrible venganza contra aquellos que destruyeron su nave veinte años atrás y, como consecuencia, al resto de individuos que la componían. Dichos individuos, o auxiliares, son en realidad cadáveres humanos conservados mediante técnicas de criogenización y posteriormente reanimados para anexionarse a la inteligencia de la nave como fieles súbditos que acatan sus órdenes. Así es, el concepto de Leckie no solo mola una barbaridad, sino que se presta con toda holgura a una serie de inquietantes cuestiones sobre identidad, relaciones interpersonales y jerarquías de mando que en la novela se exploran con todo lujo de detalles. Pero no solo eso, sino que a nivel literario posibilita la creación de una omnisciencia 'postiza' que la autora va intercalando de forma muy interesante a lo largo de los capítulos, según estén estos protagonizados por la temeraria Breq en el presente o por Esk Uno Diecinueve, su versión conectada a la Justicia de Toren, dos décadas en el pasado.
No os preocupéis, yo también me perdí un poco al principio.
Sin embargo, a medida que te vas familiarizando con esta peculiar dinámica narrativa resulta imposible no caer rendido ante el fascinante y muy bien elaborado universo creado por Leckie, un opresivo imperio intergaláctico colonialista y totalitario denominado Radch en cuyo seno se están gestando acontecimientos decisivos sin que nadie parezca percatarse de ello. La trama centrada en el presente de la obra se va resolviendo como un híbrido entre aventura e intriga, dotada de escenas tan vertiginosas como bien coreografiadas mediante las cuales Anne Leckie nos va desvelando en un emocionante crescendo los planes de Breq para perpetrar su venganza, así como el verdadero alcance de sus consecuencias. Por otra parte, la trama del pasado, mucho más intrincada, arriesgada y farragosa, aunque decisiva para comprender gradualmente hacia dónde nos quiere dirigir la autora, nos sitúa en un planeta que está a punto de ser absorbido por el Imperio, un mundo dominado por intrigas políticas, luchas de clase y la firme convicción por parte de sus ciudadanas de aferrase a sus señas de identidad. La combinación de ambos hilos argumentales no siempre se percibe de manera clara; ahí es donde se nota que Leckie debería haber redoblado esfuerzos para evitar ciertos agujeros en la estructura de la novela, personajes cuya función no está del todo justificada, bajones de ritmo y decisiones relacionadas con la historia que en mi opinión no están demasiado bien explicadas.
Con todo, los puntos fuertes de la novela declinan sin ninguna duda mi valoración general hacia el lado positivo de la balanza. El original tratamiento de la voz narrativa (a pesar de la escasa empatía que despierta), el empleo universal del pronombre femenino para referirse a cualquier personaje sin tener en cuenta su género o la inclusión de sentimientos y emociones como una variable fundamental en el paradigma de toma de decisiones al que están sujetas las inteligencias artificiales de la novela, son algunas de las características que hacen de Justicia auxiliar una obra tan llamativa como recomendable. No es una lectura fácil, ni accesible, ni ligera. Al contrario, requiere por parte del lector una buena dosis de paciencia y perseverancia mientras Anne Leckie va desplegando poco a poco su complejo telón interestelar. Sin embargo, como suele ocurrir con las grandes novelas, el esfuerzo al final merece la pena.
No es un libro que me llame especialmente
ResponderEliminarno creo que lo lea
un besito
que tonta
EliminarHola :) A mi me encanto su lectura, realmente fascinante. Esa primera parte como va mezclando hechos de hace 20 años cuando era una IA enorme colonizando a sus aventuras y misión como una unidad IA única, es increíble. Aparte de llamar la atención por el no uso de géneros, a mi me gusto ver como una IA iba evolucionando tanto en caracter, personalidad y comportamiento, sobre todo gracias a la compañia de Seivarden, un personaje esencial. Además cuando se descubre el pastel con la Lord del Radch yo me quede a cuadros realmente, y sin dudas, ese final invita a querer leer ya Espada Auxiliar, su segunda y ya premiada parte. Buena entrada, un saludo^^
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